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CIMBRA

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Objetivos de la CIMBRA


A) Promover y coordinar el acercamiento y los contactos entre las comunidades religiosas de las ramas masculina y femenina en Brasil regidas por la Regla de San Benito y por sus respectivas Constituciones.


B) Promover, organizar y realizar cursos, conferencias, congresos, seminarios y debates, incentivando el estudio de temas monásticos y buscando establecer una efectiva colaboración entre sus miembros.


C) Promover intercambios con entidades asociadas.



Breve historia


Para entender la CIMBRA, es necesario observar el mundo monástico en Brasil desde la perspectiva de su formación histórica y en el contexto de la Iglesia posterior al Vaticano II. Un año después de que los abades benedictinos reunidos en Roma elaboraran una síntesis de los principios de la vida monástica benedictina, un grupo pionero de superiores benedictinos se atrevió a traspasar las fronteras de sus monasterios y comunidades y se reunió por primera vez en São Paulo, Brasil. La presencia en el grupo de una abadesa del nordeste del país, Madre Mectildes Villaça Castro, osb, tuvo un fuerte impacto, dada la distancia recorrida y las concepciones de clausura de la época.


Fue la inauguración de lo que más tarde se conoció como CIMBRA: la Conferencia Brasileña de Intercambio Monástico. Reunió a comunidades de diferentes familias monásticas presentes en el país, desde el asentamiento benedictino más antiguo del continente americano, en 1582, la Congregación Benedictina de Brasil, restaurada en el siglo XIX por la Congregación de Beuron, hasta comunidades de origen más reciente. Brasil también tuvo presencia monástica cisterciense, con monasterios de monjes y monjas de diferentes orígenes, a saber, Italia, Austria y Alemania, algunos de los cuales se reunieron en la Congregación Brasileña de Santa Cruz. Congregaciones femeninas misioneras, como las Hermanas Benedictinas Misioneras de Tutzing, llegaron al país en 1903 y muchas han crecido hasta formar lo que hoy son dos provincias (dos prioratos). Las monjas benedictinas, formadas en la abadía inglesa de Stanbrook, llegaron en 1911.


Nuevas comunidades monásticas se unieron al grupo pionero cuando, tras el Concilio Vaticano II, congregaciones europeas y norteamericanas establecieron fundaciones en nuestro país. Fue el caso de las congregaciones americano-casina y húngara -esta última llegada durante la Segunda Guerra Mundial-, de las congregaciones olivetana y vallombrosiana y, más tarde, de un nuevo grupo de monjes camaldulenses. Algunas de estas familias monásticas contaban con la presencia de comunidades femeninas.


Las monjas recibieron un nuevo impulso con la llegada de la fundación de la Congregación de la Rainha dos Apóstolos (Reina de los Apóstoles), el monasterio de Encontro (del Encuentro), en el sur del país, donde ya estaban presentes los monjes benedictinos franceses de Tournay.


Más recientemente, el monasterio Encontro fundó un priorato en la Amazonia, una presencia pionera en la región, a la que siguieron dos comunidades de monjas de la Congregación brasileña.


Hoy, Brasil cuenta también con la presencia de trapenses y trapenses, monasterios pertenecientes a la Congregación de Subiaco, comunidades de hermanas benedictinas de Italia, Polonia, Austria y Estados Unidos, así como monasterios diocesanos. La variedad de esta presencia, que se extiende por todo el país, con una mayor concentración en el sur y este de Brasil, encuentra en el CIMBRA un lugar de encuentro que los une a todos en fraternidad.


Los encuentros de profesos perpetuos, sobre diversos temas, y las Asambleas bienales son el espacio normal para que CIMBRA respire y continúe irradiando vida monástica. Unas veces eligiendo temas como la oración, el trabajo, la salud, lo más destacado del monacato, otras vinculando los pasos de la Iglesia en América Latina a la realidad monástica: después de cada Conferencia Episcopal, CIMBRA busca desempeñar un papel de animación de la vida monástica en el país, como interlocutor siempre en movimiento. De este modo, esperamos cumplir nuestra misión releyendo la historia, ahondando en sus raíces y mirando al futuro para construir.


El último logro de CIMBRA es la Escuela para el Servicio del Señor, un programa para formadores dividido en dos sesiones anuales de veinte días. Con estas y otras iniciativas, el CIMBRA, atento a los movimientos monásticos actuales de las diversas familias vinculadas por la regla de San Benito, constituye una de las muchas constelaciones que enriquecen hoy el mundo monástico y por las que todos estamos llenos de gratitud.



Vera Lucia Parreiros Horta, OSB

Extractos del artículo publicado en el libro del cincuentenario de la AIM« Si loin si proche »

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