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127

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Transición

126

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La vida monástica hoy

125

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“Toda la Vida como Liturgia”

124

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Los Capítulos Generales Cistercienses
(OCSO y OCist, Septiembre y Octubre 2022)

123

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Vida Monástica y Sinodalidad

122

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La gestión de la Casa Común

121

Bulletin

Fratelli tutti,
la fraternidad en la vida monástica

Transición

Boletín - No. 127, 2023

Contenido

Editorial

Dom Bernard Lorent Tayart, OSB, Presidente de AIM


Perspectivas

• Discurso en el Congreso de Abades

Dom Jean-Pierre Longeat, OSB, Ex Presidente de AIM


• Discurso en el Congreso de Abades 

Dom Gregory Polan, OSB, Ex Abad primado


• Dom Jeremias Schröder, Abad ¨roùadp 

De um artículo de Vatican News


Reflexiones

Autoridad y libertad

Dom Mauro-Giuseppe Lepori, OCist, Abad General


Apertura al mundo

La Posición Actual de la India en la Escena Internacional

Dom Jean-Pierre Longeat, OSB


Testigos

La Fe Cristiana Develada, con un enfoque místico oriental y occidental, por J. Monchanin, H. Le Saux y B. Griffiths

Dom Dorathick Rajan, OSB


Liturgia

“Necesitamos una formación litúrgica seria y dinámica”

Hno. Patrick Prétot, OSB


Grandes figuras de la vida monástica

• Abad Notker Wolf 

Dom Cyrill Schäfer, OSB


• Despedida a Dom Notker Wolf 

Dom Jeremias Schröder, OSB


• Sor Lazare de Rodorel de Seilhac 

Hna. M.-Madeleine Caseau y  Hna. Fabienne Hyon, OSB


Noticias

• Viaje a la India (4-11febrero 2024)

Dom J.-P. Longeat, OSB


• Viaje a Togo (17-24 febrero 2024)

Dom J.-P. Longeat, OSB


• Reporte del Encuentro de Superiores Monásticos  del África Francófona Occidental

Hna. Thérèse Benoît Kaboré, OSB


• Crónica del XXI Capítulo General de la Congregación de Subiaco-Monte Casino

Dom Josep-Enric Parellada, OSB

Sommaire

Editorial

El pasado mes de Junio, tras consultar a las autoridades competentes, el Abad Primado Gregory Polan, me nombró Presidente de AIM en sustitución del Abad Jean-Pierre Longeat, que cumple once años de inestimable servicio a todos los miembros de la familia benedictina. El anuncio oficial de mi nombramiento se hizo en el último Congreso de Abades celebrado en Roma entre el 10 y el 20 de septiembre de 2024. Asumiré mis funciones a tiempo completo a partir del 01 de enero de 2025, ya que seguiré siendo Abad de Maredsous hasta esa fecha.

Para explicar este nombramiento, se tuvieron en cuenta los siguientes factores: Soy abad de Maredsous desde abril de 2002 y era responsable del priorato de Gihindamuyaga en Ruanda hasta que se llegó a ser autónomo en 2018. Pertenezco a la Congregación de la Anunciación, que es internacional y está presente en varios continentes; soy copresidente con monseñor Sayaogo, arzobispo de Koupéla, en Burkina Faso, de la Fundación Internacional Religiones y Sociedades, que promueve el Pacto Educativo del Papa Francisco en África y la acogida de sacerdotes y consagrados africanos en Europa.

Por último, tengo una percepción universalista de la Iglesia y siempre me asombra la forma en que Cristo habla y se expresa a través de rostros, manos y corazones tan ricos y tan diferentes.

Durante el Congreso de Abades, surgieron dos temas al final de nuestros debates: los monasterios en lugares de conflicto y el aniversario de la fundación de la abadía de Montecasino en 529.

Varias abadías y prioratos se encuentran en zonas de conflicto: Tierra Santa, Ucrania, la República Democrática del Congo, varios países del Sahel, Venezuela y otras regiones. Nuestras comunidades comparten la angustia de los habitantes, pero también ofrecen hospitalidad y atención a los refugiados. ¿Cómo pueden nuestros hermanos y hermanas implicados en estas situaciones de conflicto expresar la voz de la paz tan querida por San Benito?

Otros monasterios están situados en zonas de conflicto con la naturaleza: La Abadía de Valyermo, en California, se vio recientemente tan amenazada por el fuego que toda la comunidad tuvo que ser evacuada. La cuestión medioambiental estará presente entre nosotros por mucho tiempo.

Dentro de cinco años, en 2029, la abadía de Montecasino celebrará el 1500 aniversario de su fundación. Debemos prepararnos porque este aniversario es simbólico al menos a tres niveles. La abadía fundada por San Benito ha sufrido la guerra en varias ocasiones, que culminó con su destrucción en 1943. Esto le confiere una estrecha conexión con las abadías que actualmente viven en medio de conflictos. Fundada en 529, la abadía asumió la misión cultural de la Escuela Neoplatónica de Atenas, suprimida ese mismo año. Es un poderoso símbolo de la transmisión de valores entre la Antigüedad y el Cristianismo.

Nuestra época vive hoy la misma tensión, y tenemos que pensar si queremos instalarnos en la posición de una institución que agoniza y transmite sus valores, o si queremos «reverdecer» y ofrecer a Cristo, siempre nuevo, a la humanidad. Por último, la actual comunidad de Montecasino es consciente de la fragilidad de las comunidades demasiado pequeñas y en riesgo de no poder continuar. AIM sugerirá modos en los que todas las comunidades puedan ser parte de los eventos por el aniversario de la fundación de Montecassino por San Benito, y donde escribió su Regla.

También estamos empezando a reflexionar sobre el papel de AIM y la solidaridad que encarna y expresa, habida cuenta de la fragilidad de muchas comunidades del Norte y la vitalidad de muchas comunidades del Sur. El Año Santo 2025, dedicado a la esperanza y la confianza, es el mejor estímulo posible para ello.


Dom Bernard Lorent Tayart, OSB (Maredsous)

Nouevo Presidente de AIM

Articulos

Discurso al Congreso de Abades (Dom J.-P. Longeat)

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Perspectivas

Dom Jean-Pierre Longeat, OSB

Ex Presidente de AIM


Discurso al Congreso de Abades

Leído por Dom Bernard Lorent Tayart


Después de once años de servicio como presidente de la Alianza Inter Monasterio AIM, me complace entregar esta gran responsabilidad a un abad competente y emprendedor, que continuará con el compromiso de apertura e intercambio que es intrínseco al trabajo de esta organización.

Estoy muy complacido de haber participado en esta labor que vincula a las comunidades masculinas y femeninas de benedictinos, cistercienses y trapenses de todo el mundo; una impresionante red que representa unas 1.800 comunidades. Puede encontrar más información sobre este trabajo en el sitio web de AIM, recientemente renovado https://www.aimintl.org/

En un mundo tan inestable como el nuestro, las estructuras transversales que permiten la creación de redes son esenciales. En este sentido, AIM ha fomentado la aparición y vitalidad de asociaciones monásticas regionales en cada continente. Éstas permiten a los superiores, formadores, monjes y monjas jóvenes beneficiarse de valiosos foros de diálogo, intercambio y formación. Por supuesto, las Órdenes y Congregaciones siempre han estado comprometidas en este sentido, pero muy a menudo, por falta de renovación, por problemas estructurales o por la fuerza de la costumbre, esto no es suficiente. Por eso AIM, aunque no tiene una misión jerárquica, puede alentar libremente varias formas de trabajo, muy apreciadas por las comunidades jóvenes.

En los últimos sesenta años, ha habido muchas fundaciones (unas 600). En los últimos diez años, el número de fundaciones ha disminuido, de diez a unas tres al año en todo el mundo. En consecuencia, la mayoría de las solicitudes de ayuda que recibe AIM son para formación, aunque sigue habiendo solicitudes para nuevos edificios o renovaciones, o para actividades generadoras de ingresos. Es evidente que todas las fundaciones deben consolidarse y asentarse sobre bases sólidas.

AIM también ayuda a los monasterios con sus proyectos de desarrollo, que benefician tanto a los propios monasterios como a las poblaciones locales. Para apoyar todos estos proyectos hemos creado una fundación bajo el paraguas de Cáritas, la Fundación Benedictus y que a nosotros nos permite también recibir donaciones y legados deducibles de impuestos.

Algunas regiones de Asia y África, siguen siendo particularmente vibrantes desde el punto de vista monástico, mientras que otras en estos mismos continentes están empezando a experimentar dificultades de reclutamiento. Muchos países se enfrentan al fenómeno de la secularización, sobre todo en América Latina-, así como a la «competencia» de las comunidades evangélicas que están tomando el relevo del catolicismo. Todo esto crea nuevos contextos que los monasterios tienen que abordar.

En muchos lugares podemos ver un vínculo creciente con los laicos. Esta no es una realidad nueva para la vida monástica, ya que el fenómeno de los laicos asociados, oblatos, bienhechores, familiares, etc., está muy extendido; siempre ha estado presente de diversas formas. Hoy en día, esta cuestión se plantea de nuevo a raíz de la eclesiología del Vaticano II. Sería un grave error no tenerlo en cuenta.

Durante mi periodo como presidente, nuestro Equipo Internacional ha elaborado varios documentos para ayudar a las comunidades: el “Espejo Monástico”, el “Sueño Monástico” y recientemente las respuestas a un cuestionario sobre el estado de la vida monástica hoy. Esto está en consonancia con la misión de AIM de ser un observatorio de la vida monástica. Con este fin, se ha rejuvenecido el Equipo Internacional; la secretaría de la AIM se ha enriquecido con una hermana de la India y la llegada inminente de una hermana de Burkina Faso. (Gracias a las hermanas Gisela, Mary-Placid y Christine que han trabajado en el secretariado durante mi periodo). Se ha renovado un gran número de miembros del Consejo y del Comité Ejecutivo. Estoy encantado de dejar a mi sucesor y a su personal, una organización vibrante, dispuesta a asumir siempre nuevos retos.

Mis últimas palabras son de inmenso agradecimiento por su contribución humana, espiritual y económica a esta gran organización y una llamada constante a hacer más y mejor en términos de solidaridad. Nuestra maravillosa red monástica es capaz de grandes cosas si está unida. Gracias por permanecer solidarios entre vosotros y por responder siempre a las necesidades de las comunidades más pobres, que a menudo son también las más jóvenes y dinámicas.

Que Dios sea bendecido y glorificado en todas las cosas.


Visita a la Abadía de Santa Escolástica, Victoria (Argentina) durante el EMLA en 2019.

Conferencia para el Congreso de Abades (Dom Gregory Polan)

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Perspectivas

Dom Gregory Polan, OSB

Ex Abad Primado


Conferencia para el Congreso de Abades

10 de septiembre 2024


Han pasado ocho años desde que estuvimos juntos como cuerpo de Abades Benedictinos. Se han presentado muchos asuntos importantes para nuestro mundo, nuestra Iglesia y nuestra Orden Benedictina. Hemos afrontado, y seguimos afrontando, un mundo dividido por la guerra, la violencia, la muerte a muchos niveles y las expresiones de extremismo. Del mismo modo, nuestra Iglesia, de la que creo que somos una parte vital, ha pasado por momentos de sufrimiento y de curación, de humillación y honor, de muerte y nueva vida. Y nuestra Iglesia nos ha señalado nuevas direcciones para el futuro, hacia una nueva dedicación a Cristo y a las verdades del Evangelio. Esto se verá siempre enriquecido por nuestra capacidad de relacionarnos entre nosotros de manera sinodal.

Al igual que la Iglesia, la Orden Benedictina ha luchado para hacer frente a la realidad de comunidades más pequeñas, menos vocaciones en muchas partes del mundo, y la búsqueda de una mayor sabiduría para trazar nuevas direcciones de formación dentro de nuestras comunidades a todos los niveles, incluidos nosotros mismos como abades y miembros mayores en nuestras comunidades. Sin embargo, al hablar de nuestros desafíos ¿No son éstos un incentivo para renovar nuestra vida benedictina en todos sus niveles? ¿No son nuestros problemas caminos para dedicarnos a ver, en nuestros problemas, un plan para la renovación continua y permanente de nuestra Orden Benedictina, nuestra misión en Cristo, y nuestra invitación a hacer el espíritu benedictino vivo, sano y saludable?

Nuestra dedicación al simple pero profundo lema de «Ora et Labora» nos ofrece muchas maneras en las que la Orden Benedictina puede avanzar como líder creativo y esperanzado en la Iglesia, hacia muchas maneras en las que podemos tocar nuestra Iglesia y nuestro mundo a través de las cosas que han distinguido a los benedictinos a lo largo de los siglos: liturgia, oración, silencio, escucha, contemplación, diálogo, ecumenismo, moderación, humildad, obediencia y hospitalidad.

Eucaristía en la Iglesia Abacial de Stanbrook (Inglaterra) durante la reunión del Consejo de AIM en la Abadía de Ampleforth en 2023. © AIM.

Mi intención en la conferencia de esta mañana no es resumir el mundo benedictino. Ese es el trabajo de los miembros del Sínodo de Abades Presidentes, que han preparado informes y breves charlas, que escucharemos intercaladas a lo largo de los próximos días. Quisiera más bien dirigirme a ustedes como hermano abad que ha asumido la tarea de seguir siendo abad, mientras vive y trabaja en un lugar único y maravilloso aquí en San Anselmo en Roma.

Lo que puedo decir, y lo desarrollaré más mañana cuando hable de las funciones del Abad Primado, es que ha sido muy diferente de mi anterior experiencia como Abad de la Abadía de la Inmaculada Concepción, más conocida como la Abadía de la Concepción, en el corazón de los Estados Unidos. Les agradezco sinceramente, mis hermanos abades, por haberme llamado a esta responsabilidad actual en San Anselmo, para representar a la Orden Benedictina en diferentes lugares del mundo.

Al mismo tiempo puedo decir que me ha puesto a prueba tanto en los talentos que Dios me ha dado como en el desarrollo de aptitudes inexploradas, para el bienestar de los que están en San Anselmo y en diversas situaciones en las comunidades monásticas de todo el mundo. Ha puesto a prueba mis habilidades, me ha mostrado mis debilidades y me ha desafiado a desarrollarme en maneras que han profundizado mi crecimiento espiritual, ampliado mis horizontes, y me ha permitido ver cómo nuestra Orden Benedictina de hombres y mujeres proyecta un futuro maravilloso en el que nuestro servicio a los demás los lleve a Cristo a través del espíritu de San Benito.

Durante estos años como Abad Primado, y viviendo en San Anselmo, he desarrollado una amistad espiritual con los primeros fundadores monásticos, los padres y madres del desierto. Estos hombres y mujeres fueron a los desiertos de Palestina y Egipto en el siglo IV, después del Edicto de Constantino. Fueron en busca de conocer el alma humana, y especialmente su propia alma. Su soledad les proporcionó el espacio para una rumia sutil, que les abrió en sencillez y profundidad, con un discurso elocuente y palabras de autoridad, respondiendo a su tiempo; y dejaron un legado que nos sigue hablando hoy.

Aunque rara vez citaban pasajes largos de las Escrituras, fueron formados por el Espíritu Santo que habitaba en la Palabra divina de las Escrituras. Las Escrituras estaban en sus huesos y en su sangre, en sus mentes y sus corazones. Aunque Constantino había dado libertad de expresión al cristianismo, estos monjes del desierto estaban en busca de una libertad que abriera sus ojos para ver más profundamente, sus oídos para escuchar más profundamente y sus corazones para recibir más abiertamente cómo el Espíritu Santo los impulsaría en reflexiones más serias.

Su huida al desierto era entrar en aquel lugar de sus antepasados en la fe, donde Dios les hablaba al corazón de una manera indivisa y transformadora que provocó una verdadera conversión del corazón. La profecía de Oseas fue su inspiración: «Yo la atraeré ahora, la conduciré al desierto y hablaré con persuasión a su corazón» (2,16). A medida que crecía su número, jóvenes y nuevos buscadores venían con preguntas para buscar el camino de la voluntad de Dios. Sus preguntas e historias nos revelan la intensidad de sabiduría que la experiencia y el sufrimiento humanos les enseñaban.

Hay muchas buenas colecciones de escritos que recogen los dichos de nuestros Padres del Desierto. Una en particular me sirvió para señalar temas clave que se repiten numerosas veces en sus escritos, la edición de Burton-Christie “La palabra en el desierto”. Leer la tradición del desierto es casi como leer el Libro de los Proverbios. Los dichos, breves y concisos, nos obligan a detenernos y considerar lo que el autor nos quiere decir. Pero no creo que una lectura superficial de estos textos sea suficiente. Podemos aburrirnos fácilmente y abandonar la tarea de una lectura lenta y cuidadosa de estos dichos, asimilada a la tarea espiritual de la lectio divina. Es la lectura atenta, lenta y profunda de los textos de la Escritura que siguen formándonos, en nuestro corazón y nuestra mente.

Quisiera considerar cuatro de estos puntos clave: 1) la importancia del autoconocimiento; 2) la importancia de la paciencia; 3) un conocimiento profundo de los Salmos, y 4) la paternidad espiritual y el amor fraterno. Son palabras de una antigua tradición monástica que hablan en un estilo muy diferente del nuestro, y que, sin embargo, tienen algo que decir hoy, y también a quienes forman nuestras comunidades monásticas.


La importancia del conocimiento de uno mismo

El abad Poimen dice que el texto de Sal 55(54),23 es esencial tanto para el monje como para el padre espiritual: «Confía tus preocupaciones al Señor y él te sostendrá. Nunca permitirá que el justo caiga». El abad Poimen toma ese verso del salmo y lo altera para que diga: «arrojarse ante Dios; echarse a sí mismo y sus preocupaciones ante Dios». Para Poimen, nada menos que la total dependencia ante Dios nos permitirá vernos como realmente somos. El no tener nada de qué depender, de qué sentirnos seguros, nos lleva al punto de vernos despojados de las cosas que sirven para darnos un falso sentido de lo que somos en este mundo.

Este es el autoconocimiento que proviene de ser totalmente vulnerables ante Dios. Las forma en que la tradición del desierto trata la importancia del autoconocimiento es lo que lo confirma como algo que sigue apareciendo en nuestra vida. Una vez que pensamos que hemos llegado a ese punto de reconocimiento de quiénes somos, qué hay de único en nosotros (tanto positivo como negativo), qué debilidades nos distinguen, llegamos a la comprensión de cómo es que esta práctica de «echarnos a nosotros mismos y nuestras preocupaciones ante el Señor» es un proceso que dura toda la vida. Cada día, hay ocasiones en las que nuestra singularidad ante Dios nos impide vivir con la libertad interior que distingue al monje, al abad.

Sin embargo, la confianza total en Dios nos fortalece para ver con una libertad interior que nos permite juzgar correctamente. Esto no siempre es fácil. Sin embargo, es muy liberador cuando nos enfrentamos a una cuestión que exige nuestra perspectiva atenta y la libertad interior nos muestra el camino a seguir. Cuando hay verdadero autoconocimiento, uno ve más claramente cómo juzgar lo que está bien o mal, lo que es rentable o no. Cuando hemos permanecido solos ante Dios, sin la ayuda de ninguna persona o pensamiento, nos damos cuenta de quiénes somos, con la libertad de ver la vida y todas sus complejidades con una visión que es segura, confiada, recta o justa. Esto no sucede de la noche a la mañana. La realización de la libertad interior viene con años de ver la vida a través de esta perspectiva de mi total dependencia de Dios y con el Espíritu Santo como guía al mismo tiempo.

En la práctica, surge una situación que tiene cierta importancia porque se trata de la propia vida, especialmente de la vida de otro necesitado, de un alma humana. Sin embargo, cuando posees este autoconocimiento y libertad interior, tienes claro qué camino debes decidir, y lo haces. No es necesariamente fácil, pero es firme dentro de ti debido a la libertad interior que has recibido por la gracia de Dios y tu apertura a la voz del Espíritu Santo. El viejo adagio: «Sé fiel a ti mismo», expresa este autoconocimiento y esta libertad interior.


La importancia de la paciencia

Hoy en día, cuando la vida va tan deprisa y esperamos resultados inmediatos, nos encontramos a menudo en diferentes niveles de frustración. Recuerdo que mi madre me decía: «Recuerda, la paciencia es una virtud». Sin embargo, he llegado a ver lo esencial que es para todos en nuestro mundo crecer en esta virtud. Demasiado a menudo, confiamos únicamente en los esfuerzos humanos de unos y otros para lograr cosas. Y sin embargo, para nosotros como abades y padres espirituales de comunidades, el trabajo de moldear los corazones humanos es algo a lo que debemos dedicar oración, reflexión y paciencia, porque es Dios quien moldea y forma los corazones humanos de una manera mucho más maravillosa que cualquier cosa que podamos hacer nosotros mismos. Y a menudo, la gran sabiduría de Dios tiene algo mucho más profundo y más significativo de lo que nosotros podemos modelar. Pero tenemos que esperar, y en esa espera, tenemos que ser pacientes para que Dios logre con gracia algo mucho más significativo de lo que jamás hubiéramos podido imaginar. La paciencia nos mostrará constantemente esta verdad de la vida cristiana.

Escuchemos algo de la tradición del desierto que habla de esto.

«Cuando el santo abad Antonio vivía en el desierto, su alma cayó en el cansancio y la confusión de pensamiento, y comenzó a decir a Dios, “Señor, cómo desearía ser uno y que mis pensamientos no me hicieran sufrir tanto. ¿Qué debo hacer en esta tribulación, cómo puedo llegar a ser uno? Poco después, levantándose, comenzó a caminar y vio a alguien. Al principio pensó que era él mismo, sentado y trabajando y luego que se levantaba a rezar; y otra vez sentado y haciendo una corona de hojas de palmera, y levantándose de nuevo para la oración. Pero, en verdad, era un ángel del Señor enviado a Antonio como reprensión y advertencia. Poco después oyó una voz que le decía: «Haz esto y serás uno: Ten paciencia». Al oír estas palabras, el abad Antonio se alegró mucho y se animó con esta admonición. Y al hacerlo, encontró la liberación de su alma, que buscaba y por la que rezaba».

Nuestra disposición a ser pacientes repercute tanto en el que la recibe y también en nosotros. Para el que recibe nuestra paciencia tiene la bendición de saber que ha sido respetado al no precipitarse en la resolución de un asunto. Dar tiempo para que se asienten los pensamientos sentimientos y reacciones, demuestra a la otra persona que no se trata de un juego de poder para ver quién gana. Sino más bien, la paciencia revela que nuestra voluntad de dar tiempo al asunto para determinar la dirección a seguir, es la gracia trabajando en nosotros. Nuestra paciencia puede servir de maestra a un miembro de la comunidad para cualquier situación futura en su vida. La paciencia puede crear un vínculo de comunión entre dos personas, que discrepan sobre un asunto y eventualmente llegan a una visión común sobre su resolución.

Y así, en nuestra disposición a ser pacientes hay tantas bendiciones que vienen. En primer lugar, reconocemos en lo más profundo de nuestros corazones que se trata de un asunto para que la gracia de Dios haga su milagro de conversión. Y eso nos convierte en un instrumento de la obra de Dios, que nos debería dar un sensación de gran valor: ser un instrumento de Dios. En segundo lugar, cada vez que podemos poner en las manos de Dios el cuidado de nuestros hermanos o hermanas de comunidad, y esperamos pacientemente a que algo le mueva en el camino perfecto preparado por Dios. En tercer lugar, a veces descubrimos que nuestro bienintencionado plan para alguien no es el plan de Dios para ese hermano o hermana. O que nuestro plan esperado se está elaborando todavía en el misterio de la gracia en el tiempo divino y no en el tiempo humano. En cuarto lugar, la paciencia, cuando se practica una y otra vez, calma nuestra alma y nos da la paz que marca la diferencia en la manera en que nos acercamos a la gente en general, y también en la manera en que nos ven. Un abad más pacífico, tranquilo y reflexivo es siempre alguien a quien es más fácil acercarse, y alguien a quien estamos dispuestos a abrir nuestro corazón. Y en quinto lugar, y quizá lo más importante, al practicar la paciencia, imitamos a Dios, cuya interminable paciencia con cada uno de nosotros es una de las mayores bendiciones de la vida. Cuando recordamos los momentos en los que Dios ha esperado a que fuéramos pacientes, a que estuviéramos abiertos, a que estuviéramos dispuestos a escuchar su voz divina, vemos lo bendecidos que hemos sido. Y le estamos agradecidos.


Un conocimiento profundo de los Salmos

Los salmos son nuestros compañeros diarios. Los encontramos 3, 4 ó 5 veces al día, según la disposición de los salmos en tu celebración de la Liturgia de las Horas. Algunas comunidades recitan los 150 salmos en una semana; la mayoría de las comunidades recitan 150 salmos a lo largo de dos semanas, y algunas comunidades más pequeñas en 3 ó 4 semanas, dependiendo según el número de monjes. Recordamos que estas oraciones han sido traducidas del hebreo original al griego, latín, siríaco y arameo. La mayoría de los salmos se encuentran entre los fragmentos de los Rollos del Mar Muerto. Esta colección de oraciones ha sido recitada y utilizada como fuente de oración durante más de 2.500 años, tanto en el culto como en la oración privada. Los estudiosos de la tradición del desierto observan que es el Nuevo Testamento el que más a menudo se refleja o se cita en la tradición del desierto. Sin embargo, cuando los padres del desierto citan el Antiguo Testamento, lo hacen siempre a partir de los salmos. Y es interesante notar que cuando se citan los salmos, es a menudo una línea la que se repite numerosas veces o reformulada, como proveniente de su oración. Esto ocurría mientras tejían sus cestas o trenzaban sus cuerdas.

No pensamos a menudo en hacer lectio divina o meditar sobre los salmos, y sin embargo eso es lo que está en el corazón de la recitación de los salmos en la Liturgia de las Horas y en la tradición del desierto. La Instrucción General para la Liturgia de las Horas establece claramente una distinción entre la «recitación de los salmos» y la «oración de los salmos». En las primeras ediciones de la Liturgia de las Horas después del Concilio Vaticano II, se insertaron breves colectas para acompañar a los salmos. A veces se recitaban, a veces se rezaban en silencio, y a veces se ignoraban. Pero la cuestión era que la tradición de rezar a partir de los textos de los salmos se remonta a la tradición primitiva de nuestra oración comunitaria. La cuestión que se nos plantea es la siguiente: «¿Cómo suscitan los textos de los salmos la oración de nuestros corazones; cómo las palabras del salmo encienden en nosotros un fuego que llama a Dios en la oración del corazón?».

Menciono esto porque a veces podemos pasar por la recitación de los salmos sin ninguna pausa que anime a la oración o a la reflexión. Como cualquier libro de la Biblia, los salmos son también la palabra inspirada de Dios.

Dios nos habla a través de esas palabras y nos pide una respuesta. En los últimos años, el estudio de los salmos ha señalado que el primer salmo del salterio es un salmo de la Torá, un salmo de instrucción. ¿Sugiere ese salmo que todo el libro de los salmos es, más que una colección de oraciones, una guía para una vida recta y justa, en contraste con la violencia y la guerra que impregnan nuestro mundo actual?, y ¿los salmos que hablan de violencia, enemigos y odio, no están llamándonos a orar por esa necesidad e intención por nuestro mundo, por nuestros hermanos y hermanas de la familia humana en situaciones desesperadas? Puedo decirles, desde los días de mi noviciado, el Salterio ha sido un compañero constante de oración y reflexión. Reúne una multitud de diferentes tipos de oraciones en las que nuestro corazón se dirige a las luchas de la vida con los enemigos, la violencia de la guerra, la alabanza profunda y la acción de gracias. No puedo alentar lo suficiente una comprensión profunda de la riqueza que encontramos en el Salterio para nuestra vida diaria, nuestra oración diaria y nuestra reflexión diaria sobre los movimientos de nuestro mundo actual. ¡Conozcan y amen el Salterio, mis buenos hermanos y hermanas! Fomentadlo entre vuestros hermanos y hermanas de comunidad, y entre los que vienen a nosotros para la oración, el retiro y el silencio.


Paternidad espiritual y amor fraterno

En la lectura de la Regla de san Benito, el papel del abad como padre espiritual es la imagen más pronunciada de quien dirige la comunidad. «Todo lo que (el abad) enseña y manda debe, como la levadura de la justicia divina, impregnar la mente de sus (hijos)» (Rb 2,5). El abad debe mostrar igual amor a todos y aplicar a todos la misma disciplina según sus méritos (Rb 2, 22). El abad debe recordar siempre lo que es y acordarse de lo que es llamado - padre -(RB 2,30)». Hay tantas otras referencias a la paternidad espiritual del abad, y todos las conocéis bien. Y, sin embargo, hay algunos peligros con el título de paternidad espiritual. Si se ejerce con demasiada fuerza, los monjes se sienten como niños, personas sin responsabilidad, iniciativa e inteligencia. Si se enfatiza demasiado, puede crear una atmósfera de inmadurez que tiene efectos negativos en el crecimiento y la vitalidad de la comunidad. Y, sin embargo, cuando hay un fuerte sentido de tener un padre espiritual a la cabeza de la comunidad, existe la expectativa de buena voluntad en la comunidad, un deseo de bienestar para todos y un sentido de dirección para el futuro. Todos necesitan saber que hay alguien cuya vida y visión se centran en la vida de la comunidad.

Una de las formas en que la paternidad espiritual crea un sano equilibrio es a través de un sentido de amor fraternal proveniente del abad. Una vez más, escuchemos a la tradición del desierto para que nos dé algunas perspectivas.

«En cierta ocasión, el abad Juan subía desde Escete con algunos hermanos. Y el monje que los guiaba se equivocó de camino, pues era de noche. Algunos de los hermanos le dijeron al abad Juan: “Qué haremos, Padre, pues nuestro hermano ha errado el camino y podemos perdernos en la oscuridad, e incluso morir en estos senderos desiguales”. Y el abad Juan respondió: “Si le decimos algo negativo, se sentirá mal y desanimado. Pero yo fingiré estar agotado y diré que no puedo caminar más, sino que debo acostarme aquí hasta que llegue la mañana”. Y así lo hizo. Y el otro hermano dijo: “Tampoco nosotros seguiremos, sino que nos sentaremos a tu lado”. Y se sentaron hasta la mañana, para no desanimar ni herir a su hermano».

Allí, el ejemplo del abad habló en voz alta a sus hijos, y siguieron su ejemplo. Vieron el amor de su padre espiritual y quisieron seguir su ejemplo.

El amor a los hermanos es muy importante. Cada monje necesita saber dos cosas: en primer lugar, que es amado y cuidado, y también que tiene un padre espiritual en la persona del abad de la comunidad. La diferencia que esto marca en la vida de la comunidad es tan tangible y distinta, que sabes que esta comunidad vive con un amor fraternal que fluye de la relación con el padre espiritual. La palabra amor no siempre es un término cómodo para los hombres. Algunos usan términos para describir el amor como ser solidario, alentador, cuidadoso, simpático, amable, comprensivo y compasivo. Esto es cierto y puede ser útil, pero no debemos perder el verdadero sentido de la palabra amor porque las Escrituras nos recuerdan que «Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios» (1 Jn 4,16b). Y San Pablo nos dice en su carta a los Romanos: «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que ha sido enviado a nosotros por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado» (5,5). También sabemos, por medio de las Escrituras, que el amor que Jesús exigía a sus discípulos no siempre era fácil. A veces, para amar a uno de tus hermanos o hermanas, tienes que disciplinar a la persona, hacer un cambio en su vida, que no será un ajuste fácil; pero si se hace con amor, tiene un peso significativo. Cuando un monje sabe que su abad le ama y se preocupa por él, que está dispuesto a sacrificarse por él, e incluso cuando tiene que hacer un cambio por el bien de otra persona, si hay amor fraterno, hay también una comunión de espíritus que revela el amor de Dios allí presente.

Algo que es muy práctico y ha sido importante para mí es la oración por los hermanos. No me refiero a ver una necesidad y recordarla en tus intenciones, que es importante; sino, más aún, primero como Abad de la Abadía de la Concepción y ahora como Abad en Sant Anselmo, es que he rezado por cada monje de mi comunidad por su nombre, cada día. Y podría decir que aún lo hago, por mi comunidad de origen, por los monjes de la Abadía de la Concepción. Me gustaría creer que por eso me siento tan feliz de volver a casa después de 8 años en Roma. Sí, me ha encantado Roma; aquí he hecho amigos maravillosos, he vivido muchas experiencias enriquecedoras. He apreciado mucho visitar las comunidades de benedictinos y benedictinas, y sin embargo conozco el lugar y la gente donde he amado profundamente y soy amado, y sé dónde está mi hogar, y estoy deseando volver allí para emprender el siguiente Capítulo de mi vida monástica.

En muchos sentidos, estas cuatro ideas -crecer en el conocimiento de uno mismo, exhibir la virtud de la paciencia, encontrar un hogar en los salmos, y llevar el amor a tu servicio como abad o abadesa - son sencillas y distintivas, pero no sólo de San Benito, sino también de Jesús, tal y como se muestra en los Evangelios.

Se nos confían almas humanas - hombres y mujeres con grandes ideales y también con personalidades y capacidades frágiles. Cuando nuestra relación con cada uno de los miembros de nuestra comunidad crece en una experiencia de comunión, la comunidad monástica muestra una vitalidad que sólo puede provenir de la gracia de Dios que actúa en ella.

Cuando estamos dispuestos a recorrer el camino difícil con otro, e incluso cuando no estamos seguros del siguiente paso, estamos llevando a cabo el trabajo de la Regla y del Evangelio. Aunque parezca tan sencillo, es también tan profundo en la construcción del reino de Dios dentro de nuestras comunidades monásticas.

Antes de terminar esta charla, hay algunas personas a las que me gustaría agradecer públicamente por su ayuda y aliento durante estos últimos ocho años. El Prior de Sant Anselmo, P. Mauricio Wilde de Münsterschwarzach, ha estado aquí conmigo durante los últimos 8 años. Le agradezco el generoso uso de sus habilidades y talentos en la organización de la vida del colegio. Cuando estoy lejos de Sant Anselmo, me siento seguro de que el cuidado de los monjes, que viven y estudian aquí, están en buenas manos.

Doy las gracias también al subprior, el P. Fernando Rivas de la Abadía de Luján en Argentina, por su generoso servicio tanto en el colegio como en el Ateneo. Ha multiplicado los programas de formación monástica en diversos idiomas a benedictinos y cistercienses de todo el mundo. Doy las gracias al Rector del Ateneo, P. Bernhard Eckerstorfer de la Abadía de Kremsmünster en Austria por su genio creativo para hacer avanzar nuestra universidad y formar una comunión fuerte entre el profesorado y los estudiantes. Agradezco al P. Geraldo Lima y González por su trabajo en la Tesorería y su labor como Procurador de varias de nuestras Congregaciones. El P. Geraldo es una de las personas más generosas, que aplica sus talentos dondequiera que se necesitan. El P. Rafael Arcanjo que también trabaja en la Oficina de Negocios y supervisa a nuestros voluntarios, que ayudan a que la vida siga avanzando aquí. El Sr. Fabio Corcione como supervisor de nuestra Oficina de Negocios. Nuestros huéspedes son bien atendidos por el P. Benoît Allogia de la Archiabadía de San Vicente y el Hno. Víctor Ugbeide de Ewu en Nigeria.

El cuidado de la casa como curator domus está hábilmente supervisado por P. Josep Maria Sanroma, de Montserrat, que es también secretario del Prior. El P. Laurentius Eschelböch, canonista y profesor, ha sido muy generoso con su tiempo y energía para ayudar con los problemas canónicos que llegan a la mesa del Primado. Mi secretario personal en la curia, el Sr. Walter Del Gaiso, ha sido nada menos que excepcional en todos sus esfuerzos. Trabaja con esmero, generosidad, y rapidez para realizar una jornada completa de trabajo, día tras día.

Y como ustedes saben, «una buena cocina mantiene una casa sana», así que agradezco sinceramente a Antonio Giovinazzo y a su equipo en la cocina, de la que somos los felices destinatarios estos días. Es importante ofrecer unas palabras de agradecimiento a la Hna. Lynn McKenzie, Moderadora de la CIB; nuestras comunicaciones y el trabajo conjunto han sido una muestra de la importancia de la colaboración entre benedictinos y benedictinas.

Y la última palabra aquí va a los abades que han permitido a estos monjes estar aquí en Sant Anselmo como profesores y funcionarios. Son hombres de talento que sin duda se echan de menos en sus comunidades de origen debido a los dones y talentos que generosamente comparten con esta comunidad de San Anselmo. A ustedes, queridos hermanos-abades, les dirijo un sincero agradecimiento y profunda gratitud. Sant Anselmo vive y respira nueva vida gracias a su generosidad y abnegación.

«No antepongamos nada a Cristo, y que él nos lleve a todos juntos a la vida eterna. Amén» (RB 72:11).

Dom Jeremias Schröder, nuevo Abad Primado

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Perspectivas

Un Artículo de Vatican News

14 de septiembre 2024


Abad Schröder elegido Abad Primado de la Confederación Benedictina


Dom Jeremias Schöder, de 59 años, fue elegido Abad Primado de la Confederación Benedictina el 14 de septiembre.

©Sant'Anselmo.

El nuevo Abad Primado fue anteriormente Abad Presidente de la Congregación de Santa Otilia en Baviera. La elección tuvo lugar durante el Congreso de Abades, que tuvo lugar del 9 al 19 de septiembre de 2024 en San Anselmo.

El Abad Schröder, monje benedictino desde hace 40 años, sucede al Abad estadounidense Gregory Polan. Estudió filosofía, teología, historia y archivística en el Pontificio Ateneo de San Anselmo y en el St. Benet's Hall de Oxford. También es muy conocido por AIM, habiendo servido por muchos años en el Consejo de esta organización, que se ha beneficiado de su talento.

Tan pronto fue elegido, el P. Jeremías habló de la situación en los países afectados por conflictos:

«El mundo está en llamas en estos momentos. Tenemos aquí el testimonio de abades que vienen de países en guerra en Ucrania y Tierra Santa. La semana que viene, durante este Congreso, los abades trataremos de reflexionar juntos sobre cómo podemos responder al lema de nuestra orden «Pax», paz. Reflexionaremos sobre cómo podemos contribuir verdaderamente a la paz a través del trabajo de nuestras comunidades, a través del testimonio, construyendo puentes entre culturas. Oriente y Occidente se separan. Los benedictinos tienen la antigua misión de estar en relación con las Iglesias orientales. Hay algo en lo que realmente podemos contribuir y trabajaremos en ello».


La Contribución de los Benedictinos

Cuando el Papa Francisco se reunió con los monjes de la Confederación Benedictina el 19 de abril de 2018, expresó su «consideración y gratitud por la considerable contribución que los benedictinos han aportado a la vida de la Iglesia, en todas partes del mundo, durante casi 1.500 años» viviendo su lema “Ora et labora et lege”, Oración, trabajo, estudio».

«En esta época, en la que la gente está tan ocupada que no tiene suficiente tiempo para escuchar la voz de Dios sus monasterios y conventos se convierten en oasis, donde hombres y mujeres de toda edad, origen, cultura y religión pueden descubrir la belleza del silencio y redescubrirse a sí mismos, en armonía con la creación, permitiendo que Dios restablezca el orden justo en sus vidas. El carisma benedictino de la acogida es sumamente valioso para la nueva evangelización, porque ofrece un modo de acoger a Cristo en cada persona que llega, ayudando a aquellos que buscan a Dios, a recibir los dones espirituales que Él tiene reservados para cada uno de nosotros».

Autoridad y Libertad

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Reflexiones

Dom Mauro-Giuseppe Lepori, OCist

Abad General


Autoridad y Libertad

Curso para Superiores de la Orden del Císter

Roma, 21-26 de septiembre de 2023


Proponer un camino de conversión

Para comprender lo que significa ejercer una responsabilidad en la Iglesia y en el ámbito monástico, sin abuso de poder y de conciencia, resulta más útil considerar el tema positivamente que negativamente, para comprender también que, si hay desviaciones abusivas en nuestros superiores y en nuestras comunidades, la solución es más una conversión que una corrección. A menudo tratamos de corregir las actitudes equivocadas sin tener especialmente en cuenta que la conversión es necesaria para que una persona, una comunidad o una situación puedan ser corregidas. Cristo vino a corregir a la humanidad proponiendo un camino de conversión, y un camino de conversión siguiéndolo a él.

Es importante comprender esto. Creo que todos experimentamos, en cualquier nivel de trabajo pastoral que se nos haya confiado, que todo esfuerzo de corrección sin proponer un camino de conversión es estéril, no da fruto, no cambia nada, empeora la situación. La tentación de querer corregir sin proponer un camino de conversión contradice un principio que es fundamental para mí, expresado por el Papa Francisco en Evangelii Gaudium: que es más importante iniciar procesos de vida que conquistar espacios de poder. Releamos este párrafo de Evangelii Gaudium:

«Uno de los pecados que a veces se advierten en la actividad sociopolítica consiste en privilegiar los espacios de poder en lugar de los tiempos de los procesos. Darle prioridad al espacio lleva a enloquecerse para tener todo resuelto en el presente, para intentar tomar posesión de todos los espacios de poder y autoafirmación. Es cristalizar los procesos y pretender detenerlos. Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno. Se trata de privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos. Nada de ansiedad, pero sí convicciones claras y tenacidad» (EG 223).

Cuando analizo las situaciones de abuso de poder y de conciencia que llegan a un punto de crisis extrema, como un absceso que se rompe, no me resulta difícil reconocer a nivel de una persona o de una comunidad lo que el Papa describe aquí para toda la sociedad. Así, a menudo sucede que también en los monasterios ciertas personas, «tratando de poseer todos los espacios de poder y de autoafirmación», se oponen contra los procesos alentadores que pacientemente generan la vida de la comunidad, incluso en el ámbito económico, pero que son necesariamente de comunión, de servicio mutuo, de humilde afirmación del otro más que de uno mismo.


© OCist.

Un peligro ya previsto en el Evangelio

Pero mucho antes que el Papa, toda la tradición monástica nos habla de ello, la Regla de San Benito nos habla de ello, y ante todo y sobre todo Jesús mismo nos habla de ello en el Evangelio.

Es interesante notar que cuando Jesús habla de la autoridad y el poder en la comunidad cristiana, nos advierte inmediatamente contra el peligro de abusar de ella:

«Por tanto, también vosotros estad preparados, porque en el momento que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso el frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: “Mi señor tarda”, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» (Mt 24, 44-51)


Alimentar y guiar

El primer aspecto que hace dramática toda responsabilidad en la Iglesia, a todos los niveles, es el marco escatológico en el que es encomendada y solicitada. Jesús nos pide que lo vivamos dentro de nuestra vigilancia por la venida del Hijo del hombre. Quien recibe un poder en la Iglesia, no está invitado a pensar en primer lugar en el espacio en el que debe ejercerse, sino en el tiempo determinado por la imprevisible inminencia de la venida de Cristo. La autoridad hay que vivirla «manteniéndose listo» para acoger al Hijo del hombre, que viene a dar plenitud al universo y a la historia. Este «estar preparado» requiere una atención profunda que no se limite a mirar a las nubes en espera de Cristo, como hicieron instintivamente los Apóstoles después de su ascensión: «Hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como lo habéis visto subir al cielo» (Hch. 1, 11).

En la parábola que acabamos de leer, Jesús dice explícitamente lo que hay que mirar en vez de a las nubes: «¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso el frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así.». (Mt 24, 45-46). El siervo es puesto a la cabeza de sus consiervos «para darles su comida a su tiempo».

Esta imagen puede parecernos poco realista, y sin embargo también al primero de los Apóstoles, Pedro, es decir a la mayor autoridad de la Iglesia, en el momento culminante de su vocación, ninguna otra tarea le fue confiada por Jesús resucitado más que ésta:

«Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: “Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?” Le dice él: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Le dice Jesús: “Apacienta mis corderos”. Vuelve a decirle por segunda vez: “Simón, de Juan, ¿me amas?”. Le dice él: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Le dice Jesús: “Apacienta mis ovejas”. Le dice por tercera vez: “Simón de Juan, ¿me quieres?”. Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: “¿Me quieres?” y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”. Le dice Jesús: “Apacienta mis ovejas”». (Jn. 21,15-17)

Jesús acababa de dar de comer a sus discípulos: «Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro...». Una comida de pescado preparada por el mismo Jesús y aumentada por los peces traídos por los discípulos, pero alcanzada por la gracia del milagro hecho posible por la presencia y el mandato del Resucitado (cf. Jn 21,1-14). Es en este marco eucarístico donde Jesús le pide a Pedro que su amor corresponda al Suyo, que por él y por todos dio su vida en la Cruz. Y es en este marco eucarístico, donde Jesús le confía a Pedro y a la Iglesia la misión de apacentar el rebaño. «Apacentar» significa ante todo alimentar, hacer que las ovejas coman, asegurarse de que encuentren pastos, lugares en los que puedan comer hierba verde y beber agua fresca. Esto es lo que expresa el hermoso salmo 23 expresa:

«El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace recostar. Me conduce hacia fuentes tranquilas. y repara mis fuerzas. Me guía por un sendero justo, por el honor de su nombre. [...] Preparas una mesa ante mí en presencia de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa». (Sal 23,1-5).

En las tres órdenes «¡Aliméntate!» que el Resucitado da a Simón Pedro, el Evangelio utiliza dos verbos griegos: boskō (Jn. 21,15.17) y poimainō ( Jn 21,16). El primero alude al hecho de «procurar alimento» al rebaño, el segundo parece referirse más a toda la tarea de «cuidar» el rebaño, es decir, guiarlo, vigilarlo, protegerlo, pero siempre procurándole comida fresca y agua. Pues, ¿Por qué cuidar un rebaño, guiarlo, si no es para conducirlo hacia pastos verdes y aguas tranquilas como dice el Salmo 23? Toda función pastoral en la Iglesia, toda autoridad dada por Cristo sobre las ovejas y el rebaño, siempre incluye la tarea fundamental de alimentar a los corderos, las ovejas, el rebaño, para que vivan, para que crezcan, para que sean fecundas y, a su vez, sean capaces de cuidar otras ovejas, de alimentar y guiar a otros rebaños.

El papel esencial de un pastor (sea hombre o mujer) es alimentar a las ovejas para que tengan vida. Jesús lo dice y lo repite en el capítulo 10 de Juan: «Yo soy el buen pastor». El buen pastor da la vida por sus ovejas» (Jn. 10,11). ¿Cómo la da? Haciéndose Pan vivo, dando su Cuerpo y derramando su Sangre como alimento y bebida de vida eterna (cf. Jn. 6).


El Pan es la Palabra de Dios

Este don sacramental de Cristo no es simplemente pan, no es simplemente vino. Es la Palabra de Dios hecha carne (Jn. 1,14). De hecho, como Jesús mismo le recuerda al diablo para oponerse a su tentación: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt. 4,4). En el origen de este dicho en el Deuteronomio, (Dt. 8,3). Moisés explica que también el don del maná, del alimento físico que Dios da a su pueblo, tiene por objeto llevarnos a alimentarnos de la palabra de Dios.

«Te humilló, te hizo pasar hambre, te dio a comer el maná que ni tú ni tus padres habíais conocido, para mostrarte que no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca del Señor»

El pan de la palabra de Dios alimenta y guía a su pueblo, y sólo poniéndose al servicio de la escucha de la Palabra de Dios, de la Palabra de Dios que es Cristo, en el Evangelio, el pastor verdaderamente apacienta las ovejas, las alimenta, las guía, las protege y las libera.

Así, cuando surgió cierto descontento en la comunidad cristiana con respecto a la distribución de los alimentos materiales, los Apóstoles comprendieron enseguida que lo esencial para ellos era servir el pan de la Palabra: «No es justo que dejemos de predicar la palabra de Dios para servir a las mesas» (Hch 6,2).

Es interesante notar también que, aunque los diáconos fueron instituidos para servir a la mesa, el ministerio en el que más insisten no es servicio práctico, sino siempre el de la Palabra de Dios, de proclamación, de catequesis, de testimonio público. El ejemplo de San Esteban muestra también claramente que, para los diáconos, es sobre todo a través de la proclamación de la Palabra, que dan su vida por sus ovejas.

No puedo profundizar en este tema tanto como querría. Pero me limitaré a subrayar que, si queremos entender cómo estamos llamados a desempeñar una responsabilidad pastoral en nuestras comunidades y en la Orden, a todos los niveles, y si queremos entender cómo evitar o reparar los abusos de poder, es importante centrarse en este aspecto. Si la autoridad en la Iglesia está llamada a apacentar las ovejas, el rebaño; si está llamada a alimentar y guiar a los hermanos y hermanas, no debemos olvidar que este ministerio es, para Cristo y para la Iglesia, esencialmente un servicio de la Palabra de Dios, de la Palabra que es la única que alimenta verdaderamente el corazón de los hombres y los guía por el buen camino.

Ya he repetido en varias ocasiones las últimas palabras que el abad Godofredo de Acey me dijo antes de dejar la casa de la montaña de Hauterive, para la excursión en bicicleta por la montaña en la que encontró la muerte en la tarde del pasado 3 de agosto. Nos había alcanzado a mí y a otro compañero el día anterior e iba a quedarse con nosotros durante una semana. Como ya he contado, en el momento de su partida, yo estaba pintando una acuarela de un pastor en un camino rodeado de una docena de ovejas. Él se había inclinado para mirarla, y yo le dije que no la había terminado porque algo no me satisfacía en las proporciones entre el pastor y las ovejas. Él me dijo, y fue prácticamente lo último que dijo en su vida: «No, está bien. Pero uno tendría que ponerles orejas a las ovejas».

Desde entonces no me he cansado de meditar sobre este consejo, y entiendo que aludía a la tarea esencial que San Benito asigna al abad del monasterio. Hablaba de ello hace poco en la homilía de la Bendición de la abadesa de Seligenthal:

«San Benito era extremadamente consciente de que el primer servicio de la autoridad es el servicio de la Palabra de Dios que se ofrece constantemente a los hermanos y hermanas, como una luz en los pasos del camino que nos lleva a la vida eterna. O más bien parece que toda la responsabilidad del superior, aquello sobre lo que será juzgado en la venida de Cristo, es precisamente la responsabilidad de una enseñanza que permita a los hermanos y hermanas escuchar la llamada de la Palabra, la llamada del Esposo a la unión con Él. San Benito escribe en el capítulo 2 de la Regla: «El abad no debe enseñar, establecer o mandar nada que sea ajeno al mandamiento del Señor; antes bien, sus disposiciones y sus enseñanzas deben caer en las almas de los discípulos como levadura de justicia divina. Que el abad recuerde siempre que en el temible juicio de Dios se evaluarán ambas cosas: su enseñanza y la obediencia de los discípulos» (RB 2, 4-6). La obediencia de los discípulos es «escuchar» más que «hacer», como sugiere, al fin y al cabo, la conocida etimología del término obediencia: ob-audire. La obediencia es una escucha intensa, que implica toda la libertad y decisión, implica el corazón. Sin ella, difícilmente se puede seguir a Cristo con todo el corazón, es decir, no sólo exteriormente, aparentemente, sino realmente, con todo el ser. La escucha de los discípulos, debe ser la principal preocupación de quien los guía». (Bendición de la Madre Christiane Seligenthal, 19-08-2023).


El ámbito de la autoridad es la libertad

Ser conscientes de que San Benito hace al superior del monasterio responsable ante el juicio final de Dios «de su enseñanza y de la obediencia de los discípulos [es decir, de su escucha]» (RB 2:6) significa ser conscientes de que el ámbito de la autoridad en la Iglesia, antes de tratarse de la disciplina, del buen funcionamiento y del orden de las personas y de las comunidades, es esencialmente su libertad atraída por Dios a la amistad con Él.

Nuestra responsabilidad no es ante todo disciplinar, es decir: no somos responsables en primera instancia de lo que los hermanos o hermanas hagan o dejen de hacer. San Benito se preocupaba más de que las ovejas del rebaño «tengan oídos» para escuchar la voz del Señor y esta es la responsabilidad que cada pastor de una comunidad debe tener; una responsabilidad que se ejerce en primer lugar con la propia obediencia, con la propia escucha de la Palabra de Dios, de la voz del Esposo.

Esto significa que no se lucha contra el abuso de poder principalmente con protocolos de comportamiento para evitar errores y actitudes equivocadas. Claro que son necesarios, pero son como diques que sólo tienen sentido y sirven para algo si el río fluye. Si el río está seco, los diques son inútiles.

San Benito también advierte al abad contra posibles desviaciones en el ejercicio de su autoridad, por ejemplo, prefiriendo a determinadas personas (RB 2, 16 ss.), o preocuparse más por las cosas «transitorias, terrenas, pasajeras» que por las almas (RB 2, 33). O más bien una tendencia al perfeccionismo que le lleva a uno a fregar tanto el óxido que la vasija se rompe (RB 64:12). O los celos hacia los colaboradores (RB 65:22). También el no acudir al consejo de la comunidad o de los ancianos es un abuso en el que puede caer el abad (RB 3:13). También no corregir a los hermanos descarriados por cobardía puede ser un abuso grave, un abuso de omisión en el ejercicio de la autoridad que se nos confía (RB 2:26). En la Regla se pueden encontrar muchos ejemplos de cómo un superior o responsable de un ámbito de la vida comunitaria puede caer en el mal uso de su responsabilidad.

Pero la gran y constante preocupación de San Benito es que el abad construya la escucha de los hermanos con sabias enseñanzas extraídas de la Palabra de Dios y de la Iglesia. La enseñanza que verdaderamente transmite la Palabra de Dios, que transmite verdaderamente a Cristo, Palabra de vida, libera el corazón y el alma de las personas porque no las atrae a sí mismo, al que enseña, al que gobierna, sino al Señor que llama a cada uno a seguirle, que atrae a cada uno hacia la amistad con Él.

Cuando esta tarea se descuida, y por desgracia veo que todo lo que el superior pide, exige, aconseja, decide, permite o prohíbe, todo ello puede convertirse en abusivo, porque es como si no se dirigiera a la libertad de las personas; no tanto a la libertad de elección, sino a la libertad que Dios atrae hacia sí con amor y como amor. Si uno no se dirige a sí mismo a esta libertad, si no se dirige al corazón hecho por Dios, acaba por dirigirse solamente a la voluntad de aceptar o rechazar entrar en un marco.

En otras palabras: quien no transmite la voz del Esposo que llama y atrae a los corazones a la unión con Él y en Él, propone indefectiblemente un sistema moral, unas normas de comportamiento, no una vida, aquella para la que hemos sido creados por el Padre y llamados por el Hijo en el don del Espíritu.


Una autoridad humilde y pobre

Vivir así la autoridad requiere no tanto capacidad como pobreza, humildad. En primer lugar, una pobreza ante Dios, la humilde pobreza de escuchar primero, de tener ante todo hambre y sed de la Palabra de Dios más que de cualquier otra cosa. La pobreza de renunciar ante todo a satisfacernos con otras cosas, con otras satisfacciones, que no son Cristo mismo, el Esposo que viene.

El siervo infiel de la parábola que he citado al principio es condenado porque, además de maltratar a sus semejantes, se dedica a alimentarse y a emborracharse con lo que debería dar a los hermanos, y ya no desea que vuelva el amo.

«Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: “Mi señor tarda”, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes» (Mt 24,48-51).

Jesús lo define como «hipócrita». En su caso la hipocresía consiste en aprovecharse de un cargo que el amo le confió para el bien de los demás. Abusa del poder buscando su propio interés en lugar de ejercerlo en interés del prójimo y del propio amo. Se come él mismo la comida que debía distribuir. Toma para sí lo que debía donar si fuera obediente y fiel: «¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien su señor ha puesto al frente de su casa, para que les dé de comer a su tiempo?» (Mt 24,45).

Dios nos concede una autoridad, un poder, para dar de comer a nuestros hermanos y hermanas a su debido tiempo, para transmitir a los demás el alimento que ellos necesitan según el momento y las circunstancias de la vida. Ser irresponsable en esto solo por el propio interés es un abuso hipócrita de la responsabilidad recibida. La autoridad, la responsabilidad, es menos una función que un carisma. Dios nos da los talentos y dones necesarios para el bien y el crecimiento de los hermanos y hermanas. Es un don del amor de Cristo, un don del Buen Pastor, un don que, cuando falta, debemos pedir, seguros de recibirlo, porque Dios no nos niega nunca lo que es necesario para el bien de los demás. El Espíritu nunca niega a los pastores los dones necesarios para el crecimiento y el camino de las ovejas.

A menudo, cuando les recuerdo a los superiores su tarea de enseñar, para que los hermanos y hermanas puedan «tener oídos» para escuchar al Señor y le sigan con amor y, por tanto, vivan nuestra vocación con amor y alegría, me dicen que no son capaces de hacerlo, que se sienten vacíos, secos, que no tienen ideas. Esta es una respuesta que delata una falsa formulación y comprensión de la autoridad.

En realidad, no estamos llamados a dar lo que viene de nosotros, a transmitir nuestras ideas, nuestras palabras. Estamos llamados a transmitir la Palabra de Dios. Y esto no es posible sin recibir, en primer lugar, lo que debemos dar. No es posible dar sin pedir que ese don sea transmitido. Y aquí veo a menudo el verdadero problema de los superiores: no pedimos a Dios su Palabra. En otras palabras: no escuchamos o, dicho de otro modo, no callamos.


Dar oídos a los pastores

Le estaba contando a un superior general las palabras que Dom Godofredo me había dicho sobre las orejas de las ovejas. Y él me dijo: «¡Muy cierto! Pero no sólo las ovejas necesitan orejas; ¡los pastores también las necesitan!».

¡Claro! O mejor: sobre todo los pastores necesitan oídos, oídos dirigidos a Dios, a Cristo, pero también a los hermanos; oídos dirigidos a los pobres. Tantos abusos surgen justamente del hecho de que algunos superiores no escuchan a nadie, sólo se escuchan a sí mismos. No escuchan a Dios en la oración, no escuchan con humildad a los superiores que están por encima de ellos, no escuchan a la comunidad, no escuchan a sus consejeros, etc.

De nuevo en la parábola que hemos meditado hay una frase que nos ayuda a entender de dónde parte el abuso de poder de quien ha recibido alguna autoridad. Es allí donde Jesús dice: «Pero si ese siervo malvado se dice a sí mismo [textualmente: en su corazón]: “Mi señor se retrasa”» (Mt 24,48). Es justo aquí donde comienza el abuso: en decirse a uno mismo lo que le conviene, lo que parece darnos más poder, más seguridad, en cultivar en nuestro corazón una falsa verdad sobre Cristo y una mentira que no corresponde a la realidad del Reino de Dios. De hecho, el maestro, en realidad, viene pronto, desvela la hipocresía del siervo malvado y le hace que dé cuenta de todo.

Esta frase nos ayuda a comprender que, para ejercer nuestra responsabilidad con la verdad, lo más importante es custodiar de cerca la verdad de nuestro corazón, de nuestros pensamientos, y de ahí la constante disposición para la conversión del corazón. Es también en esto en lo que los superiores deben ayudarse unos a otros, con amistad fraterna. El que tiene autoridad no debe velar sólo por el rebaño, sino sobre todo por su propio corazón, sobre lo que su corazón se dice a sí mismo. Hay discursos que hacemos a nuestro corazón que no escuchan la voz de Dios, que escuchan más la voz del tentador, del demonio que siempre viene a engañarnos con la oferta de su poder mundano como si fuera más grande y más verdadero que el humilde poder de Cristo crucificado, de Cristo que lava los pies a los discípulos, de Cristo que se pone en medio de los demás como el que sirve, el que ama, el que se sacrifica, el que da fruto cayendo en tierra y perdiendo su vida por nosotros.

Esta obra de conversión del corazón no es una ascesis íntima e individual: es el «bajo continuo» de un camino sinodal, en el que descubrimos que caminar con los demás, escucharnos unos a otros, compartir, es lo que nos hace crecer en profundidad, lo que nos hace progresar y nos purifica interiormente, haciéndonos instrumentos de comunión. Porque Dios nos ha dado un corazón sediento de comunión, un corazón a la imagen del Corazón trinitario de Dios, en el que ninguna Persona puede decir «yo» sin pensar en «nosotros».

Pero éste es un aspecto que sólo puedo insinuar, aunque sea fundamental. Gracias a Dios que lo estamos explorando más profundamente al caminar juntos, con toda la Iglesia, en el itinerario sinodal de estos años, del que todos tenemos gran necesidad.


© AIM.

La Posición Actual de la India en la Escena Internacional

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Apertura al mundo

Dom Jean-Pierre Longeat, OSB

Ex Presidente de AIM


La Posición Actual de la India en la Escena Internacional: un Actor Clave


India, una nación en ascenso, ocupa ahora un lugar central en el panorama internacional. Con más de 1.400 millones de habitantes, es el país más poblado del mundo, superando a China en 2023. Este crecimiento demográfico, combinado con la rápida expansión económica, confiere a la India una importancia estratégica tanto a nivel regional como internacional.

Ciudad de Vijayawada, Andra Pradesh (India, centro-este). © AIM.

Una economía en rápido crecimiento

La economía india es una de las más dinámicas del mundo, registrando impresionantes tasas de crecimiento anual, a menudo superiores al 6-7% en los últimos años. El país es ahora la quinta economía mundial en términos de PIB nominal y pronto podría superar a gigantes como Alemania y Japón. Esta expansión económica está impulsada por una creciente clase media, un floreciente sector tecnológico y una mano de obra numerosa y joven.


Un actor geopolítico clave en Asia

En términos geopolíticos, India es un actor importante en el sur de Asia y más allá. Ejerce una influencia considerable sobre sus vecinos inmediatos, especialmente Pakistán, Bangladesh, Nepal y Sri Lanka. India es también un miembro clave de los BRICS, una alianza de países emergentes buscando remodelar el orden económico mundial.

Frente al ascenso de China, India ha reforzado sus alianzas estratégicas, sobre todo con Estados Unidos, Japón y Australia, como parte de la QUAD, una coalición destinada a mantener el equilibrio de poder en el Indo-Pacífico.

La rivalidad con China, exacerbada por las disputas fronterizas en el Himalaya, está impulsando a India a modernizar rápidamente sus fuerzas armadas y a reforzar su posición diplomática.


Diplomacia centrada en el multilateralismo

India ha adoptado una diplomacia multilateral proactiva, desempeñando un papel crucial en organizaciones internacionales como la ONU, donde aspira a un puesto permanente en el Consejo de Seguridad. El país ha tomado también iniciativas en el ámbito del cambio climático, con ambiciosos compromisos para reducir sus emisiones de carbono y promover las energía renovables, en particular a través de la Alianza Solar Internacional.

Como presidente del G20 en 2023-2024, India utilizó esta plataforma para destacar las preocupaciones de los países en desarrollo, subrayando su papel de liderazgo en la promoción de un orden mundial más equitativo.


Retos internos e internacionales

A pesar de sus éxitos, India se enfrenta a importantes retos. A nivel interno persisten las desigualdades económicas, la pobreza sigue siendo un problema importante y las tensiones comunitarias amenazan la cohesión social. En la escena internacional, India tiene que sortear complejas rivalidades geopolíticas, especialmente con China y Pakistán, al tiempo que se esfuerza por mantener relaciones equilibradas con las principales potencias mundiales.


Religión en la India: su complejidad e influencia en la sociedad contemporánea

India, conocida por su diversidad cultural y religiosa, es un país donde la religión desempeña un papel central en la vida cotidiana de sus habitantes. Con una historia rica en tradiciones religiosas, la India es el hogar de algunas de las religiones más grandes del mundo, como el hinduismo, el islam, el cristianismo, el sijismo, el budismo y el jainismo. Esta pluralidad religiosa, que es a la vez una fuerza y un reto, define profundamente la sociedad india contemporánea.

Hinduismo: la religión de la mayoría

El hinduismo es, con diferencia, la religión más practicada en la India, cerca del 80% de la población profesa esta fe, que incluye un amplio rango de creencias, prácticas rituales, filosofías y tradiciones. Templos hindúes, festivales religiosas como Diwali, Holi y Navratri, y peregrinaciones como el Kumbh Mela son elementos esenciales de la cultura india.

El sistema de castas, aunque oficialmente abolido, sigue siendo un aspecto muy arraigado de ciertas tradiciones hindúes. Sigue influenciando en las relaciones sociales, el acceso a los recursos y las oportunidades económicas, a pesar de los esfuerzos del gobierno por promover la igualdad.

El Islam: una presencia importante

Con cerca del 14% de la población, el islam es la segunda religión de la India. Los musulmanes indios, que forman una de las mayores comunidades musulmanas del mundo, ejercen una gran influencia en la cultura, la política y la economía del país. Mezquitas, escuelas islámicas (madrasas) y festivales religiosos como Eid al-Fitr y Eid al-Adha forman parte de la vida india.

Sin embargo, las relaciones entre las comunidades hindú y musulmana han sido a veces tensas, marcadas por episodios de violencia comunal. A menudo, las tensiones religiosas se ven exacerbadas por un discurso político polarizador, lo que supone un reto para la cohesión social del país.

Cristianismo y otras religiones

El cristianismo lo practica en torno al 2,3% de la población, principalmente en los estados de Kerala, Goa y el noreste de la India. La mayoría de los cristianos son católicos, pero también hay comunidades protestantes y ortodoxas. La Iglesia india trabaja en educación y sanidad, con muchas escuelas y hospitales cristianos que desempeñan un papel vital en el país.

Escuela de los monjes benedictinos de Shivpuri.

El sijismo, fundado en el Punjab en el siglo XV, lo practica alrededor del 2% de la población. Los sijs tienen una fuerte presencia en el noroeste de la India, donde son mayoría en el estado de Punjab. Sus contribuciones en la agricultura, las fuerzas armadas y la industria son ampliamente reconocidas.

El budismo y el jainismo, dos religiones originarias de la India, son practicadas por minorías, pero su influencia filosófica y cultural es inmensa. El budismo tiene un significado histórico particular, fue fundado por el príncipe Siddhartha Gautama, conocido como Buda, en el norte de la India.

Retos y problemas religiosos actuales

La diversidad religiosa de la India, si bien es fuente de riqueza cultural, es también fuente de desafíos sociales y políticos. En los últimos años el país ha sido testigo de un auge del nacionalismo hindú, encarnado por el partido gobernante, el Bharatiya Janata Party (BJP), al que se acusa de marginar a las minorías religiosas y promover una visión de la India como una nación hindú. Esta política ha provocado tensiones intercomunitarias, violencia religiosa, linchamientos relacionados con la protección de las vacas sagradas y debates sobre la conversión religiosa.

También se ha criticado al gobierno por el trato que da tanto a musulmanes como a cristianos en asuntos como la Ley de Ciudadanía de 2019 (CAA), que muchos consideran discriminatoria. Este clima de tensión religiosa ha suscitado inquietudes sobre el laicismo de la India, un principio consagrado en su Constitución.


Conclusión

La religión en la India es una fuerza compleja y omnipresente que influye en cada aspecto de la vida social, cultural y política. La diversidad religiosa del país es una de sus mayores riquezas, también terreno fértil para tensiones y conflictos. La India moderna necesita buscar continuamente un equilibrio entre el respeto a sus tradiciones religiosas, la promoción del secularismo y la armonía social, para preservar su unidad y estabilidad.

© AIM.

La Fe Cristiana Develada, con un Enfoque Místico Oriental y Occidental, por J. Monchanin, H. Le Saux y B. Griffiths

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Testigos

Dom Dorathick Rajan, Monje Camaldulense

Prior de Shantivanam (India)


La Fe Cristiana Develada, con un Enfoque Místico Oriental y Occidental, por J. Monchanin, H. Le Saux y B. Griffiths


I- La exploración mística de la Trinidad de Jules Monchanin

Jules Monchanin fue un visionario sacerdote, filósofo y místico francés que dedicó su vida al estudio y la interpretación de la espiritualidad, especialmente de lo fascinante y el fundamento del concepto cristiano conocido como la Trinidad. La Trinidad, en la teología cristiana, se refiere a la creencia en «Dios en tres personas»: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Monchanin profundizó en este concepto, ofreciendo visiones y perspectivas únicas que resuenan con los buscadores de la sabiduría mística.

Comprender la Trinidad desde una perspectiva mística

- Reconocer la naturaleza trina de la realidad.

Monchanin ve que el concepto de la Trinidad no se limita al cristianismo, sino que se extiende más allá de las fronteras religiosas. Él creía que la Trinidad era una cualidad inherente al tejido de la realidad misma. Del mismo modo que hay tres personas distintas pero interrelacionadas en la Trinidad, Monchanin sostiene que toda vida consta de tres elementos interrelacionados: físico, espiritual y la conciencia trascendental como principio unificador.

Según Monchanin, la esencia de la Trinidad reside en el principio de la conciencia, que impregna todos los aspectos de la existencia. Describe la conciencia como una fuerza unificadora, a través de la cual se expresan lo físico, lo espiritual y lo trascendente. En esta comprensión, la conciencia actúa como puente entre lo material y lo divino.

- La Trinidad y el viaje espiritual.

Al explorar la Trinidad, Monchanin subrayó la importancia del viaje espiritual y la búsqueda del autoconocimiento. Sugirió que, al igual que la Trinidad representa tres realidades, los individuos tienen una trinidad interior: mente, corazón y alma; y al armonizar estos tres aspectos, se puede emprender un viaje transformador hacia el despertar espiritual y la unión con Dios.

La relevancia actual de la Trinidad de Monchanin

- Unir ciencia y espiritualidad.

La concepción que Monchanin tiene de la Trinidad tiende un puente entre la ciencia y la espiritualidad, creando una visión global que integra ambas. A medida que la ciencia sigue explorando la interconexión del universo, las ideas de Monchanin crean un marco metafísico para reconocer la unidad de toda la existencia.

- Abrazar la diversidad y la unidad.

En un mundo marcado por la división y el conflicto, la Trinidad de Monchanin nos recuerda la unidad esencial en la diversidad. Al reconocer lo físico, espiritual y trascendente, podemos apreciar la belleza de los sistemas de creencias y encontrar puntos en común para promover la armonía y el entendimiento.

- Despertar la Trinidad Interior

El concepto de Monchanin de la trinidad en nuestro interior -mente, corazón y espíritu- ofrece un camino profundo hacia el crecimiento personal y el autodescubrimiento, al nutrir estos tres aspectos de nuestro ser. Podemos embarcarnos en un viaje de transformación que sigue a la plenitud, el equilibrio y el propósito de vida. La investigación de Jules Monchanin sobre la Trinidad va más allá de las explicaciones religiosas tradicionales, ofreciendo una mística que resuena entre quienes buscan la sabiduría espiritual de todas las tradiciones. Al reconocer la Trinidad de la existencia y abrazando la unidad de la diversidad, podemos emprender un viaje transformador hacia la autorrealización y una relación más profunda con Dios. La Trinidad de Monchanin nos sirve de guía, combinando los aspectos científicos y espirituales, y nos recuerda la profunda interconexión de lo físico, lo espiritual y lo trascendente. Abracemos esta unidad y emprendamos un viaje de mayor conciencia y despertar espiritual.


II- Las enseñanzas de Swami Abhishiktananda (Henri Le Saux)

Explorando el Advaita Vedanta

Swami Abhishiktananda, también conocido como Henri Le Saux, fue un monje benedictino francés que dedicó su vida al estudio y la práctica del Advaita Vedanta. Pasó varios años en la India, sumergiéndose en la tradición hindú y tratando de tender puentes entre el cristianismo y el hinduismo.

Comprendiendo el Advaita Vedanta

El Advaita Vedanta es una escuela filosófica hindú que enfatiza la unidad de la vida y la realidad última, también conocida como Brahman. La palabra «Advaita» se traduce como «no dual». De acuerdo con el Advaita Vedanta, no hay diferencia entre el alma individual (Atman) y el alma universal (Brahma) porque son una en naturaleza.

El viaje de Swami Abhishiktananda

Swami Abhishiktananda pasó muchos años de su vida en ashrams indios y en profundas discusiones espirituales con sabios hindúes. Con un deseo genuino de reconciliar su fe cristiana con las profundas percepciones del Advaita Vedanta, Swami Abhishiktananda se embarcó en un extraordinario viaje de autodescubrimiento.

La unidad de la espiritualidad

Swami Abhishiktananda creía firmemente en la unidad subyacente a todos los caminos espirituales. Vio el Advaita Vedanta como un camino para que los individuos trasciendan las fronteras religiosas y alcancen la verdad universal que subyace a todas las creencias. Según Swami Abhishiktananda, la esencia de la espiritualidad no se limita a rituales o enseñanzas, sino a la experiencia directa de lo divino interior.

Advaita Vedanta y cristianismo

Las búsquedas de Swami Abhishiktananda sobre el Advaita Vedanta influyeron enormemente en su comprensión del cristianismo. Encontró similitudes entre el concepto de Brahman en el hinduismo y la concepción cristiana de Dios.

Para Swami Abhishiktananda, la realización de la realidad no dual era afín al ideal cristiano de unión con Dios. Como dice San Pablo, es con el cuerpo de Cristo. Somos muchas partes de un solo cuerpo, y todos nos pertenecemos.

La ilusión de la separación

Una de las principales enseñanzas del Advaita Vedanta es el concepto de maya o ilusión. Swami Abhishiktananda comprendió que, en última instancia nuestra percepción de la separación divina es una ilusión causada por el ego. La liberación espiritual puede lograrse trascendiendo las limitaciones del ego y renunciando a la ilusión de separación.

El camino de la auto indagación

En el centro de las enseñanzas de Swami Abhishiktananda estaba la práctica de la auto indagación conocida en el Advaita Vedanta como «Atma Vichara». Este proceso implica cuestionar la verdadera naturaleza del hombre y descubrir lo divino subyacente. Indagando en uno mismo, se puede trascender el estado mental y experimentar directamente la unidad de la existencia.

Vivir el momento presente

Swami Abhishiktananda hizo hincapié en la importancia de vivir el momento presente como medio para trascender el tiempo y el egoísmo ilusorio. Uno puede sumergirse plenamente en el presente y adquirir una conciencia profunda para conectar con lo divino eterno.

Amor y compasión universales

Swami Abhishiktananda creía que la unidad visible con lo divino, conduce naturalmente a una efusión de amor y compasión cósmicos. Cuando uno se da cuenta de que su propio yo es divino, se hace imposible que los demás discriminen o tengan prejuicios. Las enseñanzas del Advaita Vedanta animan al individuo a ver lo divino en todos los seres y a tratarlos con amor y respeto.

El viaje de Swami Abhishiktananda a través del Advaita Vedanta fue una exploración de la profunda relación entre el cristianismo y el hinduismo. Sus enseñanzas enfatizan la unidad de todos los caminos espirituales y la universalidad de la verdad divina. Al abrazar las enseñanzas del Advaita Vedanta y emprender el viaje transformador de la autorrealización, se puede experimentar la unidad eterna que reside en todos nosotros.


III- La Unión Única: Explorando el Matrimonio entre Oriente y Occidente - Bede Griffiths

En un mundo cada vez más globalizado, el intercambio de ideas y culturas prevalece más que nunca. Un ámbito en el que este intercambio resulta especialmente intrigante es el de la espiritualidad y las prácticas religiosas. Una persona que dedicó su vida a tender puentes entre las tradiciones espirituales occidentales fue Bede Griffiths.

Vida temprana y viaje espiritual

Bede Griffiths fue profundamente influenciado por su primer contacto con la tradición cristiana occidental. Sin embargo, su viaje espiritual tomó un giro fundamental cuando se encontró con las místicas de Oriente. Al estudiar el hinduismo y el budismo, Griffiths comenzó a reconocer los hilos comunes que conectaban con sus creencias occidentales.

El cambio hacia las tradiciones orientales

El profundo interés de Bede Griffiths por la espiritualidad oriental le llevó a viajar a la India en la década de 1950, donde finalmente eligió establecerse en un monasterio benedictino. Comenzó así un viaje que duraría toda la vida y que conectaría Occidente y Oriente. Abrazando las enseñanzas del hinduismo y el budismo, Griffiths trató de reconciliar estas tradiciones con sus raíces cristianas.

Celda de Bede Griffiths. © AIM.

Diálogo y cooperación interconfesionales

Una de las contribuciones más importantes de Bede Griffiths fue su compromiso inquebrantable con el diálogo y la cooperación interreligiosos. Creía firmemente que, a través de una comunicación abierta y respetuosa, las personas de distintas religiones podían encontrar puntos en común y entendimiento mutuo. Griffiths animó a los médicos de Oriente y Occidente a reunirse e intercambiar ideas significativas.

Espiritualidad universal

La visión más amplia de Bede Griffiths era la creación de una espiritualidad universal más allá de las fronteras religiosas. Creía firmemente que, de cada tradición espiritual, independientemente de su trasfondo cultural o histórico, había una verdad compartida. Abrazando esta verdad universal, Griffiths se propuso crear un marco espiritual que pudiera ser utilizado por individuos de diversos orígenes.

El papel de las prácticas contemplativas

Las prácticas contemplativas desempeñaron un papel importante en la exploración de Bede Griffiths en la exploración del matrimonio Este-Oeste. Estas prácticas, basadas en la meditación, la oración, etc. permitieron a los individuos conectar más estrechamente con lo divino y superar las limitaciones de su ego. Bede Griffiths recomendó prácticas de meditación de las tradiciones orientales y occidentales, tradiciones de inclusión y reconoció su poder transformador para promover el crecimiento espiritual.

Legado e impacto

El innovador trabajo de Bede Griffiths inspira y conmueve a personas de todo el mundo. Su inquebrantable compromiso con el diálogo interreligioso y una visión de la espiritualidad universal, ha tenido un impacto duradero en la forma en que entendemos y practicamos la espiritualidad hoy en día. Sus escritos, enseñanzas y el nombre de la paz local son un faro y un recordatorio infinito.

Poder de conexión y solidaridad entre Oriente y Occidente

El matrimonio entre Oriente y Occidente, tal como lo concibió Bede Griffiths representa una unión armoniosa de tradiciones espirituales. La profunda búsqueda de Griffiths en filosofías orientales y su compromiso con el diálogo interreligioso trascendieron las diferencias culturales y religiosas y produjeron una espiritualidad universal. A través de su perspectiva única, Griffiths dejó una huella indeleble en el panorama espiritual, recordándonos el poder de la unidad y la comprensión en un mundo cada vez más interconectado.

En este viaje de la conciencia, está claro que la unión de Oriente y Occidente no sólo es posible, sino también beneficiosa. Al adoptar las enseñanzas y las prácticas de ambas tradiciones, nos abrimos a un mundo de crecimiento y transformación espiritual. El legado de Bede Griffiths es un testimonio del infinito poder de este matrimonio y nos ofrece el modelo para un futuro espiritual inclusivo e integrado.


Conclusión

Hay Cuatro Pilares «muy» esenciales para nuestra Vida Monástica hoy:

Pilar 1: Silencio y Soledad

Pilar 2: Oración y Meditación

Pilar 3: Simplicidad y Pobreza

Pilar 4: Comunidad y Palabra.

El futuro de la vida monástica está ligado a los retos y oportunidades que presenta un mundo en rápida evolución. Integrando la tecnología, la vida sostenible, la reimaginación de la educación, la apertura de sus puertas a los visitantes, y adoptando un delicado equilibrio entre la tradición y el cambio, las comunidades monásticas pueden seguir siendo relevantes y continuar cumpliendo su propósito atemporal, como individuos que buscan consuelo y propósito en un mundo cada vez más caótico. Por ello, ofrece un santuario de paz, sabiduría e iluminación espiritual.

© AIM.

«Necesitamos una formación litúrgica seria y dinámica»

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Liturgia

Hno. Patrick Prétot, OSB

Institut Supérieur de Liturgie Institut Catholique de Paris

Abadia de la Pierre qui Vire (França)

 

«Necesitamos una formación litúrgica seria y dinámica»

 

La carta del Papa Francisco Desiderio desideravi, publicada en Roma el 29 de junio de 2022, es un acto capital de su pontificado en el ámbito de la liturgia[1]. Es cierto que parece tratar de una cuestión específica, a saber, «la formación litúrgica del Pueblo de Dios», pero en realidad se refiere a las cuestiones litúrgicas de hoy, poco más de 50 años después de la reforma global solicitada por la Constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II (4 de diciembre de 1963). Sin pretender ofrecer un comentario detallado del texto, se trata aquí de introducir al lector en algunas de las cuestiones que plantea este documento del Magisterio. En un contexto de cambio acelerado, Desiderio desideravi se aleja de los controvertidos debates en los que la Iglesia parece estar inmersa desde la reforma exigida por el Concilio Vaticano II[2]. El Papa resitúa la reflexión, por un lado, sobre la formación y, por otra, sobre una doble cuestión a la que el Papa concede gran importancia.

Por un lado, le preocupa la capacidad de las personas modernas para comprometerse en la acción simbólica y, por tanto, por tanto, con el universo relacional que sustenta la liturgia cristiana. La publicación del 17 de julio de 2024 de la carta «Sobre el papel de la literatura en la formación»[3] es un documento en el que la preocupación del Papa Francisco por la «capacidad simbólica» del ser humano contemporáneo se expresa con particular énfasis. En la liturgia, la cuestión es si, y en caso afirmativo cómo, la vida litúrgica actual puede ofrecer un camino de encuentro con Dios.

Por otra parte, el Papa denuncia implacablemente dos arraigadas tendencias que describe como «el veneno de la mundanidad espiritual»: el «neopelagianismo», que tiende a acentuar los esfuerzos de cada persona, a riesgo de transformar la liturgia en una representación ritual, y el «neognosticismo», que tiende a reducir la liturgia a un ámbito de conocimiento destinado a una élite. Sobre este punto, el Papa aporta a la Iglesia las intuiciones del mundo latinoamericano, que toma muy en serio la riqueza de la piedad popular. La formación litúrgica que Francisco pretende promover no tiene como objetivo principal crear «expertos o incluso eruditos litúrgicos, sino a prestar realmente atención a lo que la liturgia nos ofrece. Se podría decir que se trata de formar el yo interior a través y en la celebración.


La liturgia: una preocupación constante del Magisterio de la Iglesia

A partir del siglo XVII, pero sobre todo en el siglo XIX y principios del XX, la ciencia histórica comenzó a interesarse por la liturgia. Este enfoque histórico demostró en gran medida que, las tradiciones recibidas tenían una historia y que las instituciones habían cambiado mucho, a veces incluso radicalmente, a lo largo del tiempo. Sobre esta base, ya no podemos hablar, desde un punto de vista histórico, de una continuidad formal entre la Última Cena de Jesús y la Misa, ya sea la de San Pablo VI o la de San Pío V. Este reconocimiento, a menudo ausente hoy en día, nos ha llevado a reconsiderar la pertinencia de los legados que hemos heredado.

En este sentido que, entre 1951 y 1956, el Papa Pío XII decidió una importante reforma de la Semana Santa, un paso decisivo hacia la renovación litúrgica. Pero, por supuesto, el impulso de aggiornamento del Vaticano II conduciría a una reforma mayor que se llevaría a cabo en los años posteriores al Concilio. Basándose en un conocimiento muy amplio de las fuentes, esta obra debía adoptar un doble principio: un «reaprovisionamiento de tradición» mediante un retorno a prácticas antiguas olvidadas (por ejemplo, la oración de los fieles) y una apertura a innovaciones acordes con las necesidades de nuestro tiempo (por ejemplo, el uso de las lenguas vernáculas).

Desde este punto de vista, muchas de las «innovaciones» del Misal de 1970 se inspiraron y justificaron en prácticas antiguas, a menudo de la antigüedad cristiana. Esta empresa se benefició de la constante y vigilante atención, apoyo e incluso la participación directa de Pablo VI. En su catequesis del 19 de noviembre de 1969, justo antes de la entrada en vigor del nuevo Misal Romano, afirmó que la reforma era «un acto de obediencia a la Iglesia» (al Concilio) y «un paso adelante para su auténtica tradición»[4].

Sin embargo, a pesar de estas afirmaciones, existe un rechazo a esta reforma, que se llevó a cabo esencialmente bajo la autoridad de Pablo VI. El debate se ha relanzado una y otra vez, sin final a la vista. Está fuera del alcance de este artículo volver sobre la compleja historia del rechazo del aggiornamento litúrgico desde el Vaticano II hasta el motu proprio Traditionis custodes (16 de julio de 2021), que puso fin al régimen introducido por Benedicto XVI (motu proprio Summorum pontificum, 7 de julio de 2007). Este último había intentado resolver la oposición a la reforma introduciendo un doble régimen para la liturgia: «Forma Ordinaria» según los libros litúrgicos revisados y la «Forma extraordinaria» según los libros litúrgicos anteriores a la reforma.

El uso de un lenguaje impreciso en este complejo ámbito ha sido, y continúa siendo, muy frecuente, con el riesgo de multiplicar los debates mal informados. Hablar de «rito tridentino» o de «rito tradicional» es contrario al pensamiento de Benedicto XVI. Aunque autoriza ampliamente el uso de libros litúrgicos anteriores a la reforma, Benedicto XVI precisó que no es «apropiado» hablar de «dos Ritos». Además, afirmó que «el Misal publicado por Pablo VI [...] obviamente es y sigue siendo la Forma normal - la Forma ordinaria - de la Liturgia Eucarística, pidiendo que «los sacerdotes de las comunidades adheridas al uso antiguo no pueden, por principio, excluir la celebración según los nuevos libros».

Tras consultar a los obispos, Francisco puso fin a este régimen al establecer «los libros litúrgicos promulgados por San Pablo VI y San Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la expresión única de la lex orandi del Rito Romano» (Traditionis custodes, art. 1). Aunque el debate sigue siendo acalorado y bajo el riesgo de ser divisivo; como guardián de la unidad de la Iglesia, el Papa expresa, una vez más, su posición en Desiderio desideravi, pidiendo que una comprensión «superficial» y «recortada» del valor de la liturgia o «su explotación al servicio de una visión ideológica» no deben desfigurar la celebración de la liturgia, que es el «signo de la unidad» y el «vínculo de la caridad» (nº 16). Resume su invitación a todos en una frase: «La no aceptación de la reforma litúrgica, así como una comprensión superficial de la misma, nos distraen de la obligación de encontrar respuestas a la pregunta que vuelvo a repetir: ¿cómo podemos crecer en nuestra capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica?[5](nº 31). Y para remediar estos obstáculos, propone dos vías, que podemos esperar sean caminos para superar las heridas de la Iglesia con respecto a su vida litúrgica.


Prestar atención a la liturgia

Se trata de «dejarse sorprender por lo que sucede ante nuestros ojos en la celebración» (nº 31). En un mundo que despierta constantemente los sentidos de múltiples maneras, la atención a la acción litúrgica se ha vuelto cada vez más inestable. Los numerosos debates e incluso conflictos sobre himnos o gestos son sintomáticos de esta dificultad de entrar en profundidad en la liturgia como lugar de encuentro con el misterio de un Dios que viene a nosotros para salvarnos.

Esta necesidad de atención se basa en la permanente novedad de este encuentro. En la liturgia, la repetición de palabras y gestos está al servicio de esta novedad. Para los que están dispuestos a entrar en esta aparente repetición, por ejemplo, en la oración de los salmos, la novedad se manifiesta en la disponibilidad para acoger el diálogo profundo entre Dios y la humanidad. Porque es el Espíritu de Dios quien hace nuevas todas las cosas.


Maravillarse ante la belleza del Misterio Pascual

El Papa Francisco desarrolla este tema de la atención invitándonos a maravillarnos como «parte esencial del acto litúrgico» y como «experiencia del poder del símbolo» (n. 26). Sin embargo, no se trata de una aproximación estética: la belleza no va necesariamente unida a la riqueza o la sobreabundancia de recursos, una tentación frecuente que corre el riesgo de alinear la celebración con las tendencias de la sociedad del espectáculo. En esta línea, el Papa denuncia los dos excesos que impiden que la belleza en la liturgia llegue a la verdad. Por un lado, el placer «que se contenta sólo con una cuidadosa observancia exterior de un rito o se contenta con una escrupulosa observancia de las rúbricas». Por otro lado, está «la actitud opuesta, que confunde la sencillez con una banalidad descuidada, o lo esencial con una superficialidad ignorante, o la concreción de la acción ritual con un exasperante funcionalismo práctico» (nº 22).

En realidad, esto significa maravillarse ante la belleza de la Encarnación y del misterio pascual que salva a toda la humanidad, maravillarse ante la belleza del don de Dios, porque «los esfuerzos por mejorar la calidad de la celebración, aunque loables, no son suficientes, como tampoco lo es la llamada a una mayor interioridad». Aún necesitamos acoger la revelación del misterio cristiano: «El encuentro con Dios no es fruto de una búsqueda individual interior de Él, sino que es un acontecimiento dado». (nº 24).


Formación “seria”

El segundo ámbito es la formación: «Tenemos necesidad de una formación litúrgica seria y dinámica». (nº 31). En esta frase hay que destacar los adjetivos que describen el proceso de formación.

Un planteamiento «serio» nos aleja de eslóganes vacíos y de convicciones infundadas, y es lo contrario del enfoque casual tan común en la sociedad del zapping actual. La formación litúrgica requiere un esfuerzo sostenido, sustentado en un trabajo de calidad. En este sentido sólo podemos destacar la importancia de las publicaciones y revistas, conscientes que las opciones en este campo son diversas y a veces presentan opiniones contradictorias. Frente a lo que parece ser una verdadera jungla de opiniones, la formación litúrgica requiere también la adquisición de algunas brújulas, para evitar confusiones y poder escuchar como comunidad, porque solos no podemos discernir.


Una “formación dinámica”

Con el adjetivo “dinámica”, Francisco aporta un acento específico que desarrolló en la carta apostólica Gaudete et exsultate (19 marzo de 2018), un auténtico tratado de vida espiritual para nuestro tiempo. Él nos invita a no dejarnos atrapar por la búsqueda del rendimiento ritual, olvidando la misión y la vida de caridad. Los pilares de la vida cristiana son indisociables: la martyria (anunciar el Evangelio y el testimonio), la diakonía (el servicio, especialmente a los pobres y a los pequeños) y la leiturgeia (culto a Dios). Contra la tentación de transformar la liturgia en un medio de evasión, nos recuerda que la liturgia ofrece un camino, el de la vida del Espíritu, sin el cual el testimonio se pierde en propaganda y la caridad en activismo.

Hablar de «formación dinámica» es, pues, buscar una experiencia espiritual. Decir que somos formados «por la liturgia» significa que la liturgia no es un servicio que se evalúa según criterios subjetivos (el ambiente, la «belleza» de la música, etc.), sino un camino de conversión. Si bien se distingue entre la formación «para» la liturgia (aprender sobre ella) y la formación «por» la liturgia (dejarse formar por ella), aclara que mientras la formación «para» la liturgia es “funcional”, la formación «por» la liturgia es, en su opinión, «esencial» (nº 34). La prioridad concedida a la creación de un ambiente adecuado y la necesidad de «hacer algo» nos llevan a olvidar este aspecto «esencial»: Nos «hacemos cristianos» por la liturgia misma.

Esta realidad se manifiesta, por supuesto, sobre todo en los sacramentos de la iniciación cristiana. Pero es también al rezar juntos el Padrenuestro que los fieles se hacen uno con el Hijo de Dios que ora al Padre celestial. Al decir juntos «Creo», los fieles se convierten en confesores de la fe ante y para el mundo. Al aclamar «el misterio de la fe» durante la anámnesis, los fieles confiesan la gloria del Resucitado. Y al responder «Amén» en la comunión, confirman su vocación como miembros del Cuerpo de Cristo.


Conclusión

En conclusión, la invitación a combinar inseparablemente la formación «para» y formación «por» la liturgia muestra hasta qué punto la atención (y no el juicio) debe ser la actitud primordial en la liturgia. Se trata de estar atentos a un misterio invisible que puede ser percibido a través de signos visibles. En un mundo hiper comunicado (donde las verdaderas relaciones son aún tan frágiles e incluso tan difíciles), se trata de una invitación a evitar todo intento de control de la liturgia con el fin de transmitir un mensaje, ganar apoyo o cultivar convicciones. Se trata, sobre todo, de comulgar con la vida divina que se nos comunica a través de la celebración de los misterios.


[1] PAPA FRANCISCO, Carta Apóstólica Desiderio Desideravi, 29 de junio de 2022. Versión online en el sitio web del Vaticano.

[2] CCf. Pío X, Motu proprio Abhinc duos annos, 23 de octubre de 1913, que expresaba esta necesidad, no dudando en hablar de la necesidad de «limpiar» la «suciedad» que se había depositado en el edificio litúrgico heredado del pasado.

[3] PAPA FRANCISCO, Carta sobre el rol de la literatura en la formación, 17 de julio de 2024.

[4] VEn el mismo sentido, véase: JUAN PABLO II, Carta apostólica Vicesimus quintus annus por el 25to aniversario de la Constitución Conciliar sobre la Liturgia, 4 de diciembre de 1988, no. 4, que alaba el fruto de «al considerable y desinteresado trabajo de un gran número de expertos y obispos de todo el mundo» y sobre todo de una operación “estrictamente tradicional”.

[5] Desiderio desideravi es un recurso útil para todos. Sigue habiendo una flagrante falta de formación incluso entre los que se consideran comprometidos con la reforma del Vaticano II. Los principios aquí expuestos permiten abordar en profundidad la gran cuestión litúrgica, como factor de unidad y no de división (Nota del editor).

Abad Notker Wolf (1940-2024)

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Grandes figuras de la vida monástica

Dom Cyrill Schäfer, OSB

Abadía de Santa Otilia (Alemania)

 

Abad Notker Wolf, OSB

Benedictino Misionero de Santa Otilia

(21 junio 1940 – 2 abril 2024)

 

El Abad Notker Wolf murió inesperadamente en el aeropuerto de Fráncfort el 2 de abril por la noche. Estaba acompañando una peregrinación tras los pasos de San Benito en Italia desde el lunes de Pascua. Como cada vez se estaba sintiendo muy mal, temprano, cogió un vuelo de regreso a casa, a Santa Otilia. Durante la necesaria pernoctación en Fráncfort, murió de un infarto en su habitación. Sólo unas semanas antes, su compañero de profesión y prior durante muchos años, el P. Claudius Bals, le había precedido en la eternidad.

Él mismo y otros han descrito su vida en diversas publicaciones, sobre todo en una biografía aparecida en 2010. Su familia provenía de la región de Moselle y fue a parar a Allgäu durante los años de guerra; en Grönenbach, distrito de Unterallgäu, diócesis de Augsburgo, fue allí donde Werner nació el 21 de junio de 1940 como primer hijo del sastre y obrero de fábrica Josef Wolf y su esposa Katharina, de soltera Katharina Haas. Su infancia se caracterizó por las privaciones y la falta de nutrición, por lo que el crecimiento del niño se atrofió y sufrió problemas estomacales el resto de su vida. Sólo conoció a su padre tras su regreso del cautiverio como prisionero de guerra británico en 1947. Una hija nació en 1952. La escuela primaria en Grönenbach en 1951, la escuela secundaria en Memmingen. El niño, enfermizo pero superdotado, aprendía con gran facilidad, destacó sobre todo en música e idiomas. Su vida cambió tras leer, por casualidad, la revista del monasterio de Santa Otilia, Missionsblätter (Hojas de Misiones). Le cautivaron las descripciones de misioneros que sacrificaban sus vidas en países exóticos. Pudo convencer a sus padres de que le matricularan en el seminario misionero de Sta. Otilia en 1955.

La comunidad del seminario misionero, con su natural camaradería, una amplia educación humanista, el teatro y la música tuvo una gran influencia en el joven. Tras graduarse en el verano de 1961, peregrinó a La Salette y Ars con un compañero de seminario, antes de ingresar en el noviciado de la archiabadía. Se le dio el nombre del erudito y poeta monástico de San Gall, Notker el Tartamudo, cuyas actividades musicales atrajeron al candidato monástico. Los siguientes pasos en la vida monástica incluyeron la profesión temporal el 17 de septiembre de 1962 y los votos solemnes el 10 de octubre de 1965.

En el semestre de invierno de 1962 comenzó sus estudios de filosofía en San Anselmo. Su estancia en Roma coincidió con la apertura del Concilio Vaticano II, que, según él, le marcó profundamente en los ámbitos de la liturgia, la comprensión de la Iglesia y la misión. En el semestre de invierno de 1965 se trasladó a Múnich para estudiar teología, donde tomó numerosos cursos de filosofía y diversas materias científicas para su doctorado. Fue ordenado sacerdote el 1 de septiembre de 1968, mientras estudiaba teología, lo que era bastante común en aquella época.

Tras licenciarse en la Universidad de Múnich en 1970, el padre Notker comenzó un doctorado en filosofía natural en San Anselmo, bajo la dirección del profesor Zeno Bucher OSB, de quien se pretendía fuese su sucesor; al mismo tiempo, comenzó a impartir clases en esta materia, así como en filosofía de la ciencia y temas afines. Durante estos años, también se sumergió profundamente en el mundo urbano de Roma, de modo que hablaba un italiano con el que era muy familiar, con su suave acento romano. Terminó su doctorado sobre la «Cosmovisión cíclica de la Stoa» en 1974. También dirigió la schola de San Anselmo. Más tarde tomaría el título de la schola, «Jubilate Deo», como su lema abacial. 

A finales del verano de 1977 se produjo un gran cambio en su vida. En una cadena de acontecimientos, el abad primado Rembert Weakland fue inesperadamente nombrado arzobispo de Milwaukee durante el Congreso de Abades, por lo que el archiabad Viktor Josef Dammertz, de Sta. Otilia, fue elegido como su sucesor. La comunidad de la archiabadía eligió al profesor romano Notker Wolf como nuevo archiabad el 10 de octubre de 1977. Afortunadamente, el nuevo abad primado Viktor acompañó a su sucesor al Capítulo General de 1977, cuyos informes y puntos de vista fueron de gran ayuda para el nuevo líder de la abadía, al ser introducido en el campo totalmente desconocido del liderazgo congregacional.

Otro golpe de suerte fue que, el nuevo superior, se vio en gran parte aliviado de la gestión de la casa gracias al competente prior Paulus Hörger (1910-1996). En aquella época, de un total de 1100 benedictinos misioneros, la archiabadía contaba jurídicamente con unos 380 monjes, la mitad de los cuales se encontraban en misiones extranjeras. El estilo del nuevo jefe del monasterio se describía como rapidissimo, pero como esto iba acompañado de un alto nivel de inteligencia, una generosa y confiada voluntad de delegar, un estilo claramente fraternal y un sentido del humor humano, no se percibía como perjudicial.

Dom Notker Wolf en la asamblea ISBF (India) in 2015. © AIM.

Gracias a una amplia liberación de los deberes monásticos internos, el archiabad pudo realizar varios viajes al extranjero, cada año, a las casas de la Congregación.

Gracias al estilo dinámico del nuevo archiabad se produjeron una serie de cambios de orientación que llevaron a la congregación hacia desarrollos necesarios. Entre ellos, el cambio de las clásicas misiones europeas a las iglesias locales autóctonas, y con ello, la reorganización de los monasterios de misión para centrarse en tareas diocesanas especiales, la transición de las comunidades principalmente europeas en comunidades locales, el acompañamiento o la integración de comunidades indígenas como en la India o Togo, nuevas fundaciones, como en Filipinas, con un enfoque principalmente monástico y la apertura al diálogo interreligioso.

El archiabad Notker estaba especialmente interesado en eso, por lo que fomentó el intercambio entre monasterios cristianos y budistas, que continúa hasta hoy y, con este fin, visitó muchas veces monasterios budistas en Japón.

El archiabad Notker estaba especialmente interesado en los intercambios con la Iglesia de China. Tras la expulsión de los misioneros europeos por el gobierno chino en 1952, se rompió el contacto con las parroquias chinas. Tras una primera cautelosa apertura de China, el archiabad Notker emprendió un viaje a la antigua diócesis de Yenki/Yenji, en el noreste de China, en 1985, donde, con medios inimaginables, pudo encontrar a los cristianos que quedaban, muchos de los cuales habían sufrido destinos difíciles.

La archiabadía inició entonces una serie de proyectos de ayuda para las antiguas zonas de misión (ahora la diócesis de Jilin) que incluían la construcción de un nuevo seminario, un hospital, iglesias, escuelas y jardines de infancia, proyectos sociales, formación de sacerdotes y religiosos locales y mucho más. El contacto humano se reforzó con numerosas invitaciones a Alemania y visitas de regreso a China. Varias delegaciones episcopales chinas a Alemania fueron especialmente importantes para construir confianza.

El Consejo de AIM 2015. © AIM.

En Sta. Otilia, el archiabad Notker dirigió una serie de procesos de renovación, como el cierre de instalaciones y operaciones que ya no eran sostenibles, la mayor implicación del personal laico, la renovación litúrgica y la mayor renovación de la iglesia. En cada caso, la comunidad se implicó plenamente, de modo que hubo pocos conflictos. Pero, sobre todo, introdujo cambios de estilo que transformaron un estilo más bien jerárquico en uno horizontal. Al hacerlo, no fue tímido, en cambio parecía como el «archiabad rockero» con una guitarra eléctrica en las actuaciones de la antigua banda estudiantil Feedback. Asimismo, dominaba el repertorio clásico, que presentó en flauta durante décadas en la «serenata junto al lago» durante el Festival Benedictino.

En el Congreso de Abades celebrado en Roma en 1996, se propuso al archiabad Notker que fuese Abad Primado, pero rechazó la idea, aduciendo sobre todo los complejos proyectos en curso que tenían en China. Sin embargo, cuando volvió a plantearse la cuestión de un nuevo abad primado en 2000, el archiabad Notker consideró que ya no podía negarse y aceptó el servicio el 7 de septiembre.

Como abad primado, continuó sus habituales viajes, algo de lo que disfrutaba. Además de sus conocimientos de idiomas (además del alemán, hablaba con fluidez inglés, italiano, francés y se expresaba en otros idiomas) que le eran de gran ayuda en sus visitas a los monasterios, se benefició sobre todo de su capacidad para relacionarse en cada situación y con cada persona, mostrando una fuerte presencia y un auténtico compromiso.

En San Anselmo, se dio un importante programa de renovación y modernización, que incluía la renovación de las habitaciones, nuevas ventanas, un Internet eficiente, la reorganización de la universidad y mucho más, para lo que se llevó a cabo un gran trabajo de coordinación dentro del Colegio, y con la Orden, el Vaticano y las autoridades romanas. El 13 de octubre de 2012, en el Congreso de Abades, fue confirmado para otro mandato de cuatro años. En el siguiente Congreso de Abades, el 9 de septiembre de 2016, pudo entregar el cargo a su sucesor Gregory Polan.

Antes de su regreso al monasterio, la Confederación Benedictina le regaló un viaje alrededor del mundo para que el abad viajero pudiera visitar con más calma los lugares que había tocado a paso ligero. Después regresó a Sta. Otilia, a la que siempre llamó «mi casa» con gran convicción.

Aunque liberado de todas sus obligaciones, seguía implicado en el monasterio, en la planificación del futuro, la recaudación de fondos y las apariciones públicas y siempre encontraba una palabra apropiada en los debates de la comunidad. Sin embargo, también asumió una carga de trabajo impresionante y, a veces, casi increíble, de conferencias, emisiones de radio, apariciones en televisión, retiros, liturgias y eventos de todo tipo, que le llevaron por toda Alemania y el mundo. Gracias a una férrea disciplina y una gran autoexigencia de estar disponible para el prójimo, pudo seguir este ritmo, incluso con gran exigencia de su salud.

Por otra parte, los encuentros con otras personas le inspiraban y deleitaban, de modo que su gigantesco programa era siempre su elixir de vida. Las altas exigencias que se imponía a sí mismo las formuló en sus escritos de crítica social y espiritualidad, en los que una gran libertad, pero también una gran responsabilidad, se confiaban al individuo y se esperaban de él. La Liturgia de las Horas, a la que asistía con presteza y fielmente, y la vida comunitaria, de la que obviamente disfrutaba, siempre fueron un punto de descanso para él.

Mención especial merecen sus actividades literarias. Durante décadas se limitó a ocasionales tratados académicos y reflexiones espirituales. Esto cambiaría tras su elección como abad primado, con su “algo menos” completo programa obligatorio. La editorial Rowohlt de Hamburgo le invitó a publicar un libro en 2005, que dio como resultado la obra ¿Worauf warten wir? (¿Qué esperamos?) publicada al año siguiente. En ella planteaba tesis provocadoras sobre la situación social en Alemania y convirtió al abad Primado Notker en un autor de éxito. Desde entonces, el abad Notker publicó anualmente libros o reflexiones estimulantes para revistas, algunas de las cuales tuvieron una gran tirada y le granjearon gran simpatía del público, ya que comunicaba sus ricas experiencias de vida y la fe de forma clara y comprensible.

Entre los más de 30 premios y honores que el abad Notker recibió, sólo mencionaremos la Orden del Mérito de Baviera (1986), la Gran Cruz del Mérito de la República Federal de Alemania (2007) y la Medalla del Estado de Baviera al Mérito Social (2021), así como dos doctorados honoris causa y varias ciudadanías honorarias, entre ellas Nursia y Grönenbach.

Estamos agradecidos por las muchas semillas que nuestro hermano pudo sembrar durante su vida y rezamos para que su último gran viaje le conduzca al que proclamó durante toda su vida.

Dom Notker Wolf durante el encuentro BECOSA 2014 (Johannesburgo, Sudáfrica). © AIM.

Despedida a Dom Notker Wolf

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Grandes figuras de la vida monástica

Dom Jeremias Schröder, OSB


Despedida a Notker Wolf

Sermón en la misa de réquiem, 06 de abril 2024



“Conservador, pero, un corazón amplio”. Esa es una nota en mi diario sobre el primer encuentro con el archiabad Notker tras una visita a Sta. Otilia, en 1982.

Hoy, 42 años después, yo y toda nuestra comunidad estamos junto al féretro. Miles de personas de todo el mundo se han unido a nosotros en oración y luto. Nos han llegado cientos de mensajes de dolor. Muy a menudo no son expresiones prefabricadas de simpatía, sino testimonios muy personales. Muchos relatan la importancia que Notker tuvo para ellos, cómo les ayudó personalmente, con ánimos y apoyo, con buenas palabras y con su ejemplo, con su humor o con su empatía.

Difícilmente se puede hacer justicia a todos ellos, pero hay que intentarlo.

A los 37 años, Notker se convirtió en abad de nuestra comunidad. Muy joven, fresco, de vuelta de Roma, donde había trabajado como filósofo y cantor. Un candidato sorpresa que trajo una perspectiva exterior con él. Dirigió y dio forma a nuestra comunidad durante 23 años. No lo hizo solo, muchos otros le ayudaron, como es habitual entre los benedictinos. Pero su manera de ser fue formativa. Después de muchos años de cautos intentos de cómo nuestra vida benedictina misionera debería ser vivida en esta era postconciliar, Notker llegó con vigor juvenil y despreocupación. Sus años en Roma le habían enseñado apertura, modales urbanos y flexibilidad pragmática. Trajo consigo una confianza básica en que el mundo no es tan malo, que Dios tiene buenas intenciones con nosotros, y que nuestro monasterio y él - Notker - tienen un lugar y una tarea en este mundo.

En una de las biografías, se le dibujó una imagen muy en blanco y negro, por razones dramatúrgicas: antes de Notker y después de Notker. Era una exageración, porque este monasterio siempre fue más grande y más amplio de lo que podía ser un solo individuo. Pero Notker aportó un alegre optimismo a esta comunidad monástica, que se abrió paso lentamente a través de los altibajos del último cuarto del siglo pasado.

Hace ocho años, volvió a nosotros como antiguo abad primado, con toda naturalidad, sin rodeos ni aspavientos. No era un prelado emérito, sino un hermano cuya presencia enriquecía nuestra vida cotidiana. Estos días, somos dolorosamente conscientes de cuánto le echamos de menos en esta vida cotidiana.

Como archiabad, era responsable de la gestión de toda la congregación. Eran tiempos convulsos. Los antiguos territorios de misión se convirtieron en diócesis. La misión fue criticada e incluso rechazada por muchos. Notker, que había encontrado su camino a través de esto gracias a su entusiasmo misionero, fue capaz de dar a nuestra antigua misión una nueva forma: Fundar monasterios allí donde aún no existía el monacato; monasterios como centros de vida para iglesias y sociedades locales; los misioneros no tenían que venir necesariamente de Baviera. Corea y Tanzania también podían enviar benedictinos misioneros. Estuvo feliz de promover nuevos comienzos y fundaciones, incluso donde sonaba difícil o absurdo: monasterios en la China comunista: «Intentémoslo». Un hospital en Corea del Norte. «¿Por qué no?» Filipinas y Zaire, Uganda y Togo. No todo tuvo éxito, pero muchos sí. Fue la dinámica del evangelio de hoy la que le hizo seguir adelante: «Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura».

Algo nuevo le sobrevino en el 2000, entonces muy inesperadamente: Abad Primado en Roma. No lo deseó mucho. Yo estuve presente cuando -por un breve momento- se sintió embargado por la emoción mientras empacaba su oficina aquí en la abadía. Tenía grandes planes optimistas para San Anselmo y luego tuvo que aceptar, muy rápidamente, que algo mucho más mundano le requería: el orgulloso monasterio benedictino en la colina del Aventino de Roma se había convertido en una especie de tugurio en el transcurso de 100 años. En lugar de nuevos y elegantes cimientos, el foco estaba ahora en la renovación y remodelación. Reclutó ayudantes, tanto dentro como fuera de la orden, con quienes se puso a trabajar. Durante más de 16 años, hizo que San Anselmo volviera a estar a la altura de la tarea de ofrecer a nuestra gran familia religiosa mundial un lugar donde aprender a mirar más allá de los estrechos muros de nuestros monasterios, a comprender a la Iglesia y a valorar la diversidad. Un lugar donde la antigua sabiduría monástica es cultivada y transmitida a todo el mundo.

Apenas se molestó con el aparato del Vaticano y el tedioso trabajo de comité. Esto fue a veces criticado, pero apenas nos hizo daño. Con su presencia mundial -los muchos kilómetros recorridos en avión que a menudo se mencionan- reforzó la conciencia de que nosotros, decenas de miles de religiosos, cientos de miles de estudiantes y muchos más, somos una verdadera familia.

Además, hay muchas otras personas para las que él significó mucho. Por ejemplo, su familia, especialmente su hermana Rita, que hoy está de luto con nosotros. Amigos de todas las etapas de su vida. Personas que se cruzaron en su camino en algún momento y a las que estuvo unido durante años y décadas. Notker sentía pasión por la gente. Sus respuestas por correo electrónico eran a menudo elogiadas y a cualquier hora de la noche y del día. Ninguna petición era demasiado abstrusa para él. Si quedaba un hueco en su agenda, accedía, venía a leer o a hacer música, celebraba una misa o una conferencia, bautizar, casar, acompañar una peregrinación, como hizo al principio de esta semana. Se entregaba, generoso y juguetón.

Todo un conjunto de cualidades le ayudaron a convertirse en el Notker que hoy recordamos. Me gustaría mencionar algunas:

Notker era un hombre de inmensa lealtad: una vez que apoyaba a alguien, casi nunca lo dejaba, aunque la prudencia le aconsejara lo contrario. En los últimos días, me han escrito varios monjes a los que él había ayudado a conseguir una segunda o incluso tercera oportunidad en Roma o en otros lugares. Había intentado mantener abierto un camino hacia el futuro para los monasterios cuya desaparición parecía segura, a menudo con éxito. Cuando la Federación Bíblica Católica estuvo en una difícil situación, hace algún tiempo, se embarcó en años de trabajo como presidente «Él no apaga la mecha que arde», como dice el profeta Isaías. Notker vivió eso.

Casi como una contradicción, pero en realidad más bien como un complemento, también estaba dispuesto a aceptar lo inevitable, y de nuevo con pleno compromiso. Las elecciones de 1977 como Archiabad y de 2000 como Primado, que realmente dieron un vuelco a su vida, no fueron planificadas. Durante sus 39 años de liderazgo ocurrieron muchas cosas que hubiera deseado ocurran de otra manera. Aquí nos encontramos con un secreto de la vida humana, que hoy solemos llamar indisponibilidad, y que tiene que ver con Dios. Notker no era un fetichista de la planificación. Sabía que no podemos predecirlo ni planearlo todo. No se permitía estar frustrado y era capaz de aceptar lo inesperado como un don y una gracia, o al menos como una tarea. Su amor por la música tiene algo que ver con esto: era música viva, no música enlatada. Música que se crea de nuevo en el momento y que no está disponible hasta que se escucha.  ¡Jubilate Deo!

Después de todo, reconocí un profundo amor a Cristo en Notker. Él podía reírse de muchas cosas y burlarse de muchas cosas, incluyendo caprichos monásticos y absurdos eclesiásticos. Pero en lo esencial ¡era verdaderamente piadoso! Le molestaba que - especialmente en nuestros círculos- no se tomaba en serio a Dios. La proclamación del evangelio y el seguimiento de Cristo lo mantenían en movimiento y eran la razón más profunda de su aparente inquietud. Nada puede venir realmente después del amor de Cristo, ¿verdad?

Pero hay una cosa más que me gustaría mencionar, y la pongo al final porque es nuestra clave para entender la vida de Notker. El antiguo archiabad de Pannonhalma, en Hungría, Asztrik Várszegi, hizo una vez un elogio de Notker y dijo al final: «Pero, por encima de todo, era un Mensch - ¡verdaderamente humano!

Todos los aquí presentes estarán de acuerdo. La humanidad salía de cada poro de Notker. Estructuras, sistemas, planes - como el hombre inteligente y filósofo que era, se le daba bien tratar con ellos. Pero lo que más le importaba eran las personas. En esto era similar a Aquel que siguió durante toda su vida. Notker amaba a la gente. Esto era a menudo, refrescantemente terreno, pero también estaba impregnado del amor de Dios por el mundo del que habla el Evangelio de san Juan. «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único por nosotros».

Nos entristece que Notker ya no esté con nosotros. Pero, sobre todo, estamos agradecidos de que fuera como era y de que estuviera tanto tiempo con nosotros. Amén - Aleluya.


© AIM.

Sor Lazare (Hélène) de Rodorel de Seilhac

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Grandes figuras de la vida monástica

Hna. Marie-Madeleine Caseau, OSB, y Hna. Fabienne Hyon, osOSBb

Congregación de Santa Bathilde


Sor Lazare (Hélène) de Rodorel de Seilhac

(10 agosto 1928 - 27 noviembre 2023)


Es una alegría compartir con ustedes todo lo que recibimos de Madre Lazare, tanto en comunidad como en la congregación de Santa Bathilde, y a un nivel más amplio entre las monjas de Francia, África y otros lugares. En los días que siguieron a su muerte, recibimos muchos testimonios de las personas a las que tocó y con las que se encontró. Cada uno habla de una palabra que les acompañó e iluminó en un momento u otro.

Cuando comentaba la Regla de San Benito, solía decirnos: «No se hace tal cosa porque esté en la Regla. Es porque es bueno, que está en la Regla». O también: «La Regla es un manual de discernimiento. Nosotros no adaptamos la RB; la RB forma personas que se adaptan». Intentaremos compartir algunas de sus intuiciones que nos han marcado, con la esperanza de que otros se unan a nosotros para transmitir estas palabras de vida.

Nacida el 10 de agosto de 1928 en París, conservaba un gran amor por sus raíces familiares en Corrèze, especialmente por la casa familiar, Mons, que amaba especialmente. Tenía tiernos recuerdos de sus dos hermanos mayores. Mientras estudiaba clásicos, frecuentaba la escuela Saint-Jean-Baptiste con el padre Daniélou, que la introdujo en la Biblia.

Fue entonces cuando descubrió el monasterio benedictino de Vanves, al que acudía con regularidad. Cuando contó a sus padres que quería entrar en el monasterio, su padre decidió disuadirla, ofreciéndole varias experiencias diferentes con la esperanza de distraerla de sus planes. Así llegó a trabajar en una fábrica, una experiencia que evocaría a menudo, hasta su vejez, ¡tan marcada había quedado por este descubrimiento del ateísmo al que se sentía tan cercana! Su padre le pagó un viaje a Grecia que le encantó.

Viendo que no podía apartarla de su vocación, le permitió que ingresara en Vanves en febrero de 1953. Allí profesó en febrero de 1956, y la profesión perpetua el 24 de junio de 1961. Enseñó latín y fue maestra de novicias. Escribió una tesis, en latín cristiano, que defendió en 1967: «El modo en que Cesáreo de Arles utiliza la Regla de san Agustín», publicada en 1973. Estaba encantada de volver a su querido Cesáreo de Arlés gracias a la revista publicada por la asociación «Aux Sources de la Provence», para la que reanudó sus trabajos sobre Cesáreo y Agustín.

A partir de los años setenta, dirigió numerosas sesiones sobre Patrología y la Regla de San Benito en monasterios de Francia y del África francófona. Durante muchos años organizó cursos de Patrística, en Jouarre, para formar profesoras en los monasterios femeninos. Insistía en que las hermanas acudieran a las fuentes, leyeran y se sumergieran en los textos para hacerlos suyos. También participó en la traducción de textos monásticos y patrísticos al francés fundamental en colaboración con la hermana Lydie Rivière, hermana javeriana. Dirigió numerosos cursos para los monasterios femeninos de Francia sobre el trabajo y el equilibrio de la vida monástica.

En 1974, una vez alquilados los edificios liberados por la comunidad de Vanves, se trasladó a Saint-Thierry. Además de la liturgia, la sacristía y la formación de las hermanas, se hizo cargo de la imprenta, en la que se esforzaba para que las hermanas trabajasen juntas. Tenía talento para encontrar trabajo a todas las compañeras que pasaban por el monasterio. Siguió investigando y participó en el Consejo de AIM, en la fundación del STIM (Studium théologique inter-monastères), y durante veinticinco años enseñó patrología en el seminario de Reims.

Durante muchos años, apoyó a las hermanas que redactaban nuestras nuevas Constituciones. Éstas fueron aprobadas en 1982, y ella dedicó tiempo a presentarlas a las hermanas en varias sesiones.

Madre Lazare en el Consejo de AIM 2002. © AIM.

En 2003, a la edad de 75 años, fue elegida Priora de Vanves, y continuó su servicio hasta 2010, asegurando la continuidad mientras la Congregación estudiaba cómo continuar su presencia en Vanves. Después del Capítulo General de 2010, varias hermanas de nuestras comunidades se trasladaron a Vanves y ella pudo regresar a Saint-Thierry, pasando la batuta de priora a la Madre Marie-Madeleine.

Durante este último período de su vida, con la ayuda de la Hna. Marie-Samuel, emprendió con determinación la difícil tarea de escribir la historia de nuestra Congregación, cuyos frutos compartió con nosotras durante el año del centenario. No terminó del todo su trabajo, pero se comprometió con él hasta el final. Cuatro son las características esenciales de su trabajo:

- Un estudio riguroso de las fuentes. Un enfoque basado en el texto.

- Accesibilidad de los textos (contexto literario y estilo, el lenguaje).

- Un enfoque femenino sin ser feminista.

- Cada argumento que defendía tenía sentido, vivía en obediencia cuando su fe se ponía a prueba.

Por encima de todos sus esfuerzos e investigaciones, recordamos el testimonio de una hermana que nunca se «desentendió» y siempre participó en los servicios comunitarios. Siempre atenta a las hermanas en dificultad, creía en la vida monástica y vivía con autenticidad lo que enseñaba. Era una anciana que sabía confiar en las hermanas más jóvenes. Practicaba la apertura del corazón por convicción, aunque le resultara difícil.

Por estas razones, nos gustaría compartir con ustedes, en primer lugar, las palabras y reflexiones de la Madre Lazare, que nos han alimentado e iluminado en nuestra vida monástica, así como a nuestros oblatos y amigos.

Madre Charles, Madre Marie-Madeleine y Madre Lazare en el claustro del Priorato de Santa Bathilde de Vanves.

Palabras de Madre Lazare

«Cuando era una joven postulante, al bajar una escalera, rompí accidentalmente un hermoso jarrón que acababa de ser colocado allí. Con el corazón lleno de contrición, fui a ver a la superiora para confesar mi falta. Ella me respondió: «Sólo quien no hace nada, no rompe nada». Sorprendida y aliviada por esta reconfortante respuesta, continué mi vida monástica. A la semana siguiente, mientras fregaba los platos, rompí sin querer un viejo platito que ya estaba astillado. Llevada tal vez por el demonio de la acedia, pero feliz en cualquier caso por esta oportunidad de charlar, me fui toda oronda y feliz a confesar esta nueva falta a mi superior. Entonces recibí una «reprimenda» memorable: «Si fueras una joven de una familia sin dinero, ¿darías tan poca importancia al respeto de los bienes materiales de la cocina? etc. Me fui con la cara roja por la vergüenza y fortalecida con esta poderosa lección de vida monástica, que me acompañó el resto de mi vida».

«En el monasterio encontramos todos los vicios de la Iglesia y del mundo, pero como no hay escapatoria, son más visibles que en cualquier otro lugar. Y en el monasterio, todos sabemos que los demás también han venido a luchar contra los demonios».

«La gente regularmente te dice que la razón por la que los monjes a menudo viven hasta una edad madura es porque sus vidas son más fáciles que en el mundo. Yo no creo que sea así. Los monjes viven hasta una edad avanzada porque se necesita tiempo infinito y paciencia para que puedan trabajar en la lucha muy específica que es su vocación: la lucha contra los demonios internos, como parte de la lucha para contrarrestar el mal en el mundo. Dios da a sus obreros el tiempo que necesitan».

«Vivir bajo una regla significa formar parte de una tradición. La Regla de San Benito abarca toda la gama de experiencias para buscar a Dios en el monasterio. Enseña a los hermanos y hermanas cómo descubrirle a Él a través de una forma de vida que debe ser interiorizada. Guiarse por una regla es una señal de que nos dejamos instruir por quienes nos han precedido».

«Nuestra tendencia es siempre llamar bueno a lo que nos gusta y malo a lo que no nos gusta: la Regla nos impide caer en esta tentación (cap. 1), habla de lo que agrada a Dios».

«Los monjes viven en un monasterio, un edificio: es, pues, una casa visible, un lugar donde se acoge la Palabra de Dios, un lugar adaptado a la vida común, duradero, estable y sólido, cuyo mantenimiento es exigente. Es el lugar donde necesariamente nos consagramos espiritualmente; limitados por la clausura monástica, cuando salimos de ella, debemos permanecer fieles a las mismas exigencias de vida. (cap. 51-50, etc.)».

«Vivir en la clausura de un monasterio nos recuerda que no debemos “campo de batalla” del combate espiritual; que es en la realidad de la vida en la tierra, donde buscamos a Dios».

«Tenemos que recordar que querer tener conciencia de nuestra propia oración ha sido siempre una tentación. Esto crea una tensión y conduce a un sentimiento de culpabilidad que nos impide dejar de hacerlo. A menudo es precisamente este deseo -querer saber cuándo estamos rezando- lo que nos hace sentir tironeados en diferentes direcciones. Nos hace imaginar que otras circunstancias prácticas serían más propicias para la oración o que el esfuerzo es lo que cuenta. Olvidamos que la oración no viene de nosotros y que es obra de Dios en nosotros».

Visita a la India: 4 – 11 febrero 2024

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Noticias

Dom Jean-Pierre Longeat, OSB

Ex Presidente de AIM


Visita a la India: 4 – 11 febrero 2024



Domingo 4 de febrero

Por la mañana, salí de París hacia Bangalore para participar en el encuentro anual de los superiores monásticos indios (ISBF). El encuentro tuvo lugar en Shanthivanam, el ashram fundado por el padre Le Saux y el padre Monchanin.


Lunes 5 de febrero

Llegué sano y salvo a Bangalore, en el sur de la India, a medianoche del domingo al lunes. Tuve que cambiar de terminal para coger un segundo vuelo a Tiruchirapalli, un poco más al sur. El vuelo salía a las 6:30, así que encontré un sitio cómodo para esperar.

Al llegar a Tiruchirapalli me esperaban tres monjes, incluido el superior de Shanthivanam, para llevarme al monasterio donde tendría lugar la reunión de todos los superiores monásticos de la familia benedictina de la India (unas 70 comunidades). Fui directamente a las reuniones del día y di mi charla como estaba previsto.


Shantivanam : las hermanas Camaldulenses. © AIM.

Martes 6 de febrero

El monasterio está totalmente inculturado en cuanto a oración, comidas y estilo de vida y se asemeja a un ashram hindú. La vida es sencilla. La comida es la de la población local, a base de arroz, verduras y fruta: la dieta es totalmente vegetariana.

La oración es muy similar a la que se practica en el hinduismo. Todos los servicios comienzan con la conocida invocación «Ôm». La liturgia continúa con una mezcla de salmos y oraciones de distintas tradiciones: siríaca, hindú y latina. Todos permanecen sentados, incluso para la Eucaristía. Hay varios ritos relacionados con los símbolos de la luz y del fuego, así como signos marcados en la frente con pasta. La gente sale de la iglesia con una marca roja, blanca o amarilla en la frente.

Los edificios están formados por pequeñas ermitas. La comunidad pertenece a la orden camaldulense y está bien adaptada a su entorno, lo que concuerda con la vocación de oración de esta congregación.

El día anterior, la primera conferencia había presentado a los tres fundadores de la comunidad: P. Henri Le Saux, P. Jules Monchanin y más tarde P. Bede Griffiths. El P. Martin, de Shanthivanam, hizo esta presentación. Había realizado recientemente una gira por Europa, Francia, donde había despertado un gran interés.

Algunos miembros del ISBF en Shantivanam. © AIM.

La segunda charla corrió a cargo del padre Dorathick, el prior local. Nos habló de la experiencia de fe como fundamento del desarrollo humano, cristiano y monástico. Este es un aspecto importante para mí, no sólo en relación con la India, sino también como una realidad universal que habita en lo más profundo de la persona humana, realzada tan bellamente por el mensaje del Nuevo Testamento.

Por la tarde de este primer día, presenté una visión general de las reflexiones de AIM sobre el presente y el futuro de la vida monástica, hablando sobre las respuestas recibidas al cuestionario que enviamos a una serie de líderes monásticos de todo el mundo, que fueron publicadas en el Boletín 126 de AIM. La Hermana Christine hizo una presentación más detallada del trabajo de AIM, con ejemplos de la ayuda que ha prestado.

En este segundo día, escuchamos a un teólogo que destacó los principales puntos de convergencia entre el hinduismo y el cristianismo sobre el tema del liderazgo comunitario. Su intervención fue corroborada por la de un Swami por la tarde. Es el director de un ashram con el que mantienen excelentes relaciones.

A las 6:30 pm, hubo un momento de oración interreligiosa. Hubo varias intervenciones: Yo mismo di un testimonio sobre el tema «la paz y la armonía», una intervención de un hindú y otra una joven musulmana acompañada de dos de sus hijos, todos vestidos con trajes festivos. El ambiente era maravilloso con un profundo sentimiento de recogimiento.


Miércoles 7 de febrero

El día fue un poco más libre, ya que los miembros del grupo de superiores de la India (ISBF) se reunieron entre ellos para la parte más formal y administrativa de su reunión.

Mantuve una larga conversación con el P. Dorothick. Le propuse un libro, escrito enteramente por él o con varios colaboradores, para desarrollar las ideas que nos presentó sobre la relación entre la renovación de la transmisión de la fe y la vitalidad de las formas religiosas y culturales, incluida la vida monástica. Estuvo totalmente de acuerdo. Me gustaría mucho que esto fructificara, me parece que ofrece una posible vía de renovación. En todo caso, he estado pensando esto por muchos años y fue un placer conocer a alguien que piensa lo mismo, pero desde un punto de partida completamente diferente.

Al día siguiente hubo una excursión conjunta a un santuario mariano. Tengo que reconocer que no me apetecía mucho ir, ya que diez horas de autobús de ida y vuelta. ¿Podría quedarme para seguir experimentando la intensa y conmovedora interioridad de este lugar tan especial? También me daría la oportunidad de tener un contacto más estrecho con la comunidad local y con las hermanas camaldulenses que viven al lado.

Debo mencionar que durante mi estancia tuve el gran privilegio de alojarme en la ermita del padre Le Saux. Tuve una experiencia tangible de su presencia y sentí un verdadero «sentido de responsabilidad» por la intensidad de mi propia vida espiritual. Es difícil decir más, porque fue muy especial, pero fue una experiencia sin igual. Doy gracias por esta oportunidad tan valiosa.


Jueves 8 de febrero

Finalmente, tras seguir el consejo, me quedé en el monasterio. Así tuve día libre por delante, perfectamente abierto interiormente a lo que Dios quisiera de mi en este lugar bendito. Me sentí totalmente feliz; toqué justo en el corazón de mi vocación. Mi elección había sido correcta. Es difícil de describir, pero experimenté algo muy regenerador que, creo, será un hito importante para mí.

Al final del día, intenté ponerme en contacto por teléfono con el abad de Kappadu para organizar el resto de mi viaje, después de la sesión en Shantivanam. Vino a verme en cuanto regresó el grupo y me dijo que al día siguiente saldríamos a las 6 de la mañana.


Viernes 9 de febrero

A las 6 de la mañana salió el coche. Me habían dicho que serían seis horas de viaje. En realidad, fueron casi doce, porque no habíamos tenido en cuenta las numerosas paradas que haríamos a lo largo del trayecto.

La primera fue un copioso desayuno en un restaurante de carretera. Era un desayuno tradicional con la cantidad justa de especias, para las cuales había estado adquiriendo gusto, gradualmente, desde mi llegada a la India.

Luego nos detuvimos en una escuela dirigida por frailes carmelitas. Uno de ellos había servido previamente en una misión cerca de Kappadu. Los hermanos aún no habían tenido la oportunidad de visitarlo. El complejo escolar es inmenso. Llegamos justo cuando la comunidad carmelita estaba terminando el desayuno, y compartieron con nosotros unas deliciosas sobras. A continuación, visitamos algunas zonas del colegio. Hay muchos carmelitas en la India y tienen varias instituciones de gran éxito. Todo está perfectamente mantenido y parece maravillosamente organizado. No había nada sombrío en los jóvenes que conocimos. La nación marcha hacia su futuro.

De camino, nos detuvimos junto a la carretera para saciar nuestra sed. Compramos unos cuantos cocos y consumimos el delicioso licor in situ. Mientras tanto, un rebaño de vacas invadió la carretera. Necesitábamos un poco de paciencia para pasarlas.

Una hora más tarde, nos detuvimos de nuevo para almorzar en un restaurante con una vista impresionante de la ciudad de Kumily. Mis ojos contemplaban la gran vista mientras mi boca ardía.

Después decidimos visitar el monasterio trapense de Kurisumala. Está situado en esta región de Kerala, en el corazón de un magnífico paisaje de montañas de té.

Visita al ashram de Kurisumala. © AIM.

La razón principal de la creación del ashram de Kurisumala fue la vocación de Francis Acharya, fuertemente influido por Mahatma Gandhi. Tras profesar en el monasterio trapense de Scourmont, en Bélgica, siguió una llamada insistente a la India en 1955. Tras una larga estancia en algunos de los grandes ashrams de la India, fue a visitar a los fundadores del ashram de Saccidananda (Shantivanam) ashram en Tiruchirappalli. Finalmente, aceptó la invitación de Zacharias Mar Athanasios, entonces obispo de la diócesis Syro-Malankar de Tiruvalla y fundó oficialmente el ashram de Kurisumala, cerca de Vagamon, el 21 de marzo 1958, en compañía del padre Bede Griffiths, monje benedictino inglés y algunos aspirantes.

Francis Acharya. © AIM.

La empresa floreció con un deseo de inculturarse totalmente en el paisaje cultural indio. Tras unos 70 años de existencia, puede decirse que el objetivo se ha alcanzado realmente. 

Fuimos recibidos por el actual superior de la comunidad de cerca de quince hermanos. Los sencillos edificios del monasterio, estaban agrupados como un pueblo. La liturgia se basa en el rito Syro-Malankar, sobre todo por su rica himnodia.

Visitamos la granja con su famoso rebaño de vacas, que produce la mejor leche de la región. Los habitantes de los alrededores vienen a trabajar en cooperativa, utilizando un nuevo método desarrollado en Suiza.

Tuvimos tiempo de intercambiar algunas palabras. Las expresiones de los hermanos me conmovieron profundamente; había una gran sensación de paz y luz. Estos monjes no trabajan en vano: «Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los constructores» (Sal 126).

Nos marchamos después de presentar nuestros respetos ante la tumba del padre Francisco, alrededor de la cual se había construido una pequeña capilla. Durante este momento de momento de oración, recordé su visita a Ligugé cuando yo era novicio. Todavía conservo un vivo recuerdo de ella.

Continuamos nuestro viaje hacia Kappadu, que ya estaba cerca. Dejamos a un hermano que tenía que visitar a su familia en la ciudad de Vazhathope.  Unos minutos más tarde, se dio cuenta de que se había olvidado el teléfono en el coche; aprovechamos para visitar la catedral cercana mientras esperábamos a que viniera a recuperarlo. Los indios están orgullosos del edificio porque tiene casi un siglo. Se realizaba una estruendosa liturgia, que reunió a un número impresionante de fieles. La iglesia está dedicada a San Jorge.

Al llegar a Kappadu, nos detuvimos bajo el monasterio donde hay un internado para unos 300 estudiantes que asisten a escuelas cercanas. Ya había visto el primer edificio en mi último viaje, pero me impresionó el desarrollo de estas instalaciones. Algunos hermanos viven aquí para dirigir el campus, entre ellos el padre Anselmo, uno de los tres fundadores de Kappadu. Por fin llegamos al monasterio. Me asignaron una habitación donde me alegré de estar solo antes de las Vísperas, cantadas en el rito Syro-Malankar, seguidas de la misa celebrada por el abad y los monjes con los que habíamos compartido el viaje. Después vino la comida, en la que todo estaba preparado para mi cultura occidental. Me conmovió el gesto.

No pude quedarme mucho tiempo en Kappadu, pero al día siguiente visité con el abad las grandes obras de renovación en curso. También conocí al padre John Kurchianil, que sigue escribiendo sobre la Biblia y comentarios sobre la Regla.

De camino a Kochin para coger el avión de vuelta a Bangalore y París, nos detuvimos en una casa dependiente, que es la casa de formación para los jóvenes candidatos. El encuentro fue muy amistoso y alentador. Realmente se puede sentir el futuro de esta comunidad.

© AIM.

Tan lleno de todas estas intensas experiencias, di las gracias por tan fructífera visita, y me alegra poder dar cuenta de ella en este boletín.

Visita aTogo (febrero 2024)

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Noticias

Dom Jean-Pierre Longeat, OSB

Ex Presidente de AIM


Visita a Togo: 17 – 24 febrero 2024


Sábado 17 de febrero

Por la mañana recibí un mensaje de texto de Air France: «Su vuelo se ha retrasado dos horas y no saldrá hasta las 18:25 horas, disculpe las molestias». Esto significaba que llegaría a Lomé hacia las 23:30 (12:30 am en Francia: hay una hora de diferencia). Adapté mi planificación del día e intenté ponerme en contacto con los hermanos de Dzogbégan para que cambiaran su horario y vinieran a recogerme a esas horas de la noche.

El avión salió puntual y llegó bien. En el aeropuerto de Lomé, por desgracia, me encontré en una cola donde los agentes de seguridad eran totalmente ineficientes. Tardé una eternidad, y yo estaba hirviendo de calor y muriendo de impaciencia. Al cabo de un rato, no pude aguantar más, así que salí de la cola y me escabullí en el carril de los que ya habían pasado el control, pensando que nadie me preguntaría nada, porque había mucha gente y era un caos. Pero a la salida, un agente de seguridad me pidió el pasaporte y, al ver que no estaba sellado, me dijo que volviera a la cola. Tuve suerte, podría haberme llevado a la comisaría, pero al menos pasé el tiempo de una forma un poco menos fútil. Al cabo de una hora, llegó mi turno y superé el obstáculo. Me sentí como si se me hubiera devuelto mi libertad.

Cuando salí del aeropuerto, tres hermanos me esperaban: El padre Paul-Marie, que había llegado de Guinea (Séguéya) - su avión llegó un poco antes que el mío-, el hermano François y el hermano Justin de Dzogbégan, tan atentos y amables. Nos dirigimos al coche. Era alrededor de la una de la madrugada.

Cuando arrancamos el motor, no pasó nada, obviamente la batería estaba descargada, pero nadie se asustó. Afortunadamente, no muy lejos, un hombre vio nuestra situación y se ofreció a ayudarnos. Acercó su coche, conectó su batería a la nuestra y el motor arrancó. Nos salvamos. Bienvenidos al continente de la solidaridad y la fraternidad.

La casa de los hermanos en Lomé no está lejos del aeropuerto. Cuando llegamos, los hermanos nos preguntaron si queríamos comer algo antes de irnos a la cama. Finalmente, fuimos al comedor. Había sobras de ensalada y el hermano Justin cocinó hábilmente una tortilla, terminando la comida con una selección de deliciosas frutas que eran poco conocidas para mí. ¡Un restaurante de 5 estrellas! Eran las dos de la madrugada. Fuimos a nuestras habitaciones. Hacía calor, por supuesto, pero sin cubrecamas dormimos bien.


Domingo 18 de febrero

4 de la mañana: el barrio se despierta. Se oye el canto del almuédano y todo tipo de oraciones, acorde con las tradiciones religiosas del país. Yo estaba muy despierto con toda esta conmoción, pero no me sentí mal. Sabía que duraría un rato (aproximadamente una hora) y luego volvería la calma. Mientras escribía estas líneas, el barrio volvía a estar en completo silencio, pero no me apetecía volver a la cama. De hecho, casi inmediatamente el sonido de la oración de una comunidad evangélica invadió la habitación, un estilo completamente diferente. Hay varios en el barrio: Pentecostales, bautistas... y también hay una comunidad católica cuya liturgia escucharíamos un poco más tarde.

Celebramos la misa entre nosotros a las 8 de la mañana y desayunamos. Una hermana de Sadori se unió a nosotros, así como otro hermano de Dzogbégan, que está haciendo un curso de mecánica de coches en Lomé y a quien conozco bien.

Antes de salir de Dzogbégan, se nos ocurrió la idea de pasar a saludar a la pequeña comunidad fundada por el monasterio de Agbang de Lomé, no lejos de donde nos alojábamos. Así que fuimos allí y fue una gran alegría volver a ver al padre Boniface, una figura carismática y con abundante de experiencia. Estuvo presente en el quincuagésimo aniversario de AIM, en Ligugé, donde pronunció una extraordinaria conferencia. El edificio es extraordinario por su belleza y su funcionalidad, un verdadero logro, con el bono de contar con una sala de conferencias para unas cincuenta personas. La abadía de Agbang, de la que depende esta casa, fue fundada por el padre Boniface hace varias décadas. Quería que fuera una casa central con pequeños prioratos de misión. Y eso es exactamente lo que ocurrió. Ahora pertenece a la congregación de Santa Otilia.

Nos quedamos allí por una buena hora, sentados en la zona central. Algunos laicos estaban presentes y el ambiente era sencillo y alegre: charlamos alegre y provechosamente, creo.

Pero teníamos que ponernos en camino. Nos esperaban casi cinco horas de viaje. Todo fue bien. La carretera estaba en buen estado. Una hora antes de llegar, nos detuvimos en un pequeño restaurante que el P. François había ayudado a abrir cuando era bodeguero. Comimos comida local con excelente pescado a la parrilla y patatas fritas. Luego nos dirigimos al monasterio de las monjas de Dzogbégan, donde iba a tener lugar la sesión.

Nos esperaban y nos acogieron con la mayor cordialidad. Sor Agathe acomodó a los participantes en sus habitaciones de la casi nueva hospedería. Yo tenía una cama grande y un cierto nivel de confort. Iba a ser una estancia agradable.

A las vísperas pronto siguió la cena, tras la cual las hermanas de la comunidad nos dieron la bienvenida con una canción y un baile. Viva África por su vitalidad, su juventud y su sentido de hospitalidad. El día terminó con las Completas y las Vigilias.


Lunes 19 de febrero

El día se dedicó a las presentaciones de las diferentes comunidades representadas. Se plantearon varias cuestiones recurrentes, como la economía y la capacidad de autonomía de los monasterios.

Las vocaciones no parecen ser tan numerosas como en el pasado. Existe falta estabilidad en el compromiso.

La formación es un factor importante. El studium de Bouaké desempeña un papel importante.

Algunas comunidades son muy frágiles. Tenemos que apoyarlas. A menudo, el apoyo de la congregación a la que pertenecen no es suficiente.

El testimonio de las hermanas Redentoristas de Burkina Faso fue especialmente fuerte. Se encuentran en una parte del país donde la violencia extremista las rodea constantemente. Son testigos de actos inimaginables, incluso contra los niños. La hermana Odette, de Babete (Camerún), se encuentra en una situación similar.

Tengo que admitir que las cosas que dijeron tuvieron un fuerte impacto emocional en mí. Hablamos mucho durante el resto del día, y nos dimos cuenta de lo impotentes que somos para cambiar el curso de las cosas.

Por la tarde, tuvimos una buena reunión con la comunidad donde di algunas noticias sobre AIM.


Martes 20 de febrero

Continuamos compartiendo sobre la vida de las diferentes comunidades representadas. Hay una gran variedad de situaciones diversas.

Hablamos mucho de la cuestión económica y de la posibilidad de que los monasterios de esta subregión lleguen a ser autónomos. Algunos hablando de aunar esfuerzos y recursos.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que vivimos un modo de vida que requiere ayuda externa en cualquier caso. El tiempo de oración diario dura tres o cuatro horas, y los diversos servicios de la casa ocupan bastante tiempo y energía (de la cocina a la enfermería, de la hospedería a la recepción en la entrada del monasterio, de acompañar a las personas que vienen a confesarse o a hablar con un monje, etc.). Nada de esto es remunerado y quita tiempo a las actividades generadoras de ingresos.

Además, nos encontramos en medio de un cambio económico mundial. El enfoque africano no es el mismo que el europeo. ¿Cómo podemos reflexionar sobre la buena gestión de una economía de subsistencia? ¿Cómo podemos aportar una nueva contribución al cambiante equilibrio económico en todo el mundo? ¿Cómo podemos motivar a todos los miembros de nuestras comunidades a colaborar en cuestiones económicas? Todas estas son cuestiones fascinantes que requerirían una sesión aparte, o incluso varias.

Por la tarde, el padre Olivier-Marie nos presentó la estructura de Santa Ana. Se trata de un curso de formación para monjes y monjas de África Occidental que no tienen necesariamente el nivel de estudios para seguir un curso más profundo, pero que sin embargo tienen experiencia y aptitudes suficientes para enseñar en su monasterio. En tres meses, cubren diferentes áreas de las ciencias religiosas y una introducción a la metodología.

Los días siguientes se dedicaron a escuchar informes detallados de cada monasterio. También hubo conferencias y talleres con M. Koua, de Abiyán, sobre la cuestión del abuso en el ejercicio de la autoridad en el seno de nuestras comunidades, tal como lo describe Sor Thérèse-Benoît.

Mi estancia terminó con una visita al arzobispo de Lomé, que, tristemente ha fallecido. Fue un buen encuentro con él y con los sacerdotes, seminaristas y laicos que trabajan en la parroquia de la catedral.

Regresamos a París ese mismo día por la tarde. Volví de este viaje cada vez más convencido de que África es un continente de futuro, con una gran capacidad de adaptación y un enfoque de las relaciones sociales muy diferente de las del hemisferio norte. Sí, realmente, a pesar de las muchas injusticias y dificultades que superar, África es el continente de la fraternidad: ése es nuestro futuro.



Reporte del Encuentro de Superiores Monásticos del África Francófona Occidental

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Noticias

Hna. Thérèse-Benoît Kaboré, OSB (Koubri, Burkina Faso)

Miembro del Equip Internacional de IM


Reporte del Encuentro de Superiores Monásticos del África Francófona Occidental



El encuentro de superiores monásticos del África francófona occidental se celebró en la Abadía de la Asunción de Dzogbegan, Togo, del 19 al 25 de febrero. Participó la gran mayoría de los superiores monásticos de la subregión[1]. También estuvieron presentes P. Jean Pierre Longeat, Presidente de AIM, y la Hna. Thérèse-Benoît Kaboré, del Equipo Internacional de AIM. Fue una buena ocasión para reunirse, ya que la mayoría de los superiores habían sido elegidos o designados recientemente y aún no habían tenido tiempo de reunirse.

Durante los dos primeros días de la reunión, los superiores se tomaron el tiempo para conocerse y presentar a sus respectivas comunidades, con sus alegrías y sus penas. Expresaron su alegría al ver la perseverancia de sus comunidades en la vida monástica, a pesar de las muchas dificultades. Una de estas dificultades es la económica. En efecto, la gran cuestión de la precariedad de los monasterios sigue siendo una preocupación.

Las economías de los monasterios son modelos de subsistencia o de supervivencia, que sólo permiten a las comunidades vivir al día, sin ningún otro medio de apoyar un proyecto importante en el monasterio. Los superiores han reconocido que se necesita tiempo para reflexionar sobre esta cuestión. Esto ya es un paso adelante. Será necesario planificar una sesión de formación para superiores y ecónomos, e incluso invitar a especialistas para que dirijan la reflexión. Los superiores no dudaron en expresar su agradecimiento a AIM por su proximidad y, sobre todo, por su apoyo a la formación y a los diversos proyectos que ha financiado.

A continuación, hablaron de sus diferentes estructuras de formación: la formación de formadores, organizada por los directores de los novicios francófonos; la Estructura Sainte-Anne; AMORSYCA (Association Monastique de Réflexion sur les Symbolismes dans les Cultures Africaines - Asociación Monástica de Reflexión sobre los Simbolismos de las Culturas Africanas), que desean revivir y revitalizar; el Studium de Filosofía y Teología de Bouaké; y la formación de jóvenes profesos monásticos. También examinaron la solicitud de la Comisión para el Diálogo Interreligioso Monástico (DIM/MID), que acaba de abrir una sucursal en África y desearía contar con una persona de enlace en cada monasterio.

Durante los tres últimos días, los superiores prosiguieron su encuentro con el profesor Asseman Médard Koua, que les acompañó en sus reflexiones sobre el tema «abuso, liderazgo y equilibrio de vida». Este tema de actualidad llevó al profesor a abordar la delicada cuestión de los abusos dentro y fuera de la Iglesia. En primer lugar, trató de definir el concepto de abuso, examinando una serie de culturas africanas, antes de establecer una tipología de los abusos. Luego abordó la cuestión del género, que reviste especial importancia en la actualidad.

Hoy en día, el mundo está atento a las cuestiones de género; algunos estratos sociales se consideran vulnerables o hiper vulnerables, y el derecho internacional los tiene en cuenta y los protege. El profesor volvió sobre la cuestión de los abusos. Analizó dos categorías de abuso: el abuso sexual y el abuso de poder. En este análisis, trató la cuestión de la gestión de los abusos. Insistió en las consecuencias de estos actos sobre la persona maltratada al examinar los cuatro componentes de la persona maltratada (el componente cognitivo, el afectivo, el físico o fisiológico y el conductual). Estos componentes deben tenerse en cuenta a la hora de tratar el maltrato.

El segundo día de la reunión estuvo dedicado al liderazgo. Hizo hincapié en la gestión del poder. El líder que debe ejercer el poder lo hace en función de su propia percepción de las cosas, de su propia historia y de su propio estilo. Al fin y al cabo, ejerce el poder en función de quién es y de quién quiere ser a través del poder que ostenta. Además, tiene una serie de limitaciones que no debe olvidar. Mientras que, por un lado, no es diferente de los demás, también es cierto que, dada la autoridad que ostenta debe ser cuidadoso de no dejarse llevar por el rebaño. Para ilustrarlo, el profesor utilizó ejemplo de los portadores de máscaras de nuestros pueblos, a quienes se les pide seguir un estilo particular de vida.

El último día estuvo reservado a la cuestión del balance de vida. El ponente insistió en que los líderes deben estar atentos a sí mismos y conocer su propia vulnerabilidad. Deben estar atentos a su propio bienestar personal para poder ocuparse de los demás. No son los salvadores de los miembros del grupo. Están ahí para ayudar a los demás, para apoyarlos, pero no todo depende de ellos y no deben intentar hacerlo todo. Tienen límites y no deben ignorarlos. Tampoco deben confundir su responsabilidad con su propia identidad.

Al día siguiente, los superiores aprovecharon la última intervención del profesor para organizar un día de descanso.

Para clausurar la sesión, el ponente sugirió a los superiores establecer dos grupos de trabajo. El primero se encargaría de elaborar un procedimiento para ayudar a gestionar el caso de quienes tienen problemas de salud mental en nuestras comunidades, y el otro vería la prevención y la gestión de los casos de abusos en los monasterios del África francófona occidental.

Los superiores regresaron a sus monasterios muy satisfechos y para ejercer su autoridad en beneficio de los hermanos y hermanas que les han sido confiados.


[1] Benín: P. Symon Hounnouvi - de Monte Thabor en Hêkanmé, Madre Laurence Bada - del monasterio de San José de Toffo. Burkina Faso: P. Jean Christophe Yameogo - de la Abadía de Saint Benoît de Koubri, y Madre Clémentine Naganda - del Monasterio de Notre-Dame de Koubri. Costa de Marfil: P. Jean Hugues Djobi Dioti - del Monasterio de Sainte Marie en Bouaké, y Madre Bernadette We - del Monasterio de Bonne-Nouvelle en Bouaké. Guinea Conakry: P. Paul Marie Kolié - del Monasterio de San José en Séguéya, y Madre Marie David Banquet - del Monasterio de Sainte-Croix en Friguiagbé. Senegal: P. Olivier-Marie Sarr - de la Abadía de Keur Moussa, y Madre Blandine Marie Kuegah - de la Abadía de San Juan Bautista de Keur Guilaye. Togo: P. Romain Botta - del Monasterio de la Encarnación en Agbang, P. Théodore Coco - de la Abadía de la Ascensión de Dzogbégan, Madre Bénédicte Assima - de la Abadía de la Asunción de Dzogbégan, y la Madre Christine André Amouh, del monasterio Emmanuel de Sadori. También participaron P. Gervais Degbe, del monasterio Sainte-Marie de la Bouenza del Congo Brazzaville, la Madre Odette Tchewouak del Monasterio de Saint Benoît de Babété de Camerún, y los superiores de los monasterios redentoristas de Burkina Faso: Madre Marie Fabienne Soubeiga del Monasterio de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Diabo, y Madre Marie Clarisse Zundi, del monasterio del Santísimo Redentor de Kiri.

Crónica del XXI Capítulo General de la Congregación de Subiaco y Monte Casino

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Nouvelles

Dom Josep-Enric Parellada, osb,

abbaye de Montserrat (Espagne)


Crónica del XXI Capítulo General de la Congregación de Subiaco y Monte Casino



Participantes del XXI Capítulo General.

Como preludio al inicio de las celebraciones del milenio en la Abadía de Montserrat, y por invitación del Abad Manel Gasch, el 21º Capítulo General de la Congregación de Subiaco y Monte Casino se celebró del 30 de agosto al 7 de septiembre. Asistieron 72 capitulares con derecho a voto, así como una quincena de traductores (entre ellos el recién elegido Abad Presidente) y otras personas necesarias para el apoyo práctico.

Todos los Capítulos Generales son, para una congregación, el signo de la unidad en la caridad, al tiempo que se convierten en el órgano supremo de autoridad. No se trata sólo de un proceso jurídico, sino de una reunión de las comunidades individuales y provincias para trabajar juntos en una visión común, para que cada monje, cada comunidad, cada provincia y la Congregación en su conjunto sean fieles al espíritu de la Regla, con el fin de no anteponer nunca nada al amor de Cristo, «que nos conduce a todos juntos a la vida eterna» (RB 71, 11-12).

Durante este período, hubo una “única” comunidad monástica formada por los monjes del monasterio de Montserrat y los participantes en el Capítulo General: rezábamos juntos todas las horas canónicas, compartíamos las comidas y la vida de la comunidad, como expresión de la fraternidad que nos une, monjes repartidos por los cinco continentes.

Un Capítulo General podría considerarse como una relectura pacífica de la vida de las provincias, de las comunidades y de todos los monjes, llevada a cabo por la comunidad de capitulares, a la luz de la Palabra de Dios, de la Regla, del Derecho Canónico y de su propio derecho (Constituciones y Ordenanzas de los Capítulos Generales).

Al inicio de las sesiones capitulares, el Abad Presidente Guillermo Arboleda destacó «el espíritu de comunión que, bajo la guía del Espíritu Santo, debe animar las asambleas capitulares y la vida diaria de nuestras comunidades». También estableció que «los cambios en la legislación, que ocuparán gran parte del trabajo del Capítulo, deben vivirse desde la perspectiva del crecimiento comunitario, tanto dentro de los monasterios como entre los monasterios, para que podamos ser un signo visible de la presencia del Señor en el mundo».

Por su parte, en un breve discurso de bienvenida, el Padre Manel Gasch, Abad de Montserrat, habló de «la feliz coincidencia entre este Capítulo y el milenio de la Abadía de Montserrat: del hecho que estamos reunidos aquí por el Espíritu Santo nos ha reunido aquí “desde todos los confines de la tierra”»; la Abadía tiene vocación de acogida, bajo la protección de la Virgen de Montserrat, “La Moreneta”.

Este XXI Capítulo ha tenido cuatro temas principales de reflexión, puesta en común y toma de decisiones.

1. Hacer un balance de la situación actual de nuestra Congregación, a través de los informes de los visitadores de cada provincia y de los superiores o representantes de los monasterios fuera de la provincia. Estas intervenciones nos ayudaron a tomar conciencia de la situación actual de nuestras comunidades y provincias.

2. Los informes de los miembros de la Curia: Abad Presidente, Procurador General, Ecónomo, Visita Canónica de San Ambrogio. Este Capítulo fue el primero tras la reestructuración de la sede de la Congregación.

3. Reforma de nuestra legislación. Se revisó el texto de las Constituciones y Ordenanzas de los Capítulos Generales revisado y establecido en 1980. A ello siguieron pequeñas modificaciones y actualizaciones derivadas del Código de Derecho Canónico promulgado en 1983. Después de más de cuarenta años, era necesaria una revisión de nuestros textos legislativos. Con este fin, el Abad Presidente creó una comisión para llevar a cabo una revisión en profundidad de las normas que corresponden a las situaciones que nuestras comunidades monásticas afrontan en la actualidad.

Tras un largo período de preparación, la comisión jurídica presentó un texto al Consejo de Visitadores, que luego fue enviado a todas las comunidades para que pudieran compartir sus propias sugerencias y propuestas. El texto definitivo fue presentado al Capítulo General. El trabajo en capítulo fue precedido por una charla sobre la importancia del Derecho en la vida de una congregación, a cargo del padre Aitor Jiménez, subsecretario del dicasterio de la CIVCSVA. Con la ayuda del voto electrónico se realizaron 92 votaciones diferentes durante el Capítulo.

4. El cuarto punto fue la elección como Abad Presidente del P. Ignasi M. Fossas, monje de Montserrat. Recibió la bendición abacial el 7 de septiembre de manos del Abad Manel de Montserrat.

5. Finalmente, para concluir el Capítulo, todos participaron en la inauguración del año jubilar y la solemnidad de la Virgen, titular del santuario de Montserrat.


P. Ignasi M. Fossas.

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