“Toda la Vida como Liturgia”
Boletín de la AIM - No. 125, 2023
Contenido
Editorial
Dom J.-P. Longeat, OSB, Presidente de AIM
Lectio divina
¡La paz esté con ustedes!
Dom Adriano Bellini, OSB
Perspectivas
• Liturgia monástica, el gran “hoy” de Dios
Dom J.-P. Longeat, OSB
• Santa Macrina, “Su vida entera fue liturgia”
Hna. Véronique Dupont,OSB
• La Implementación de la reforma de la liturgia monástica de la shoras en la Congregación de Brasil
Dom Jerônimo Pereira Silva, OSB
Meditaction
Los ritos en el corazón del vínculo social
Jean-Claude Ravet
Grandes figuras de la Vida Monástica
Le Saux-Abhishiktananda: Un sacerdocio en el Espíritu
P. Yann Vagneux, MEP
Arte y Liturgia
Come se desarrolla la historia: “María conservaba estas cosas en su corazón”
Dom Ruberval Monteiro, OSB
Noticias
• Viaje en la Tierra Santa, abril-mayo, 2023
Dom J.-P. Longeat, OSB
• Viaje a la India, febrero 2023
Hna. Christine Conrath, OSB
Editorial
Este número del Boletín de AIM pretendía ser una reflexión sintética sobre la práctica de la liturgia en los monasterios hoy: logros, interrogantes, propuestas. No hemos logrado completar este reto, que habría requerido más preparación y contactos con varios monasterios en diferentes continentes para obtener una muestra de la situación actual.
Pero este número trata de la liturgia en un sentido más general y espiritual. Estamos encantados de contar con la contribución de tres benedictinos brasileños, dos de los cuales son profesores del Pontificio Instituto de Liturgia de San Anselmo.
Hemos reimpreso un estudio de la hermana Véronique Dupont, monja de Vénières e incansable colaboradora de AIM, que lamentablemente falleció demasiado temprano. Este artículo trata de la "vida como liturgia" como una madre del desierto, como Santa Macrina nos invitó a vivir.
También hemos querido rendir homenaje al P. Henri Le Saux en el 50 aniversario de su fallecimiento, con una contribución del P. Yann Vagneux, de las Misiones Extranjeras de París (MEP). Este estudio ya ha sido publicado en la revista "Vie Consacrée", pero vale la pena repetirlo.
Por último, Hna. Christine, secretaria de AIM, presenta aquí su informe sobre su viaje a la India con motivo de la reunión de la ISBF, seguido de una visita a varios monasterios, y yo hago eco de mi estancia en Israel, para encontrarme con las distintas comunidades de la familia benedictina en Tierra Santa.
Dom Jean-Pierre Longeat, OSB
Presidente de AIM
Articulos
“¡La paz esté con ustedes! (Lc 24. 35-48)
1
Lectio divina
Dom Adriano Bellini, OSB
Abadía de Ligugé (Francia)
“¡La paz esté con ustedes!
El Evangelio de San Lucas 24. 35-48,
una clave para la liturgia
Jesús no se parece al mesías que los israelitas se habían imaginado: un rey, sacerdote y profeta que los libraría de la opresión de los más poderosos, perdonaría los pecados y traería consigo la salvación. Aun así, el apóstol Pedro nos recuerda que Jesús es el Mesías que había de venir, que cumple totalmente las profecías de toda la Escritura.
Ha llegado el momento: debemos abrir los ojos para recibir la salvación. Sólo aquellos que se dejan iluminar por la luz de Cristo resucitado pueden abrir su corazón a la comprensión de las Escrituras, para releer y redescubrir que Él, el Salvador, nos salva mediante la humildad, la obediencia, la pasión y la muerte. Fue precisamente en el momento crucial y doloroso de su muerte en la cruz que cumplió las profecías. Como verdadero sacerdote, ofrece el sacrificio definitivo y revela el poder de la realeza de un Dios que no sólo salva a su pueblo, sino que permanece con él para siempre.
Los discípulos de Emaús reconocieron a Jesús "al partir el pan" y ahora el Señor se les aparece en persona, mostrándoles los signos de la crucifixión para disipar el miedo y la duda; ellos también pueden tocarlo y comer con él. Cristo, el viviente, nos asegura su presencia real entre nosotros, especialmente a través de la Palabra y la Eucaristía. También podemos y debemos experimentar la alegría de encontrar a Cristo cada día, para poder comunicarnos con Él y recibir el perdón, la vida y las bendiciones que necesitamos.
Jesús resucitado dice a los discípulos: “La paz esté con vosotros”. La paz es el don mesiánico por excelencia, el don de la resurrección de Cristo. Pero no es una paz fabricada según la mentalidad del mundo. Jesús mismo dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy. No os la doy a la manera del mundo. Que vuestros corazones no se turben ni tengan miedo” (Jn. 14, 27). La paz de Cristo es una paz que transforma la duda en certeza, el egoísmo en comunión, el miedo en esperanza. Este deseo de paz es profundamente litúrgico, con este saludo el obispo abre cada celebración litúrgica.
No es coincidencia que el lema benedictino sea "PAX" (paz) y que San Benito sea llamado mensajero de la paz. Este saludo, PAX, se encuentra a la entrada de todos los monasterios, a veces incluso una frase, por ejemplo: Sit pax intranti, redeunti gratia sancti (Paz a los que entran; a los que se van, llevad con vosotros la gracia del Santo [Benito], como en la entrada de la Abadía de San Pablo Extramuros de Roma).
Aquellos que pasean por el claustro de la abadía de Saint-Martin tienen ante ellos mosaicos que les recuerdan el don de la paz. Esto no es sólo una bienvenida a los que llegan al monasterio, sino un signo con el cual la comunidad acoge a sus huéspedes y les da, al entrar y al salir, lo que más aprecia: la paz de Cristo, el don pascual por excelencia. La propia comunidad monástica está llamada a vivir según esta paz, a buscarla, conservarla y hacerla resplandecer en el mundo: “Buscad la paz y perseguidla”, dice san Benito (Prol. 17).
"La paz no es pereza ni falso desinterés, [...] la paz es la actitud de un alma unida a Dios en la caridad". (Dom Delatte)
La paz no siempre significa ausencia de problemas o conflictos. Al contrario, Jesús advierte a sus discípulos que tendrán que soportar muchas tribulaciones. La paz que Jesús obtuvo al precio de su sangre significa sobre todo la certeza de su presencia, incluso cuando tengamos que atravesar un mar tempestuoso de dificultades. Jesús está vivo, camina con nosotros y nos da su paz y la alegría del Espíritu Santo. Esta paz se alcanza cuando todos estamos comprometidos en la búsqueda de Dios y del bien común, cuando hay un deseo sincero de comunión, caridad y de entrega. Es esta paz, la paz de Cristo resucitado, la que compartimos en la misa.
"Quédate con nosotros, Señor”. Líbranos de la ignorancia y abre los ojos de nuestro corazón para escuchar tu palabra y obedecer a Dios. Danos la gracia y la extraordinaria alegría de encontrarte en el pan partido en cada celebración eucarística, y que nuestro ser sea verdaderamente transformado por la comunión con tu Cuerpo y tu Sangre, para que nuestro testimonio de fe sea creíble, nuestra caridad sincera y tu paz esté en nosotros. Amén.
La liturgia monástica: El gran “hoy” de Dios
2
Perspectivas
Dom Jean-Pierre Longeat, OSB
Presidente de AIM
La liturgia monástica:
El gran “hoy” de Dios
Estas reflexiones son una invitación a elegir vivir hoy como el más importante y real de los días. Hoy, como como todos los días, todo procede de la fuerza y la verdad de los seres y las cosas, siempre que nuestra vida esté preparada para acogerlas. Como sabemos, la liturgia subraya este "hodie", este hoy que nos introduce en el día sin fin de Dios.
Esta propuesta se hace pensando en todos aquellos que, hoy, como cada día desde la creación de la humanidad, tienen sed de ser, de vivir, de comprender, de compartir, de amar, de existir intensamente en una humanidad que grita su sed y su deseo sin saber nunca realmente cuál puede ser el objeto o modo de ese deseo.
En primer lugar, nos plantearemos la pregunta de la escucha cotidiana: "Si escucháis, hoy, mi voz"; después, la del alimento cotidiano: "Danos hoy nuestro pan de cada día"; y, finalmente, nos volveremos hacia el Día de Dios, el día más allá de los días, el día prometido y anhelado.
"Si escucháis, hoy, mi voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Sal. 94)
Este versículo del salmo se cita al comienzo mismo de la Regla de San Benito:
Levantémonos, pues, de una vez; que la Escritura nos espabila, diciendo: “Ya es hora de despertamos del sueño” (Rom. 13, 11) y, abriendo nuestros ojos a la luz de Dios, escuchemos atónitos lo que cada día nos advierte la voz divina que clama: “Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Sal. 94, 8) y también: “Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias” (Apoc. 2, 7) ¿Y qué es lo que dice? “Venid, hijos; escuchadme; os instruiré en el temor del Señor” (Sal. 33, 12) “Daos prisa mientras tenéis aún la luz de la vida, antes que os sorprendan las tinieblas de la muerte” (Jn. 12, 35)”. (Prol. 8, 13)
El Salmo 94 se canta o se cantaba todos los días al comienzo del Oficio de Vigilias en la liturgia benedictina: es el salmo invitatorio por excelencia, el salmo que nos invita a orar con sus diferentes componentes.
En primer lugar, una llamada general a la alabanza: "¡Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva! Entremos en su presencia con acción de gracias, aclamándolo con cantos". Luego, acción de gracias por la obra de la creación: "¡Él Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses! Tiene en su mano las simas de la tierra, suyas son las cumbres de los montes. Suyo es el mar, pues él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos". Incluso antes de ser reconocido como Creador de todas las cosas, el Señor es proclamado como el único Dios, el Dios grande por encima de toda grandeza y de todas las alturas.
Por eso puede contener en su mano todos los elementos de la creación, desde las profundidades de la tierra hasta las cumbres de las montañas, a lo ancho de los mares y los continentes.
A esto sigue una oración de acción de gracias por la obra de salvación, en relación directa con la peregrinación por el desierto y las maravillas realizadas allí por la mano del Señor. Esta oración va acompañada de una invitación al arrepentimiento, garantía de la verdadera acción de gracias: “¡Entrad, postrémonos por tierra! Bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía…No endurezcáis el corazón como en el desierto, cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras”. Esta acción de gracias por la redención y esta llamada al arrepentimiento se combinan con una nueva confesión de fe: “Él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía”.
Por último, el salmo termina con una evocación de la promesa de Dios al hombre de poder compartir su vida en su descanso eterno, en el último Sabbath, si su corazón no se desvía, con una nueva referencia al pecado de Israel en el desierto: “Durante cuarenta años aquella generación me asqueó y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino, por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”.
En medio de todo esto viene el versículo citado por San Benito: “Si escucháis, hoy, su voz, no endurezcáis vuestro corazón”. Así pues, en este salmo está la dimensión de la memoria, la dimensión de la promesa y la dimensión que da sentido a ambas, la dimensión de la realidad cotidiana. Esta es una de las claves de la espiritualidad cristiana. San Benito, siguiendo las huellas de la tradición monástica, es un comentarista particularmente notable.
¿De qué se trata? Se trata de vivir cada día despierto. Cada mañana y cada momento del día es una llamada de la voz de Dios. Esta llamada sólo puede ser escuchada por quienes están atentos a ella. Los que abren los ojos y los oídos de su corazón para ver y oír “lo que el ojo no ha visto, lo que el oído no ha oído, lo que Dios ha preparado para los que le aman" (1 Cor. 2, 9 citado por RB 4, 77). Lo que puede hacernos infelices en esta vida es quedarnos atrapados en la ilusión de los sentidos externos. Si sólo veo con los ojos de mi carne, si sólo oigo con los oídos de mi cuerpo, aún no he visto ni oído nada que pueda darme el sabor de la verdadera vida.
Cada día, en cada segundo, a través de los seres y las cosas creadas, se nos da la totalidad de la existencia. Pero a menudo dormimos y soñamos. Es urgente, constantemente urgente, despertar, levantarse, resucitar y empezar a escuchar: "Si escucháis, hoy, su voz, no endurezcáis vuestro corazón". Este es uno de los dichos esenciales del Evangelio. Para ser capaz de escuchar, el corazón debe ser tocado, convertido, circuncidado. A este respecto, es necesario releer el Sermón de la Montaña, al comienzo del Evangelio de San Mateo. Desde el primer versículo del Prólogo, San Benito nos invita a hacerlo: "Escucha, inclina el oído de tu corazón" (Pról. 1).
Al comentar el citado versículo del Salmo 94, la Carta a los Hebreos actualiza de manera particularmente poderosa nuestra relación con la Palabra de Dios, que recibimos para ponerla en práctica para que un día podamos saborear el descanso de Dios: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de dos filos; penetra hasta el punto de división del alma y del espíritu, de las coyunturas y de los tuétanos, y puede juzgar los sentimientos y los pensamientos del corazón.
Por eso no hay criatura que permanezca invisible ante él, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de Aquel a quien debemos dar cuenta" (Heb. 4, 12-13). ¿Está nuestra vida orientada hacia esta perspectiva del hoy de la Palabra que se realiza en nuestra vida para que podamos decir con Cristo: “Este pasaje de la escritura que acabáis de oír se cumple hoy” (Lc. 4, 21)?
“Danos hoy nuestro pan de cada día” (Mt. 6, 11; Lc. 11, 3)
No basta con inclinar el oído de nuestro corazón y no endurecerlo. Para poder escuchar cada día la llamada del Señor a través de su Palabra; también debemos aceptar recibir lo que el Señor planifica, cada día, para nosotros según su voluntad.
Conviene aquí referirse a la experiencia de Israel en el desierto. El Señor proveyó gratuitamente al hambre de su pueblo enviándoles “una capa de rocío alrededor del campamento”. Cuando esta capa de rocío se evaporaba por la mañana, algo pequeño y granuloso aparecía en la superficie de la tierra. «Este es el pan que el Señor os ha dado de comer. Y Moisés les dijo: “Que nadie guarde nada en reserva hasta el día siguiente”; lo recogían cada mañana, cada uno según lo que podía comer, y cuando el sol calentaba, se derretía» (cf. Ex 16,13-21). El alimento diario del maná del cielo es un elemento clave de la espiritualidad que Dios ofrece hoy a su pueblo.
El Evangelio de San Mateo ofrece un hermoso comentario sobre este don del cielo: “No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todo esto. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas estas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis por el mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene sus propios afanes” (Mt 6,25-34).
Entonces, ¿deberíamos tomar estos textos literalmente? No, eso no es suficiente; necesitan ser interpretados. Pero también es imprescindible saber cómo vivir este abandono día a día en la confianza de una fe que está siendo renovada siempre. Está bastante claro que nuestra búsqueda rara vez es primero por el Reino de Dios, y ahí es donde radica el problema. Si, como los israelitas en el desierto, queremos abastecernos de maná, si queremos atesorar el regalo de Dios, si no aceptamos cada día los regalos que sólo son necesarios para nosotros, no podremos realizar la vida de Dios en este mundo.
Le discours sur le Pain de vie présente l’accomplissement de ce signe de la manne. Le Christ nous y révèle qu’il est lui-même le Pain de vie. « Vos pères dans le désert ont mangé la manne et sont morts ; ce pain est celui qui descend du ciel pour qu’on en mange et ne meure pas. Je suis le pain vivant, descendu du ciel. Qui mangera ce pain vivra à jamais » (Jn 6, 49-51).
El discurso sobre el Pan de Vida presenta el cumplimiento de este signo del maná. En él, Cristo revela que él mismo es el Pan de Vida. “Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron, éste es el pan que baja del cielo para que lo comáis y no muráis. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre” (Jn. 6,49-5).
Nuestro único verdadero alimento cotidiano es Cristo, otorgado para que el mundo tenga vida. Lo recibimos en su palabra rumiada y en la oración, en el pan de la Eucaristía y los sacramentos, y en la comunión fraterna.
Por eso, “Danos hoy nuestro pan de cada día” sólo puede entenderse en esta nueva relación con Cristo que se entrega cada día. Así es como podemos buscar el Reino y su justicia, así es como podemos estar contentos con el alimento diario.
Toda la vida de Cristo es así, como relata san Lucas a su manera: “Hoy se cumple en vuestros oídos este pasaje de la Escritura” (4, 21). Después de la curación del paralítico, los venir; visita su creación, le habla, se encarna en ella, le promete su venida gloriosa cuando Cristo sea todo en todos.
Así pues, la Revelación bíblica está jalonada por el anuncio del hoy de Dios, que se manifiesta sin cesar en la vida de los hombres: “Atardecía y amanecía, era el primer día” (Gn 1); "Este es el día en que actuó el Señor" o "Este es el día que ha hecho el Señor" (Sal 117); "En aquel día..." repiten sin cesar los profetas; esta expresión no significa necesariamente una proyección hacia el futuro, es un anuncio del día de hoy en que cada uno está llamado a escoger entre la vida y la muerte (cf. Deuteronomio). El Evangelio de San Lucas se abre con este anuncio de la Buena Nueva: “Hoy os ha nacido un Salvador” (Lc. 2,11) y concluye con esta promesa: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43).
Pero lo que mejor expresa este gran día de Dios es el hoy de la celebración litúrgica. En la liturgia latina, el hodie resuena como una esperanza inaudita durante todo el año. El hodie más famoso es el de Navidad: "Hodie Christus natus est...", "Hoy nos ha nacido Cristo”; hoy ha aparecido el Salvador; hoy cantan los ángeles en la tierra, los arcángeles se alegran; hoy exultan los justos, diciendo: “Gloria a Dios en las alturas”. (antífona del Magníficat en las II Vísperas de Navidad). Esta antífona encuentra su preparación en el Oficio de Nochebuena, en el hoy de la revelación: “Hoy sabréis que viene el Señor, y por la mañana veréis su gloria”.
A esta antífona de Navidad se puede añadir la antífona de Epifanía: "Hodie caelesti sponso" - "Hoy la Iglesia está unida con su celestial esposo, pues Cristo la ha lavado de sus pecados en el Jordán; los Magos vienen con regalos a las bodas reales, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino” (ant. del Benedictus de Laudes de Epifanía).
La antífona del Magníficat de las Segundas Vísperas retoma este tema: “Hoy la estrella ha guiado a los Magos hasta el pesebre; hoy el agua se ha convertido en vino en la fiesta de bodas; hoy, en el Jordán, Cristo ha querido ser bautizado por Juan para salvarnos”.
Con el mismo espíritu, la antífona del Magníficat de las Segundas Vísperas de Pentecostés expone el Misterio actualizado en este día: “Hoy se han cumplido los días de Pentecostés; hoy el Espíritu Santo se ha aparecido a los discípulos en forma de fuego y ha derramado sobre ellos los dones misteriosos, los ha enviado a todo el mundo para predicar y dar testimonio. Aquellos que crean y reciban el bautismo se salvarán”.
En medio de ambos tenemos, por supuesto, el Domingo de Pascua y el tiempo pascual, cuando oímos "Haec dies quam fecit Dominus" del Salmo 117, 24, el salmo pascual por excelencia: “Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”. Este día es el Día de los días: el verdadero hoy de la vida divina.
Algunas antífonas marianas recientes (8 de diciembre, 11 de febrero) han retomado este tema y la liturgia benedictina la ha aplicado a san Benito, santa Escolástica y san Mauro. El domingo es el gran día del Señor, a la vez primer día de la creación y de la redención en la resurrección de Cristo y el octavo día, el día más allá de los días, el día de Dios que transfigura todas las cosas, el día de su venida.
El sacramento del domingo es realmente de gran importancia para la expresión de la vida de Cristo. Necesitamos desarrollar en cada una de nuestras vidas una espiritualidad de esta vida cotidiana, que es el hoy de Dios. Es el día del nacimiento, el día del comienzo, el día del recomienzo, el día de la resurrección, y es también el día de la eternidad, el día en que las apariencias desaparecen para dar paso a la realidad, el día del discernimiento, que es otro nombre para el día del juicio.
Al cantar hoy los Misterios, la liturgia permite que se realicen aquí abajo, en forma de figura. De este modo, los fieles se vuelven contemporáneos con los misterios celebrados, que se hicieron realidad un día del pasado y siguen siendo actuales hoy. Este es el sentido del memorial cristiano.
En el siglo IV, un monje del desierto egipcio se decía a sí mismo cada mañana: “Hoy empiezo”. Que este comienzo no deje nunca de habitar en nuestras acciones: de este modo, en las palabras de san Gregorio de Niza, iremos “de comienzo en comienzo, a través de comienzos que no tienen fin”, y así llegaremos al día sin final que Dios nos ofrece ya como imagen.
Conclusión
No basta con enunciar unos cuantos principios analíticos; necesitamos también darles consecuencias concretas.
¿Realmente vamos a escuchar la llamada de Dios que resuena en nuestros oídos? ¿Estará nuestro corazón lo suficientemente receptivo para entrar en la Palabra, hoy? Preguntémonos realmente si frecuentamos la Palabra divina, de un modo u otro (lecturas bíblicas y espirituales, oración, meditación, rumiación, lectio divina). ¿Es hoy un día en el que Dios viene a nosotros y a los que nos rodean, buscando y llamando a sus trabajadores de entre la multitud de una manera que es siempre inesperada?
¿Vamos a hacer de nuestra vida una compañía diaria? ¿Cómo podemos compartir el Pan de Dios con nuestros hermanos y hermanas? ¿Cómo podemos recibir el maná que es el verdadero Pan de vida? Está claro que cuando sabemos que la mitad de los habitantes de nuestro planeta se mueren de hambre, realmente nos preguntamos qué ha pasado con la oración “Danos hoy nuestro pan de cada día”; ¿es por tanto imposible hacer de nosotros mismos discípulos mientras atravesamos el desierto de este mundo?
Por último, ¿cómo testimonia nuestra vida el Día más allá de los días? ¿Sabemos relativizar nuestros bienes inmediatos para ponernos en las manos de Dios, con el coraje de trabajar incansablemente, pero libres de toda preocupación de engrandecimiento personal? El día de Dios es siempre un día de juicio, en el que quedamos al desnudo para ser lo que realmente debemos ser: simples criaturas, simples siervos que saben que son hijos de Dios para la eternidad. Ese es nuestro tesoro, y "donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mt 6,21).
“Este es el día que actuó el Señor;
Sea nuestra alegría y nuestro gozo”.
(Sal 117,24)
Santa Macrina: “Su vida entera fue liturgia”
3
Perspectivas
† Hna. Véronique Dupont, OSB
Abadía de Venière (Francia)
Santa Macrina:
“Su vida entera fue liturgia”[1]
Gregorio de Niza escribió la Vida de Macrina (VSM)[2] hacia el 380 – 383, en el apogeo de su carrera y en el mejor momento de su influencia espiritual. Este texto, contemporáneo de la Gran Catequesis[3] es el lado espiritual de las verdades de la fe; es su ilustración. La inmediata ocasión de escribir este texto es bien conocida: durante un viaje a Arabia para informar sobre las decisiones del primer Concilio de Constantinopla (381), Gregorio se encontró con un monje, Olimpio, a quien habló con emoción sobre la reciente muerte de su hermana. Seducido, Olimpio pidió a Gregorio que pusiera la historia por escrito para que sirviera de ejemplo para monjes y monjas.
Una liturgia eucarística
Gregorio presenta la vida de Macrina como una liturgia eucarística: Macrina prepara el pan, unge sus manos para las cosas sagradas, las ofrece a otros, y ella misma recuerda la magnalia Dei, pide la santificación (epíclesis) y muere durante la Eucaristía en el lucernario. Esta forma de muerte, el final de la oración y el final de la vida, es constante en las historias cristianas de la época[4].
Macrina prestó sus manos al servicio litúrgico (VSM 5, p. 159); ¿Qué significa esto? ¿Tal vez preparó el pan eucarístico como muchas otras vírgenes de su tiempo, como señala el padre Daniélou?[5] Seguramente lo recibió en sus manos, que estaban por tanto ungidas (Cristo) y consagradas para todas las ocupaciones del día. ¿Qué hacía Macrina durante el día?
“Meditar en las realidades divinas, orar sin cesar, cantar himnos de día y de noche, cumplir con las tareas indispensables que nos preocupan en esta vida. No dejaba el trabajo manual a esclavos ni sirvientes” (VSM 11).
La primacía de la Escritura
Macrina fue educada desde su juventud en meditar sobre las realidades divinas. ¿No aprendió a leer y escribir a partir de las Escrituras? ¿No fue instruida en las Escrituras? Todo lo que en las Escrituras inspiradas por Dios parece más accesible a los niños era el programa de la niña, sobre todo la Sabiduría de Salomón, y preferentemente, en este libro, lo que contribuye a la vida moral. Conocía el salterio, y recitaba cada parte en momentos concretos del día: al levantarse de la cama, al empezar o terminar el trabajo, al comer o al levantarse de la mesa, al acostarse o al levantarse a rezar, llevaba la salmodia a todas partes, como fiel compañera que no le fallaba ni un solo momento.
La educación de Macrina estaba basada enteramente en la Sagrada Escritura y, a su vez, Basilio, el hermano menor de Macrina, se formó inicialmente en las Escrituras, de allí la abundancia de citas y referencias a textos sapienciales en los escritos de Basilio. Pedro, el hijo menor (que más tarde se convirtió en obispo de Sebaste), también fue formado de este modo. Macrina lo educó y le dio acceso a una cultura superior, formándole desde la infancia en las ciencias sagradas (VSM 12). Para los antiguos, la Escritura era una puerta de acceso al conocimiento universal. Aprendieron a leer y escribir, a comprender, a descubrir la historia, las ciencias naturales, la cosmología, las matemáticas, la medicina, simbolismo de los números y, sobre todo, la Sabiduría, que es Cristo.
La educación de Macrina y sus hermanos comenzó, por lo tanto, cuando aún eran pequeños, con el estudio de los libros sapienciales y el salterio. Macrina recitaba el salterio todos los días en su totalidad: “No le faltó ni en un solo momento”[6] es decir, lo sabía de memoria. Leemos la misma actitud en la Carta 107 de Jerónimo sobre la pequeña Paula: “Que su aun tierna lengua se impregne de la dulzura de los salmos... Que aprenda primero el salterio”[7]. Del mismo modo, en la Regla, San Benito da a los hermanos jóvenes el estudio del Salterio como su primera tarea[8].
Pero la práctica bíblica de Macrina no se detuvo en el Antiguo Testamento. Macrina vivió una vida filosófica, y el Filósofo era Cristo. Esta vida filosófica vivida en Annisa[9] es la vida evangélica vivida en su absoluto. Está en consonancia con el llamado de San Pablo en su carta a los Colosenses: “Desechad toda ira, enojo, malicia, injurias y palabras vergonzosas lejos de vuestra boca” (Col 3,8), y de San Pedro a los cristianos: “Sed humildes los unos con los otros, porque Dios se opone a los soberbios, pero da gracia a los humildes" (1 Pe 5,5).
La Vida de Macrina hace referencia a muchas otras citas de textos similares del Nuevo Testamento. En cuanto a la descripción que Gregorio hace de ella, ¿no es, en su propio estilo y característico de la época, un signo del paso del hombre viejo al hombre nuevo (véase Col 3,9-10)? Algunos episodios de la vida en Annisa nos son presentados como evangélicos, probablemente para para establecer un lazo entre la vida monástica y el seguimiento de Cristo, la imitación de Cristo. En un día de hambruna, el hermano de Macrina, Pedro, trajo tantas provisiones que la multitud de visitantes, atraídos por la fama de caridad del monasterio “hizo que el desierto pareciera una ciudad”[10] esto es una reminiscencia de la multitud que acudía a Jesús, por ejemplo, en Mc 1, 45, pero también durante la multiplicación de los panes (Mc 6, 31-44) y las curaciones. La propia Macrina realizó muchos milagros (VSM 36). De este modo, Gregorio quiere mostrar que el ideal de la filosofía es la perfección de la vida cristiana, y que la búsqueda de este ideal es la búsqueda no de una abstracción, sino de una persona: Cristo. Para Macrina y sus compañeras, rezar sin cesar y cantar alabanzas a Dios era su trabajo y su descanso después del trabajo (VSM 11).
Trabajo/descanso; trabajo/relajación; ir a Dios, vacaciones en Dios, descanso en Dios.
El trabajo de salmodiar y cantar himnos es una fuente de energía y renovación. En este sentido, la vida en Annisa es una vida "angélica", porque los ángeles alaban a Dios sin cesar (VSM 12 y 15). La primacía es siempre dada al Oficio Divino. Macrina, que está enferma y sabe que esta será la última vez que hablará con su hermano, interrumpe sin embargo su intercambio espiritual (un diálogo que es de hecho una anamnesis de la Magnalia Dei) (VSM 20) en cuanto oye el comienzo del Lucernarium. Inmediatamente envía a su hermano a la Iglesia, mientras que ella misma se refugia con Dios en la oración (VSM 22). Al final de su oración, se persigna "y cesa tanto su oración como su vida"[11].
Tres celebraciones
En lugar de enumerar todas las huellas de la "liturgia" en la vida de Macrina, veamos tres "celebraciones litúrgicas": la acogida de un huésped, la muerte en Cristo y la liturgia de los funerales.
Acogida de un huésped
Cuando Gregorio, el obispo, llega a Annisa para ver a su hermana enferma, el grupo de hombres (monjes instalados por Basilio más lejos, en la inmensa finca familiar) va a su encuentro, mientras que el coro de vírgenes, alineadas en buen orden junto a la iglesia, esperan la entrada de Gregorio. Gregorio entra, reza y bendice a las vírgenes, que se inclinan (VSM 16). Del mismo modo, cuando un huésped llega a un monasterio o una fraternidad Basiliana, ellos empiezan rezando[12]. Esta es una costumbre bien atestiguada ya en el siglo IV en Oriente. Se la encuentra en la Regla de San Benito[13], por ejemplo. Esta costumbre se universalizó en el mundo monástico.
La muerte en Cristo
Cuanto más presiente Macrina su muerte biológica (hacia el final del día, que también es un símbolo), más ansiosa está de ir a su Amado (VSM 23). Su cama está orientada hacia el Este. Fue en el oriente donde los primeros cristianos situaron el paraíso; era desde Oriente de donde esperaban el regreso de Cristo, pero también la venida de los ángeles que acogerían las almas de los justos y las conducirían al paraíso de Dios. En oriente, Pacomio ve el alma de un hermano llevada a los ángeles. En el oriente, Macrina contempla la belleza del Esposo, sus ojos se posaban constantemente en él. Su corazón y sus labios rebosan en oración. Mientras reza, Macrina dibuja una cruz sobre su boca, ojos y corazón, protegiendo todo su ser de los demonios. A continuación, expresa su deseo de rezar la oración eucarística del Lucernarium, es decir, la gran oración de la noche. Lo hace con gestos y en su corazón, incapaz de hablar por la fiebre. La oración termina con su canto, mientras que su oración y su vida cesan con un profundo suspiro (VSM 25).
Esta forma de presentar la muerte de Macrina significa que toda su vida se había convertido en oración, toda su vida se había convertido en liturgia: liturgia en el sentido fuerte y amplio, no el cumplimiento de ritos, sino la inclusión de toda su vida en la Liturgia. Esto no significa que todo lo que hacemos en la vida monástica sea ritual, ni mucho menos, sino que nada está excluido de nuestra vida cristiana: “Todo es vuestro, pero vosotros sois de Cristo, y Cristo de Dios” (1 Cor. 3, 22-23).
La liturgia funeraria
Una historia contada por Gregorio muestra que la liturgia impregna toda la vida monástica. Cuando murió Macrina, se cantaron canciones fúnebres. Macrina verdaderamente había fijado un tiempo para el llanto (VSM 27), prescribiendo que el llanto debería darse en el momento de la oración, pero había dejado claro que esas lágrimas no debían ser lágrimas de lamentos o quejas. En otras palabras, hay un tiempo para todo, un tiempo para llorar, un tiempo para dar gracias. Pero si hay un tiempo para todo, eso no significa que podamos hacer todo de cualquier manera. Podemos expresar nuestro dolor en la liturgia (cf. el canto de los salmos, por ejemplo). Jesús también lloró. Nosotros lloramos, pero no nos quejamos.
Bajo la dirección de Lampadion, la maestra de coro, las vírgenes cantan “porque la salmodia alivia los gemidos”, dice Gregorio Nacianceno[14]. Pasan la noche cantando himnos, como los mártires. Esta característica litúrgica significa que la muerte de Macrina es equivalente a la de un mártir, porque fue fiel hasta el final. Por eso la celebración de un jubileo, o incluso el funeral de una monja, es mayor que la profesión monástica: la profesión es algo serio, una promesa para el futuro; la muerte de una monja es una promesa cumplida.
La salmodia se canta a dos coros. Un coro femenino: las monjas de Annisa y las otras mujeres (porque acude mucha gente, no sin que a veces perturben la salmodia), y un coro masculino: los monjes y los demás hombres.
Estos coros cantan alternadamente, o juntos, en un coro “perfectamente homogéneo, gracias a una melodía común para todos”[15]. El cortejo fúnebre se dirige a la capilla, situada a un kilómetro y medio de distancia, dedicada a los cuarenta mártires de Sebaste. Los padres del difunto están enterrados allí. El cortejo está encabezado por el obispo Araxios, a quien Gregorio indica el camino. Lo principal que sabemos sobre este cortejo es que la gran multitud era una molestia: se tardó todo el día para completar este corto recorrido. Se trataba de una verdadera procesión litúrgica (VSM 34), con diáconos, clérigos menores, portadores de velas y otros. Durante todo el camino, cantamos todos, como los tres jóvenes en el horno, con una sola voz y una sola boca (ver Dn. 3,51).
Cuando se abre el sepulcro, una virgen, y luego varias más, comienzan a gritar; se produce la confusión. Finalmente, Gregorio pide silencio, el cantor invita a la oración y el pueblo se reúne en torno. Como las vírgenes prudentes (Mt 25), la procesión va al encuentro del Esposo; el rostro de Macrina está deformado.
Para el entierro (VSM 35), observamos una costumbre bíblica practicada en la época: para que no se descubra la desnudez de los padres (¡muertos hace tiempo!) – a los griegos les repugnaba ver semejantes espectáculos -, sus cuerpos (lo que queda de ellos) se cubren con un nuevo sudario[16] y Macrina es enterrada junto a su madre, según su voluntad.
La vida de Macrina es una ascensión mística hacia Cristo. Los mismos “peldaños” espirituales se encuentran en la Vida de Moisés[17], aunque aquí presentados de una forma diferente.
Los milagros de Macrina
En el epílogo (VSM 39), San Gregorio alude a los numerosos milagros realizados por Macrina, milagros de diversa índole: curación de enfermedades, expulsión de demonios, una alusión a un milagro realizado durante la hambruna; pero no relata en detalle estos milagros, pensando que la santidad de su hermana estaba bien consolidada y sin necesidad ya de añadirlos. Así, en el relato de la vida de Macrina, sólo se relatan dos milagros, uno relativo a la propia Macrina, el otro a un niño pequeño, siendo este segundo milagro la base para Gregorio, de una enseñanza filosófica (es decir, monástica). Gregorio no eligió estos milagros al azar. En efecto, si los milagros son recordados en una “Vita”, es para mostrar la similitud entre el santo y Cristo. Los milagros se eligen, pues, según el riguroso criterio de referencia escriturística, aquí: curación de un ciego y unción en la fe.
El milagro de Macrina
Este milagro sale a la luz después de la muerte de Macrina, cuando Gregorio y Vetiana, una de las vírgenes de Annisa, van a cubrir el cadáver de Macrina. Vetiana le cuenta a Gregorio que su hermana tuvo una vez un grave tumor en el pecho y se negó a ser tratada a pesar de los requerimientos de su madre. Cuando rezaba en el santuario, hizo barro con sus lágrimas y lo puso sobre el tumor. Su madre seguía insistiendo en que sea curada, así que Macrina le invitó a hacer la señal de la cruz sobre el tumor, y así lo hizo. El tumor desapareció, dejando sólo una pequeña marca que sería “un memorial de la intervención divina, tema y motivo de incesante acción de gracias a Dios”[18]. Este hecho nos revela la profundidad de la fe de Macrina. La propia estructura de este texto es una reminiscencia de las curaciones evangélicas realizadas por Jesús: “Vete, tu fe te ha salvado” (Mt 9,22).
El milagro de la hija del soldado
El relato de este milagro es maravilloso (VSM 37-38), porque se mueve constantemente entre la vida filosófica y la enfermedad de la hija del soldado. Este soldado y su esposa fueron a Annisa para ver a Macrina y visitar el monasterio. Llevaron a su hija pequeña, que padecía una enfermedad infecciosa en un ojo.
El soldado visitó el monasterio de los hombres (dirigido por Pedro, hermano de Macrina y Gregorio), mientras que su esposa visitó el monasterio femenino (dirigido por Macrina). Cuando se marchaban, en señal de amistad, fueron invitados - cada uno a sus respectivos monasterios - a participar en la mesa filosófica. La pequeña niña estaba con su madre. Macrina la coge en su regazo, se da cuenta de su dolencia y promete a su madre una recompensa por acudir a la mesa filosófica. Ella le da colirio para curar las enfermedades oculares. Tras el banquete, la pareja se fue a casa y, en el camino, se dieron cuenta de que habían olvidado las gotas para los ojos; al mismo tiempo, descubrieron que la niña se había curado. La madre comprendió que el verdadero colirio era la oración, el remedio divino.
El soldado cogió entonces la niña en brazos y recordó todos los milagros del Evangelio: su fe les había salvado. Estos dos milagros son muy evangélicos. Su base común es la fe. Se relatan en un estilo deliberadamente imitando a los sinópticos (véase Lc 4, 40; 7, 21).
La vida de Macrina es una carrera acia y con Cristo
Esto es una reminiscencia del De Instituto Christiano atribuido a Gregorio de Niza[19]. Este y Gregorio lo dicen todo sobre el carácter de Macrina, compara a su hermana con una corredora que está a punto de llegar a la meta, habiendo derrotado a su adversario y anunciando ya su victoria, viendo la corona del vencedor y dirigiendo su mirada hacia el premio de la llamada de lo alto. Macrina vive como una atleta de Cristo.
Su búsqueda de Cristo es una liberación progresiva con vistas a verlo (VSM 23). Cristo es su Amante. Macrina siente un amor divino y puro por Cristo, su esposo invisible. Alimentaba este amor en lo más íntimo de su ser. Su corazón estaba impulsado por el deseo de apresurarse hacia su Amado, de estar pronto con Él, una vez liberada de las ataduras del cuerpo: “En verdad, era hacia su amante hacia donde corría, sin que ninguno de los placeres de la vida desviara su atención”[20]. (La autoría de San Gregorio de Niza no es segura).
Fascinada por Cristo, contempla en él la belleza del Esposo y mantiene constantemente la mirada fija en él. Muere como vivió, “vestida de novia” para su esposo[21]. Resplandeciente de luz, incluso con un vestido oscuro, Macrina está revestida de Luz, como Adán y Eva al principio, antes de la aventura de las túnicas de piel. Como Cristo, Macrina vive para Dios (Rom. 6, 10). Macrina se ha convertido en Luz, como su Creador. Su vida ha sido un ascenso hacia Cristo. La meta de la carrera: el rostro de su Amado.
“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”
En conclusión, la vida de Santa Macrina fue de un constante progreso y celebración. La búsqueda del ideal filosófico es una ascensión mística: liberarse de las pasiones, es decir, dominarlas, es estar crucificado con Cristo, clavar la propia carne con el temor de Cristo; esto para purificar la propia alma para que se encuentre sin mancha ante Dios (VSM 24) y acogidos por él.
Los valores destacados por la vida filosófica son también: la virginidad, la pobreza (“la pobreza, nodriza de la filosofía”[22], escribió San Basilio), una pobreza que es renuncia a una carrera, a los hábitos de lujo, y un deseo deliberado de igualdad con los otros, de ahí el sentido profundo del trabajo; todos estos valores no son un fin en sí mismos. El fin es Cristo. Por eso nos dirigimos hacia Él en la vida "inmaterial", también llamada vida angélica. ¿Qué significa esto? Los ángeles son aquellos que ven constantemente el rostro de Dios; a través de la contemplación Macrina vive en la sociedad de los ángeles, “caminando en las alturas con los poderes celestiales”[23].
Desde que Cristo se sentó a la diestra del Padre, en su humanidad resucitada, los hombres se han convertido en ciudadanos del cielo: han ascendido al cielo con Cristo, han nacido a una vida nueva. Se trata de una verdad ontológica, no moral. El bautismo nos ha hecho moradores del cielo: “Dios nos ha resucitado y nos ha sentado con Cristo en las regiones supra celestes” (Ef 2,6). Estamos allí, somos conciudadanos de los ángeles, tenemos derecho a vivir en el cielo. Nuestra pertenencia a la ciudad celestial nos libera ontológicamente de las manos de la ciudad terrenal y nos coloca bajo otra jurisdicción, en un cuerpo político.
¡Pero seguimos en la Tierra! Sí, es verdad, pero ya no estamos en la tierra, “somos extranjeros en la tierra” (Heb 11, 13). A través del sacramento, el mysterium, las realidades del cielo vienen a comunicarse en lo sensible, a ocupar su lugar en el tiempo, gracias a lo cual no somos transportados al cielo por éxtasis, como Plotino, sino ontológicamente.
Co-ciudadanía de los ángeles significa enfrentarse al diablo, al ángel caído, el ángel cuyos celos no dejan de afectar a quienes se han convertido en conciudadanos de los ángeles, de allí la importancia del combate espiritual, que es una realidad que no debemos rehuir. Mientras haya monjes y monjas, lucharán contra los demonios, sea cual sea la forma que adopten en cada momento.
La vida monástica no es simplemente un regreso al paraíso; es una entrada en la ciudad de los ángeles, en el reino de Cristo donde todo es restaurado, donde el orden se restablece. Poco a poco, todo el ser del monje, de la monja, se diviniza, como el ser de Macrina. Mientras estamos en la tierra, compartimos la cruz de Cristo y al mismo tiempo nos regocijamos con los ángeles. Vivimos en los dos mundos al mismo tiempo. La misión del monacato en la Iglesia es mantener abierta la puerta de comunicación entre el cielo y la tierra, la puerta por la que los ángeles entran y salen, la puerta por la que la Iglesia asiste y participa en la liturgia y la vida de la ciudad celestial.
[1] Este artículo apareció, ligeramente diferente, en “Liturgie” No. 124, marzo 2004, pp. 23-35. (Reproducido con el gentil permiso de los editores de la revista y la comunidad de Venière). Conferencia dada en Koubri, fiesta de todos los Santos, 1 de noviembre de 2003, en memoria de madre Marie Hamel y Hna. Joséphine Balma.
[2] Gregorio de Niza, Vie de sainte Macrine, « Sources chrétiennes » 178, Cerf, Paris, 1971.
[3] Gregorio de Niza, Discours catéchétique, « Sources chrétiennes » 453, Cerf, Paris, 2000.
[4] Ver Gregorio de Nacianzo, lsobre la muerte de su padre, su madre y su hermana gorgonia.
[5] DANIÉLOU Jean, “Le ministère des femmes dans l’Église ancienne” (El ministerio de las mujeres en la Iglesia primitiva), La Maison-Dieu 61 (1960), p. 88. www.patristique.org, pág. 2.
[6] Gregorio de Niza, Vie de sainte Macrine, 3, p. 151.
[7] Gregorio de Niza, Ibidem 8. San Jerónimo, Lettres, t. 5, 107, 4, CUB, Paris, 1955, p. 147.
[8] Regla de San Benito 48, 10.
[9] Annisa es el nombre de las tierras de la familia cerca Neocesarea, donde Macrina fundó un convento en 341. www.patristique.org, pág. 3.
[10] Gregorio de Niza, Vie de sainte Macrine, 12, p. 185.
[11] Gregorio de Niza, Vie de sainte Macrine, 25, p. 227. www.patristique.org, pág. 4.
[12] Basilio de Cesárea, "Regla Monástica”, PR 312.
[13] Regla de San Benito 53, 4. www.patristique.org, pág. 5.
[14] Gregorio de Nacianzo, Discours funèbre pour son frère Césaire, 7, 15, dans Discours 6-12, « Sources chrétiennes » 405, Cerf, Paris, 1995, p. 219.
[15] Gregorio de Niza, Vie de sainte Macrine, 33, p. 249. www.patristique.org, pág. 6.
[16] Ver Gn 9, 25 ; Lev 18, 7.
[17] Gregorio de Niza, Vie de Moïse, « Sources chrétiennes » 1 ter, Cerf, Paris, 1968.
[18] Gregorio de Niza, Vie de sainte Macrine, 31, p. 247. www.patristique.org, pág. 7.
[19] Gregorio de Niza, Écrits spirituels, Migne, Paris, 1990, p. 61-100.
[20] Gregorio de Niza, Vie de sainte Macrine, 22, p. 215-217. www.patristique.org, pág. 8.
[21] Gregorio de Niza, Vie de sainte Macrine, 32, p. 247.
[22] Basilio de Cesarea, Lettres I, 4, CUF, Paris, 1957, p. 15. www.patristique.org, pág. 9.
[23] Gregorio de Niza, Vie de sainte Macrine, 11, p. 181.
La implementación de la reforma de la Liturgia Monástica de las horas en la Congregación Benedictina de Brasil
4
Perspectivas
Dom Jerônimo Pereira, OSB[1]
Monasterio de San Benito, Olinda (Brasil)
La implementación de la reforma de la Liturgia Monástica de las horas en la Congregación Benedictina de Brasil
La vida litúrgica parece ser el carácter que, en cierto sentido, distingue a la vida monástica benedictina. Esta perspectiva guio al Congreso Internacional de Abades y Priores Conventuales de la Confederación Benedictina celebrado en San Anselmo, Roma, del 19 de septiembre al 4 de octubre 1966, bajo la dirección del abad primado Benno Walter Gut (1897-1970). El tema central fue la reforma del breviario monástico.
El debate, siempre animado, giró en torno a los temas de pluralidad o uniformidad, latín o lengua vernácula, canto “moderno” o gregoriano y, sobre todo para el salterio, la aplicación del concepto de cantidad o calidad. El reto consistía en encontrar un equilibrio entre la letra y el espíritu de la Regla. El Congreso terminó con la formación de una comisión - De re liturgica - encargada de estudiar la forma más adecuada de responder y armonizar estos impases y calmar el ambiente.
Al año siguiente, se celebró la segunda parte del Congreso (del 18 al 30 de septiembre), como estaba previsto. Las propuestas presentadas se votaron, el nuevo Abad Primado, Dom Rembert George Weakland, fue elegido, se formó una nueva comisión para continuar los estudios, y el 15 de octubre del mismo año el Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia aprobó el uso ad experimentum del Ordo provisional del Salterio, presentado al Congreso por el abad Dom Emmanuel Maria Heufelder (1898-1982), abad de Niederalteich, Alemania.
El 10 de febrero de 1977, la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino aprobó el documento litúrgico preparado por la comisión y el 11 de noviembre de 1976 envió al Abad Primado el Thesaurus Liturgiae Horarum Monasticae[2] para su aprobación.
En la distribución del salterio, el Thesaurus presenta cuatro esquemas diferentes que llevan los nombres de sus autores: esquema A, de la regla de San Benito; B, organizado por un monje de la abadía suiza de Dissentis, Notker Füglister (programa “Füglister”); C, llamado "Scheyern", por la abadía alemana del mismo nombre en la que fue ideado; y D, estructurado por el trapense Chrysogonus Waddell, de la abadía de Gethsemani, Kentucky, Estados Unidos[3].
El proceso de actuación en tierras brasileñas
1. Creación de la Comisión
Para llevar a cabo la reforma del Breviario monástico en Brasil, el Capítulo General de la Congregación Benedictina de Brasil, bajo la dirección de Dom Basílio Penido, Abad del Monasterio de São Bento, Olinda, desde 1964, y Abad Presidente de la Congregación de 1972 a 1996, creó una comisión de monjes y monjas, bajo la dirección de la Madre María Teresa Amoroso Lima (1929-2011), entonces abadesa de la abadía de Santa María de São Paulo. Además de la abadesa mencionada, la Comisión incluía a Dom Timóteo Amoroso Anastácio (1910-1994), abad del monasterio de São Sebastião, en Bahía; Dom Marcos de Araújo Barbosa, poeta y traductor, de la abadía de Nossa Senhora do Monserrate, en Río de Janeiro; Hna. Francisca Biolchini (1920-2012) de la abadía de Santa Maria, en São Paulo; y dos monjas del monasterio de Nossa Senhora das Graças, en Belo Horizonte, Hna. Maria Teixeira de Lima (1913-2012) y la Madre Martinha Marques Mello (1925-2020). Desgraciadamente, los archivos de la Abadía de Santa María no contienen documentos sobre los trabajos de la Comisión.
2. Método de trabajo y resultados de la Comisión
La "Renovación del Breviario Monástico" consistió en traducir textos del Thesaurus, que había sido recientemente publicado. La Comisión comenzó a reunirse regularmente en la Abadía de Santa María en São Paulo. Según el testimonio de la actual abadesa de Santa Maria, Madre Escolástica Ottoni de Mattos, el abad Dom Timóteo Amoroso Anastácio se encargaba de traducir los textos de la Sagrada Escritura, buscando un lenguaje más poético, mientras que los himnos fueron traducidos por la Comisión, compitiendo con Dom Marcos de Araújo Barbosa por los ajustes de métrica y rima poética.
Los libros de la Liturgia de las Horas según el rito monástico de la Congregación Benedictina de Brasil se publicaron en cuatro volúmenes. El primero fue publicado en 1981 y está dedicado al ciclo de eventos: Adviento, Navidad y Epifanía, incluyendo el Propio de los Santos de este ciclo litúrgico[4]. El segundo volumen, dedicado a las celebraciones del Tiempo Ordinario, incluyendo las fiestas del Señor: Santísima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado Corazón de Jesús y Cristo Rey, apareció al año siguiente (1982)[5]. Al inicio de la Cuaresma de 1982, se publicó el tercer volumen, con los formularios para los tiempos litúrgicos de Cuaresma, Pascua y Pentecostés[6]. El último volumen, el Sanctoral, se publicó en la fiesta de Santa Rosa de Lima, el 23 de agosto del mismo año[7].
Los volúmenes fueron presentados por la Madre María Teresa como un experimento y como una publicación provisional, con vistas a una publicación completa y definitiva luego de tres años. En cualquier caso, apenas fueron oficiales: no aparecen con un nihil obstat, ni una presentación del Abad Presidente de la Congregación, ni tienen ningún tipo de Praenotanda.
3. Características generales de los volúmenes
En términos generales, los volúmenes, cuya prometida publicación y definitiva publicación nunca vio la luz, tienen la misma presentación firmada por la Madre María Teresa. Se consideraron ciertas pautas para esta publicación “provisional”, de las que destacamos las más comunes: la maquetación del esquema de la Regla de San Benito, y el esquema B (esquema “Füglister”) para la distribución del salterio.
En muchos casos, con vistas al canto, los textos de las antífonas del Thesaurus habían sido sustituidos por textos del Psalterium monasticum, editado recientemente por los monjes de Solesmes[8]. Por la misma razón, sólo se habían incluido las memorias obligatorias. En el número para el tiempo ordinario, las antífonas del Magnificat y del Benedictus también fueron incluidas, así como los responsorios de las semanas pares (II) e impares (I). Para el final de las Vigilias, se había dado la posibilidad de utilizar el esquema de la regla de San Benito, también presente en el Psalterium monasticum solesmense. Los responsorios de las Vigilias, tomados de la Liturgia Romana de las Horas, se publicaron como un apéndice, a la espera de la publicación del Leccionario Benedictino.
4. Cuestiones relativas al canto
Con la traducción de los nuevos libros de la Liturgia monástica de las Horas, se planteó el problema de la adecuación del canto, en particular de las antífonas, que habían sufrido cambios muy variados (cambio de lugar y de orden, sustitución, desaparición, etc.), por no hablar de la cantidad de nuevos responsorios breves e himnos, así como de varias fiestas nuevas.
Para colmar esta laguna, la Madre María Teresa “encargó” el Antiphonale Monasticum pro Diurnis Horis (Ad instar manuscriti)[9]. El Antifonal ofrece “melodías gregorianas para todos los textos, extraídas principalmente de las fuentes indicadas en el Thesaurus, y también del Psalterium Monasticum de Solesmes”. Para ajustarse al Psalterium solesmense, las antífonas indicadas en el Thesaurus fueron sustituidas por otras de significado similar que ya habían sido musicalizadas. Algunos textos se habían adaptado a melodías preexistentes y se copiaron muchos de los responsorios breves publicados por los Benedictinos del Santísimo Sacramento del Altar.
El trabajo sobre el Antifonario puede dividirse prácticamente en tres etapas: la primera corresponde al período de recogida de los libros “viejos y nuevos” de las comunidades; la segunda, a la experimentación que algunas comunidades llevaron a cabo a medida que se iban imprimiendo las hojas (folletos) y, por último, la recopilación de todo el material en un volumen de más de 900 páginas. El criterio fundamental era que todo fuera lo más cercano posible a la Liturgia de las Horas, que ya se utilizaba en las comunidades. El Antifonario, impreso de forma muy tradicional, tiene dos fechas. En la primera página figura la fecha del 24 de noviembre 1981, cuando la Madre María Teresa marcó el inicio de las conmemoraciones del 700 aniversario de las Divinas Alabanzas en la Abadía de Santa María. Dos páginas más adelante, al final de la presentación general del volumen, aparece la fecha de la Exaltación de la Cruz (14 de septiembre) 1982.
Conclusión y preguntas abiertas
Cuatro décadas después, la Congregación Benedictina de Brasil nunca ha intentado el proyecto de una edición definitiva de sus libros corales. Se han tomado una serie de iniciativas por separado, llevando a cada comunidad a organizarse de acuerdo con sus propias fuerzas para mantener, en la medida de lo posible, una celebración coral digna.
Es cierto que hasta 2018 no apareció la traducción oficial de la Biblia, obra de la Conferencia Episcopal (CNBB), de la que deben extraerse los textos de uso litúrgico y de la cual el salterio no ha sido adaptado al canto, en particular al canto coral. Además, la traducción de los textos de oración del Misal Romano sólo data de 2023.
Por lo que se refiere al canto, hay que señalar que no todas las comunidades, por razones muy diversas, utilizan ampliamente el latín y, por consiguiente, del canto gregoriano, en sus celebraciones, ya sea en la misa o en el oficio. Por un lado, esto puede hacernos lamentar la pérdida de un tesoro milenario, pero, por otro lado, nos da motivos de alegría, ya que este “accidente” ha favorecido el desarrollo de un repertorio adaptado a la situación actual, aunque siempre exista el riesgo de melodías de dudoso gusto.
El gran desafío de la reedición de los libros corales para la Congregación Benedictina de Brasil, absolutamente necesaria, es mantener un equilibrio entre la alta calidad de la oración coral en todos sus elementos, sin sofocar la creatividad activa de cada comunidad, masculina o femenina, teniendo en cuenta sus más variadas características, y el hecho de que se extienden por un territorio multicultural de dimensiones continentales llamado Brasil.
[1] Profesor en el Pontificio Ateneo de San Anselmo. Roma.
[2] Thesaurus Liturgiae Horarum Monasticae, éd. Secretariatus Abbatis Primatis, Tipografia Leberit, Rome, 1977.
[3] Cf. R. M. Leikam, « El Thesaurus liturgiae horarum monasticae de 1977 y la renovación del opus Dei benedictino », Cuadernos Monásticos 86 (1988), 299-330.
[4] Liturgia das Horas Segundo o Rito Monástico I: Tempo do Advento, Natal e Epifania, éd. Congregação Beneditina do Brasil, Lumen Christi, Rio de Janeiro, 1981.
[5] Liturgia das Horas Segundo o Rito Monástico II: Tempo Comum, éd. Congregação Beneditina do Brasil, Lumen Christi, Rio de Janeiro, 1982.
[6] Liturgia das Horas Segundo o Rito Monástico III: Tempo da Quaresma, Páscoa e Tempo Pascal, éd. Congregação Beneditina do Brasil, Lumen Christi, Rio de Janeiro, 1982.
[7] Liturgia das Horas Segundo o Rito Monástico IV: Próprio e Comum dos Santos, éd. Congregação Beneditina do Brasil, Lumen Christi, Rio de Janeiro, 1982.
[8] Psalterium Monasticum cum Canticis Novi & Veteris Testamenti. Psalterium Monasticum iuxta regulam S.P.N. Benedicti et alia schemata Liturgiae Horarum Monasticae cum canto gregoriano cura et studio monacorum solesmensium ; abbaye Saint-Pierre, Solesmes, 1981.
[9] Antiphonale Monasticum pro Diurnis Horis (Ad instar manuscripti), éd. Abadia de Santa Maria, São Paulo, 1981.
Le Saux-Abhishiktananda: Un sacerdocio en Espíritu
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Grandes figuras de la vida monástica
P. Yann Vagneux
Misiones Extranjeras de Paris (MEP),
Sacerdote en Benares (India)
Le Saux-Abhishiktananda:
Un sacerdocio en Espíritu
Con ocasión del cincuenta aniversario de la muerte del Hno. Henri Le Saux, publicamos un artículo del padre Yann Vagneux ya aparecido en un número de la revista Vies Consacrées, pero aun de actualidad[1].
El 21 de diciembre de 1971, trigésimo sexto aniversario de su ordenación, Henri Le Saux (1910-1973), más conocido Swami Abhishiktananda, escribió en su diario: «Consagrado para un “ministerio”. Pero un ministerio que va más allá de sus manifestaciones llamadas eclesiales. Ministerio al servicio del misterio, revelación del Misterio. Revelación a los hombres de su propio misterio personal (sic) y también del misterio total, del misterio en sí mismo. El monje desaparece, pasa al misterio. El sacerdote revela este misterio. Pero, ¿quién puede realmente revelarlo sin perderse en él?».
Estas líneas resumen admirablemente el sacerdocio del monje cristiano que había dejado su lejana Bretaña más de veinte años antes para trasladarse a la India, donde su ministerio sacerdotal se desarrolló principalmente en ambientes hindúes. Por supuesto, el sacerdocio de Abhishiktananda, como su vida, no pueden transponerse fácilmente. Aunque muy singular y sacrificado, su sacerdocio no ha perdido ni un ápice de su fuerza inspiradora, especialmente para aquellos que, como él, desean encontrar el corazón de la India en profundidad, para transmitir la novedad de Cristo.
Quaerere Deum
En 1921, a la edad de once años, Henri Le Saux ingresó en el seminario menor de Châteaugiron. Cinco años más tarde, continuó su formación en el seminario mayor de Rennes, preparándose para el sacerdocio diocesano. Sin embargo, tras la muerte de uno de sus amigos que quería ser monje, se sintió llamado a retomar esta joven vocación inacabada e ingresó en la abadía benedictina de Kergonan en 1929. Unos meses antes de entrar en el postulantado, confió al maestro de novicios las razones de esta nueva llamada: “Lo que me atrajo desde el principio, y lo que aún me guía, es la esperanza de encontrar a Dios más cerca que en ningún otro sitio. Soy un alma muy ambiciosa. Eso está bien, cuando se trata de buscar a Dios ¿no?, y espero no decepcionarme”.
En esta confidencia, llena de entusiasmo juvenil, podemos oír los ecos de las palabras que San Benito puso en el corazón de su Regla como objetivo de la vida monástica: “Quaerere Deum”, “Buscad a Dios” y “Nihil amori Christi praeponere”, “No preferir nada al amor de Cristo”. En su hermosa conferencia de 2008 en el Colegio de los Bernardinos, el Papa Benedicto XVI explicó el "quaerere Deum" de los monjes benedictinos:
“En medio de la confusión de aquellos tiempos cuando nada parecía sostenerse, los monjes querían lo más importante: aplicarse a encontrar lo que tiene valor y permanece para siempre, encontrar la Vida misma. Buscaban a Dios. De las cosas secundarias, querían pasar a las realidades esenciales, a lo que es verdaderamente importante y seguro. [...] Detrás de lo temporal, buscaban lo definitivo”.
Nos parece leer aquí las palabras del joven monje de Kergonan, que emitió sus votos perpetuos el día de la Ascensión, el 30 de mayo de 1935. A finales de ese año, el 21 de diciembre, fue ordenado, el mismo día en que la Iglesia latina celebraba la fiesta de Santo Tomás, Apóstol de la India. Es importante subrayar aquí que el sacerdocio de Abhishiktananda fue ante todo vivido en el marco monástico benedictino, cuya huella indeleble conservó hasta el final de su vida. Su sacerdocio se inscribió plenamente en la búsqueda del "quaerere Deum", como dijo una vez Benedicto XVI:
“Quaerere Deum: como ellos [los monjes] eran cristianos, no se trataba de una aventura sin derrotero en un desierto, una búsqueda en la oscuridad absoluta. Dios mismo había colocado hitos, o mejor dicho, había allanado el camino y su tarea era encontrarlo y seguirlo. Este camino era su Palabra, que, en los libros de la Sagrada Escritura, fue ofrecida a los hombres”.La vida del monje cristiano se construye sobre la lectio divina de las Escrituras. Éstas encuentran también un eco muy especial en la liturgia, con los siete oficios diarios en el coro. El canto gregoriano, que apasionaba a Henri Le Saux como liturgista, se construye enteramente en torno a pasajes bíblicos, principalmente los salmos, magnificados por un canto conmovedor y contenido. Abhishiktananda sintió nostalgia de ella hasta el final de su vida, y lloraba cuando sus amigos de la India tarareaban el “Dominus dixit”: el introito de la misa de medianoche, que no escuchaba desde hacía décadas.
En Kergonan, Henri Le Saux fue también bibliotecario, es decir, encargado de uno de los lugares centrales de la vida monástica. En su contacto diario con los libros, cultivó una estrecha relación con los Padres de la Iglesia que, en los primeros siglos, desarrollaron un enfoque contemplativo único del Misterio revelado en Cristo. Pero fue sobre todo en la atmósfera de silencio, tan impresionante en Kergonan, donde Henri Le Saux vivió el “quaerere Deum”. Tal fue su vocación de monje, de la cual escribió muchos años después: “El solitario es en la Iglesia el ministro del silencio de Dios”.
Los diecinueve años que Abhishiktananda pasó en su abadía benedictina fueron fundamentales en muchos sentidos y también para su sacerdocio en la India, una cultura tan marcada por la figura del monje, ya sea hindú, jainista, budista o cristiano:
“El monje es el hombre del eschaton. Él es quien da testimonio de que el tiempo viene de la eternidad y va hacia la eternidad. El que da testimonio del advaita, de la no-dualidad del ser, en la sucesión de los tiempos y la multiplicidad de formas religiosas”.
El sacerdocio de Melquisedec
Henri Le Saux llegó al sur de la India en 1948 y se unió a Jules Monchanin (1895-1957), que vivía allí desde hacía más de diez años, cerca de Trichy. En 1950, ambos fundaron el ashram Shantivanam no lejos de Kulitalai, y adoptaron nuevos nombres de sannyasis cristianos. Monchanin eligió Paramarubyananda, en honor del Espíritu Santo, y Le Saux, Abhishikteshwananda, en referencia a Cristo, el Ungido (abhishikta) del Padre.
A través de su humilde ashram, esperaban que la Iglesia de la India, tan rica en instituciones educativas y médicas, pudiera hacer también visible su forma contemplativa, como María a los pies del Señor mientras su hermana Marta se ocupaba de servir la mesa. Para ellos, era esencial que el hinduismo pudiera descubrir que el cristianismo tenía una larga tradición contemplativa y monástica. También pensaban que este ashram podría ser un lugar de intercambio en el que ellos, los cristianos, podrían recibir los dones que el Espíritu Santo había depositado en el corazón de la India.
Unos años más tarde, al escribir “Una misa en las fuentes del Ganges” (Une messe aux sources du Gange), un relato de su peregrinación a Gangotri, Abhishiktananda puso estas palabras en boca de Raimon Panikkar, su compañero de viaje:
“Nuestro papel como cristianos indios es aprovechar los tesoros que nos han legado nuestros rishis, videntes y sabios, escudriñar las Escrituras, beber de las fuentes más puras y primordiales de su experiencia, para transmitir sus incomparables secretos a la Iglesia”.
En este libro, escribió:
“La India y sus Escrituras forman parte del inmenso Testamento cósmico que precedió a la alianza del Sinaí y la que Dios hizo con Abraham [...]. Es dentro de este Testamento, esta alianza original, que el Espíritu prepara la plenitud de los tiempos, la venida del Verbo encarnado por todos los pueblos, todos los lugares, todos los tiempos del Universo".
Al hablar de un “testamento cósmico”, Abhishiktananda estaba ubicando la búsqueda hindú en el plan de salvación, mucho antes que la revelación cristiana. Esa perspectiva teológica más amplia era necesaria para explicar todo lo que experimentó en su descubrimiento de la India. De manera singular, descubrió este misterioso “testamento cósmico” en sus encuentros con los sannyasis en los caminos o en las cuevas de Arunachala.
También lo contempló en los sacerdotes brahmanes que oficiaban en los grandes templos del país tamil, y entre sus vecinos en Uttarkashi, en el Himalaya, donde compró un terreno en marzo de 1961 para instalar una pequeña ermita. Abhishiktananda se sintió verdaderamente tocado por la complicidad sacerdotal que experimentó con los pandits hindúes. Así describía las singulares misas que celebraba en latín en su barrio:
“Creo que te he hablado de aquellas primeras misas celebradas en el pueblo himalayo de Gyansu. Aunque la celebré lo más temprano posible, el sadhou de la habitación de abajo ya se había levantado. Ya estaba cantando el Gita o repitiendo sus mantras, puntuándolos con brillantes OMs. Yo murmuraba el Dominus vobiscum de la liturgia. Estos eran namah shivaya - Gloria a Shiva - que surgían como respuesta. El Hari Om se alternaba con mi Kyrie y el Bhagavân respondía a mi Sursum corda. En el templo de Shiva enfrente, la campana sonaba y acompañaba los ritos que mi hermano Melquisedec, el brahmán, celebraba con toda su piedad. Imaginé que nuestro Padre celestial se inclinaba sobre esta liturgia literalmente cósmica y universal”.
En sus reflexiones sobre la India y el testamento cósmico, destacaba una figura en particular: la de Melquisedec. Melquisedec, el misterioso sacerdote pagano que acudió a Abraham para bendecirle (Gn. 14, 18-20). Abhishiktananda, como Panikkar, no dudaba en ver a los sacerdotes hindúes como hermanos lejanos del sumo sacerdote cósmico:
"¿Ves aquí a estos sacerdotes del templo de la Madre Ganges aquí, los de Kedar, los de Badri, los de todos los santuarios de las montañas y las llanuras? ¿No son los hermanos del Melquisedec bíblico, del que bendijo a Abraham y cuya memoria el sacerdote del rito romano recuerda cada día en el momento más sagrado de la liturgia? Melquisedec es realmente el tipo de sacerdote del Testamento Cósmico. Es según su orden, no según el orden de Aarón, el sacerdote de la alianza de Israel, que Cristo quiso ser sacerdote - y en él, yo también lo soy".
Es más, Melquisedec siempre ha sido considerado por los Padres de la Iglesia como la prefiguración de Cristo mismo. Sobre todo, la Carta a los Hebreos mostró cómo el sacerdocio de Cristo no descendía del sacerdocio cultual de Aarón y de los sacerdotes del templo de Jerusalén, sino que, en su insuperable novedad, estaba vinculado al sacerdocio de Melquisedec, según un versículo del Salmo 109: “Jesús se ha convertido para la eternidad en sumo sacerdote, según el orden de Melquisedec” (Heb 6:20; cf. Sal 109:4).
Al vincular a los sacerdotes hindúes con la misteriosa figura de Melquisedec y el propio Cristo, y recordando la mención en el Canon romano de la Misa del “sacrificio que ofreció Melquisedec, sumo sacerdote como signo del sacrificio perfecto”, el propio Abhishiktananda descubría la dimensión cósmica de su sacerdocio, y también la llamada a reunir en el sacrificio de la Misa “toda oración humana, todo deseo humano, toda verdadera devoción humana, la verdadera búsqueda de Dios, que se realiza finalmente en Cristo”. Numerosos testimonios ilustran este doble descubrimiento. Desde su ermita de Uttarkashi, escribió a un amigo:
“En el desván de mi choza, ofrezco misa cada mañana, sentado a la manera de un sacerdote brahmán, con los ritos de ofrenda de agua, incienso y fuego. Leo el Evangelio en sánscrito. [...] Porque aquí, como nunca antes en la Iglesia, Cristo se manifiesta como sacerdote según el orden de Melquisedec”.
Sobre todo, tenemos el magnífico relato de la misa que Abhishiktananda celebró con Raimon Panikkar en Gangotri el 6 de junio de 1964 en “Una misa en las fuentes del Ganges”: “¿Qué otra catedral que el origen del río sagrado en el Himalaya podría ser más propicia para vivir el sacerdocio de Melquisedec?”. En verdad, hay pocos lugares en el mundo donde la Eucaristía es más entusiastamente esperada y más místicamente preparada por el Espíritu que aquí, en el lugar de las fuentes”. Fue aquí, en efecto, donde el ofertorio de su misa silenciosa podía unirse a la búsqueda milenaria del hinduismo, que, con el pan y el vino, quería unirse a la ofrenda que Jesús hizo de su vida:
“El pan y el vino que ofrezco en mi misa aquí en Gangotri será el llamado a Dios de todos los que peregrinan a los manantiales sagrados del Himalaya, de todos estos sacerdotes, de todos estos ascetas, de los de hoy, ayer y mañana, porque la Eucaristía trasciende el tiempo”.
El gurú
Durante los veinticinco años transcurridos entre su llegada en 1948 y su muerte en 1973, la India transformó profundamente la visión que Abhishiktananda tenía de su ministerio sacerdotal. Su nuevo pueblo profundizó la dimensión monástica de su sacerdocio, sobre todo en el “quaerere Deum” – la búsqueda de Dios que descubrió tan ardiente en muchos monjes hindúes y también en el ministerio del silencio del que fue testigo algunos eremitas silenciosos (muni) escondidos en el corazón del Himalaya. Su vida cotidiana con los hindúes profundizó su percepción del sacerdocio y la amplió a dimensiones insospechadas a través de nuevas experiencias, como escribió en su confesión de 1971:
«Consagrado para un “ministerio”. Pero un ministerio que va más allá de sus manifestaciones llamadas eclesiales. Ministerio al servicio del misterio. Revelación a los hombres de su misterio personal y también del misterio total, del misterio en mismo».
Esta última frase muestra también que otra figura de la tradición india fue decisiva para la percepción renovada de su sacerdocio: la figura del gurú, el maestro espiritual.
Pocos meses después de su llegada a la India, Henri Le Saux tuvo la gracia de conocer a Sri Ramana Maharsi (1879-1950) en Tiruvannamalai, en enero de 1949, cuyo primer darshan le dejó un recuerdo imborrable:
“En este Sabio de Arunachala y de aquel tiempo, fue el Sabio Único de la India eterna quien se me apareció, era el linaje ininterrumpido de sus sabios, sus renunciantes, sus videntes, era como el alma misma de la India que penetró hasta lo más profundo de mi alma y entró en misteriosa comunión con ella. Era una llamada que lo desgarraba todo, que lo abría todo, que abría un abismo...”.
En el encuentro con el gurú que tuvo primero con Ramana y luego, en diciembre de 1955, con Swami Gnanananda, Abhishiktananda claramente descubrió que en el corazón del sacerdocio se encuentra no sólo un misterio de mediación litúrgica entre la tierra y el cielo, sino también un misterio de transmisión del Espíritu, del que el gurú es la figura carismática. Este aspecto esencial del sacerdocio se hizo cada vez más evidente para él, como lo demuestra su texto de 1966 “El sacerdote que la India espera, que el mundo espera”.
Todo sacerdote católico debería releer este texto que, hoy, no ha envejecido. Desde las primeras líneas, Abhishiktananda dio la esencia de su visión:
“En el contexto indio, el sacerdote cristiano sólo puede ser un gurú. [...] Para un hindú, el gurú no es un predicador que se limita a repetir a quien quiera lo que ha aprendido de sus maestros o leído en sus libros de texto. Es un hombre que habla desde la experiencia. El gurú es quien imparte la enseñanza de la salvación; y ¿acaso no es sólo en las profundidades del corazón que el misterio de la sabiduría es escuchado, que la experiencia de la salvación brota?”
Abhishiktananda también pudo escribir que, para un cristiano, la impresión de su encuentro con Ramana seguía siendo muy vívida:
«El gurú o maestro espiritual es el que un día encontró en el fondo de su alma al Dios “vivo y verdadero” del que habla la Biblia en cada página, y que desde ese momento y para toda la vida fue marcado por la quemadura de ese encuentro [...]. El gurú es la persona que, habiendo descubierto en lo más profundo de su corazón la chispa del ser -no una abstracción, sino el YO SOY que se manifestó en el Horeb- no puede ya fallar en reconocerla en todas partes, fuera y dentro de cada criatura, de cada ser humano, en la parte más íntima de todo lo que es, de todo acontecimiento, de cada movimiento del cosmos medido por el tiempo».
Tanto en el contexto hindú como en el cristiano, tal experiencia se da por la gracia del único gurú, el jagadgurú: Dios que reside en el corazón. Sin embargo, la luz de este único gurú es, por así decirlo, difractada por otras luces que nos ayudan en el camino de la experiencia espiritual. Este es el caso, por ejemplo, de lo que la tradición india llama el gurugrantha: las sagradas escrituras. Como Abhishiktananda comentó sobre el sacerdote: “Sin duda los libros le habrán ayudado en su búsqueda de lo Real, especialmente los libros que le legó su Tradición, que le comunican, en la medida de lo posible, la experiencia de aquellos que fueron los primeros en acceder al misterio interior”. Sobre todo, el gurú único se manifiesta en la darshan de los sabios cuya enseñanza tiene lugar sobre todo en las profundidades del silencio:
“Sin duda habrá sido ayudado por maestros, pues sólo de otros se recibe la enseñanza de la salvación [...] Esta enseñanza no es sólo comunicación, es comunión, como diríamos en lenguaje cristiano. Pero es precisamente aquí donde reside el gran secreto. El papel del Maestro no es transmitir conceptos. Es sobre todo despertar al discípulo. Es abrir su ojo interior, el ojo que se sumerge en el interior y reconoce el misterio que hay en él. Es abrir la mente del discípulo al espíritu que habita en él, a ese Espíritu que sondea y explora las profundidades de Dios. Las palabras pronunciadas por el gurú sin duda pasan de boca en boca al mundo exterior, como todo discurso humano, que necesariamente se propaga por el aire circundante. Pero aún más verdaderamente, las palabras del gurú se transmiten directamente de corazón a corazón, a través del medio unificador del Espíritu, la comunión de todos con el Verbo eterno. Y es por eso que el silencio es considerado en la India como el entorno privilegiado para la enseñanza de la sabiduría”.
Está claro que, en este texto de 1966, Abhishiktananda expuso un ideal muy elevado del sacerdocio, pero para él era la medida misma de la India, pues “el sacerdote que la India espera, que el mundo espera” es también “el sacerdote que la India escucha, que el mundo escucha”. No es de extrañar que, como joven obispo de Benarés, Patrick D'Souza (1928-2014) intentara convencer a Abhishiktananda de ayudarle a fundar un “seminario piloto” que formara sacerdotes católicos capaces de ser escuchados por sus hermanos hindúes.
Sobre todo, este ideal del sacerdote como maestro espiritual fue vivido de forma muy conmovedora por Abhishiktananda al final de su vida con sus discípulos: dos brahmanes hindúes, Lalit Sharma y Ramesh Srivastava, la Hna. Thérèse, una monja carmelita francesa de Lisieux que se unió a él en la India, y Marc Chaduc. En 1972, escribió a un amigo: “Estaré en Haridwar con Thérèse; durante los próximos diez días, estaré con Ramesh, el joven hindú que lee el Evangelio y que, a través de una inexplicable experiencia, me muestra lo que un gurú es para un discípulo. Esto va mucho más allá de la dirección espiritual, de la paternidad natural e incluso de la espiritual”.
La aventura más interesante de Abhishiktananda como gurú fue con Marc Chaduc, un seminarista francés que llegó a la India en 1971. Marc fue quien recogió más que nadie la herencia espiritual de su maestro. El 30 de junio de 1973, durante una diksha ecuménica en el Ganges, en Rishikesh, fue introducido en el linaje de los sanyasi hindúes por Swami Chidananda, de la Sociedad de la Vida Divina, y en el linaje de los monjes cristianos por Henri Le Saux. Misteriosamente, el 30 de junio de 1973 debió haber sido ordenado sacerdote con sus compañeros de seminario en Francia, pero la India le había llevado por otro camino, aunque Abhishiktananda todavía esperaba que algún día llegase a ser sacerdote.
“¿El sacerdocio? Tengo la impresión de que está esperándote en el futuro. Un sacerdocio altamente espiritualizado, más allá de las limitaciones, un sacerdocio en el Espíritu. Este diksha en el Ganges significará el don de ti mismo a este sacerdocio, y el Espíritu, a su tiempo y a su manera, te responderá”.
Marc Chaduc (1944-1977), que se convirtió en Swami Ajatananda, nunca llegó a ser sacerdote, pero en su vida silenciosa como sannyasi, sacó a la luz lo que yacía en el corazón del sacerdocio de Abhishiktananda: el "quaerere Deum", “buscar a Dios y dejarse encontrar por Él”. La misteriosa desaparición física de Marc, cuatro años después de la muerte de su gurú, puede interpretarse como una ilustración de la necesaria dimensión oculta en el corazón del sacerdocio y de toda vida cristiana:
"Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Porque habéis muerto y vuestra vida está ahora, escondida con Cristo, en Dios" (Col 3,1.3).
En efecto, para Abhishiktananda, el sacerdote, como todos los verdaderos seres espirituales, es un ser que, en cierto modo, permanece secreto. Esta asombrosa idea significa que el misterio de su encuentro con el Dios vivo debe rehuir toda publicidad, para manifestarse y darse generosamente sólo a aquellos que se acerquen a él con una auténtica sed espiritual.
Lo que está en juego aquí es un auténtico reconocimiento de lo que la tradición hindú dice: “cuando el discípulo está preparado, el gurú aparece”. Así, a propósito del “sacerdote que la India espera, que el mundo espera”, Abhishiktananda aún podría escribir:
“La mayoría de las veces está oculto, ignorado, excepto por unos pocos, aquellos en los que el Espíritu ha hecho su morada, y que, como por instinto, guiados por ese mismo Espíritu, van hacia él".
El gran himno védico el Purusha - el hombre primordial - afirma que: "Con tres cuartos, el Purusha ascendió a lo alto, el cuarto permaneció aquí abajo". (Rg Veda X, 4). Esta pequeña manifestación terrestre del Absoluto nos recuerda a los icebergs, donde la mayor parte del hielo está oculta bajo el agua. Lo mismo ocurre con el sacerdocio en el Espíritu, cuya esencia -la contemplación del misterio divino a través del silencio y la oración, el “quaerere Deum” - debe permanecer oculta para ser el alma misma de su acción espiritual en el corazón del mundo. Este era el mensaje del sacerdocio de Abhishiktananda:
“El monje desaparece, pasa al misterio. El sacerdote revela este misterio. Pero, ¿quién puede revelarlo realmente sin perderse en él?”.
[1] Con la amable autorización del editor y del autor. Este texto apareció también en Portraits indiens, Médiaspaul, 2022, p. 215.
Como se desarrolla la historia, “María conservaba estas cosas en su corazón”
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Arte y liturgia
Dom Ruberval Monteiro, OSB
Monasterio de la Resurrección, Ponta Grossa (Brasil)[1]
Como se desarrolla la historia,
“María conservaba estas cosas en su corazón”
(Lucas 2, 19)
Una imagen silenciosa que habla
Las imágenes son consideradas muy a menudo como la “decoración” de una iglesia, de un monasterio, una casa o cualquier otro espacio. Sin embargo, todos los elementos están en continua comunicación: ¡nada es neutral! Incluso el vacío de las paredes blancas nos afecta a nosotros, hijos del minimalismo, lo que no siempre es positivo. Los primeros cristianos utilizaban mucho las imágenes para comunicar su contenido simbólico, que no podía traducirse en conceptos. Una falsa teoría muy extendida ha hecho creer que los preceptos anti icónicos de la tradición hebrea impedían a los primeros cristianos el uso de imágenes. Por el contrario, estudios serios[2] y descubrimientos arqueológicos han demostrado cómo, en la época grecorromana de los primeros siglos d.C., cuando la comunicación se realizaba por medio de imágenes, tanto los hebreos como los cristianos, influidos por los primeros, las utilizaban para el servicio de su fe y de su culto[3]. Las imágenes transmitían un acceso más experiencial que teórico al misterio inefable. En este breve artículo examinaremos un módulo iconográfico que se utilizó a lo largo del primer milenio y que sigue siendo relevante hoy en día.
El sarcófago de Pignatta (siglo V), hallado en Rávena, lleva en su lado más corto la figura primitiva de una espléndida Anunciación: María está representada sentada en una especie de trono, a la izquierda, envuelta casi por completo en un gran manto, y ocupada en el arte de tejer un hilo verticalmente erguido. Frente a ella, a la derecha, el ángel está de pie, ligeramente inclinado hacia el centro, con majestuosas alas que crean una especie de mandorla; su mano derecha parece sostener un pergamino o un bastón de viajero (las figuras están muy deterioradas) y señala la mano levantada de María, mientras que la izquierda se mueve hacia la gran cesta de mimbre que contiene la lana teñida de púrpura. El brazo derecho de la Virgen ha desaparecido, pero permanece la señal de su mano moviéndose horizontalmente hacia el ángel.
La Virgen hilando lana
Esta iconografía se inspira en la tradición apócrifa según la cual María, a la llegada del ángel Gabriel, estaba hilando lana para tejer el nuevo velo del Templo de Jerusalén:
Algún tiempo después, hubo un consejo de sacerdotes y dijeron: “Debemos hacer una tienda para el Templo del Señor”. El sumo sacerdote dijo: “Llamadme a algunas doncellas inmaculadas de la tribu de David”. (...) El sumo sacerdote se acordó de María, una joven de la tribu de David, sin mancha a los ojos de Dios. También los criados fueron a buscarla. Las llevaron a todas al Templo del Señor, y el sumo sacerdote les dijo: “Echad a suertes a ver quién hila oro y amianto, lino fino, seda, jacinto, escarlata y púrpura”. La púrpura verdadera y la escarlata cayeron a María. Ella los tomó y volvió a su casa (...) Mientras tanto, María tomó la lana escarlata, la hiló y la convirtió en hilo.
Un día, María tomó su cántaro y salió a sacar agua. Y una voz le dijo: “¡Salve, llena eres de gracia! El Señor está contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres”. Ella miró a su alrededor, a derecha e izquierda, para ver de dónde venía la voz. Temblando volvió a casa, dejó la jarra, cogió la lana púrpura, se sentó en su taburete y la hiló. (...) María terminó la púrpura y la escarlata y se la llevó al sacerdote. Y el sacerdote la bendijo, diciendo: “María, el Señor Dios ha glorificado tu nombre, y serás bendita por todas las generaciones de la tierra”[4].
Este hilo aparece con mucha frecuencia en el arte bizantino occidental y oriental, y fue sólo después de la Edad Media cuando este detalle desapareció de la iconografía occidental, pero permaneció en la bizantina. La cuestión que se plantea es la razón de este detalle no bíblico y el significado de su repetición. La referencia al texto de los Apócrifos no basta para justificar la representación, porque el arte paleocristiano pretende mostrar no cómo fueron las cosas en el pasado (visión histórica), sino su significado en el presente.
Este pequeño signo está cargado de un rico contenido. El hilado de la lana es un acto muy antiguo para la humanidad: las diferentes fibras de la lana se unen en un solo hilo, gracias al huso y al delicado gesto de los dedos que controlan el número de fibras para crear uniformidad, que luego se enrolla poco a poco en la bobina. Esta actividad, muy extendida entre las mujeres en el antiguo mundo preindustrial, ha sido entendida desde los primeros siglos por los cristianos como un gran símbolo del misterio de la Encarnación, en el cual, en el sagrado movimiento circular del huso, la materia humana en el vientre de la Virgen María se convierte en el Verbo de Dios hecho carne. Ella sostiene en la mano el hilo imperial púrpura que ha tejido: su trabajo de ahora en adelante será convertirse en “el telar de la carne de Dios”, según la metáfora de San Proclo de Constantinopla (+ 447). Sólo podemos expresar el misterio de la Encarnación en símbolos, porque las palabras y los conceptos humanos son incapaces de hacerlo. El Papa Benedicto XVI lo dijo bien:
El evangelista Lucas repite en varias ocasiones que la Virgen meditaba en silencio sobre estos extraordinarios acontecimientos en los que Dios la había involucrado. “María conservaba estas cosas meditándolas en su corazón" (Lc 2, 19). (Lc 2,19). El verbo griego symballousa significa literalmente “reunir” y sugiere un gran misterio que hay que descubrir poco a poco[5].
En la Edad Media, la iconografía del hilado dio paso a otra imagen muy cercana al gesto artesanal de crear un hilo: ¡la salmodia! María sostiene el salterio en sus manos y “une” la Palabra y la vida. Esta “unión” nos ayuda a comprender que el misterio de la Encarnación no es algo que ocurrió una sola vez en el tiempo, sino que continúa a lo largo de la vida de la Virgen María, la vida de la Iglesia y nuestra propia vida, también a lo largo del año litúrgico, que nos enseña a juntar - sin excluir nada- todas las fibras de nuestra historia personal, comunitaria y eclesial, para crear un hilo que llegue hasta la pieza única, ante el Sancta Sanctorum. La cortina o velo simboliza la revelación de un misterio escondido6, el umbral de la eternidad.
El oficio de hilar “simbólicamente” los acontecimientos históricos con los salmos, los profetas y el Evangelio continúa la labor de los Padres de la Iglesia, tejiendo la historia de la salvación con su contribución, en el límite del ahora y el todavía no. El desarrollo del tiempo litúrgico nos unifica como seres humanos, integrados en nosotros mismos y con los demás, en el tejido de una historia que supera nuestra comprensión a medida que pasa el tiempo.
Celebrar las fiestas litúrgicas con cuidado, atención y amor es siempre una forma de salir de nosotros mismos y permitir que nos saquen de nosotros mismos, para contextualizar nuestro viaje personal en uno más amplio y, por tanto, más verdadero. Cada vez que celebramos una fiesta o una simple hora litúrgica, o recitamos las oraciones que marcan el cambio de los días de nuestra vida, experimentamos que formamos parte de un proyecto que es mayor que nuestros sentimientos, emociones, deseos y frustraciones. “La liturgia tiene un valor terapéutico para todo lo que en nosotros corre el peligro de cerrar posibilidades de expansión y crecimiento en la vida”[7].
La iconografía de la primitiva y medieval Anunciación se revela, a la luz de la gran Tradición, como un símbolo efectivo para la contemplación del Misterio cristológico en sí mismo, así como un método de participación activa en la celebración litúrgica, verdadero servicio divino para nuestra unificación con y como el Cuerpo de Cristo. Al fin y al cabo, de acuerdo con la imagen simbólica, Dios mismo es el divino tejedor.
[1] Catedrático de lenguaje simbólico, arte y liturgia en el Pontificio Instituto de Liturgia de San Anselmo en Roma.
[2] A. GRABAR, “Recherches sur les sources juives de l’art paléochrétien I”, Cahiers Archéologiques XI, Paris, 1969, 58-71 ; A. GRABAR, Le vie della creazione nell’iconografia cristiana. Milan 1983, 5.
[3] Cf. P. PRIGENT, L’image dans le judaïsme du IIe au VIe siècles, Labour et Fides, Genève, 1991, 23-42.
[4] “Protovangelo di Giacomo” (X-XII), in Apocrifi del Nuovo Testamento, a cura di MORALDI, L., Unione Tipografico, Torino, 1971, 77-78.
[5] Benoît XVI, Homilía en la Misa por la Solemnidad de María Madre de Dios y el XLI día Mundial de la Paz. 01 de enero de 2008.
[6] H. PAPASTAVROUP, Le voile, symbole de l’Incarnation - Contribution à une étude sémantique, Cahiers archéologiques 41, Paris 1993, 141-168.
[7] M. SEMERARO, La messa quotidiana, juillet, EDB, Bologne, 2015, 308.
Viaje a Tierra Santa
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Noticias
Viaje a Tierra Santa
Abril-Mayo 2023
Dom Jean-Pierre Longeat, OSB
Presidente de AIM
Lunes 24 de abril de 2023
¡Más vale tarde que nunca! Es la primera vez que he ido a Tierra Santa, a pesar de haber hecho tantos viajes por el mundo. Pero, al fin y al cabo, ¿no es mejor ser un poco más maduro antes de embarcarse en semejante aventura? En cualquier caso, mi corazón está totalmente abierto a este paso crucial. Partí con el P. Andrea Serafino, de Novalesa (Italia), miembro del Equipo Internacional de AIM, y Olivier Dumont, tesorero de la Asociación de Amigos de los Monasterios de todo el Mundo (AMTM).
El viaje transcurrió sin contratiempos y nos recibió en Tel Aviv el P. Christian-Marie, de la abadía de Latroun. Este monasterio acababa de vivir un momento importante: la comunidad había cambiado recientemente de abad, Dom René ha cedido su cargo y Dom Guillaume Jedrzejczak, abad emérito de Monts-des-Cats, que también es presidente de la Fondation des Monastères y recientemente administrador de la abadía de Sept-Fons (Francia), fue nombrado abad de la comunidad por la Orden Trapense. Al fin y al cabo, se trata de una comunidad trapense. Dom Guillaume no está presente de forma permanente en el monasterio y es P. Christian-Marie, como Prior, quien se encarga del funcionamiento diario de la comunidad.
La abadía de Latroun está situada a 15 kilómetros al oeste de Jerusalén, en la frontera entre Cisjordania e Israel. Es famosa por su vino. La abadía fue fundada en 1890 por monjes trapenses procedentes de la abadía francesa de Sept-Fons. En 1898 plantaron el primer viñedo, luego se preparó la tierra y se plantaron olivos, vides, cereales y cítricos. Los monjes fueron expulsados durante la Primera Guerra Mundial. La zona fue escenario de encarnizados combates durante la Batalla de Latroun en 1948 y quedó bajo control jordano tras la guerra; el monasterio se encuentra actualmente en territorio israelí. A menos de un kilómetro al este de la abadía se encuentra el emplazamiento de Emaús Nicópolis, uno de los lugares a menudo citado como el Emaús del Evangelio.
Llegamos al monasterio a última hora de la tarde, tuvimos apenas tiempo suficiente para cenar y luego fuimos directamente a la Sala Capitular para una reunión con la comunidad sobre temas de actualidad de AIM. Para subrayar la importancia de nuestro viaje, reiteré la importancia de que los monasterios se acerquen unos a otros y se ayuden mutuamente. En esta tierra de Israel, hay seis comunidades de la familia benedictina. Sería muy útil que se reunieran periódicamente para consultarse, para la formación y el diálogo, como existe en otras partes del mundo.
Martes 25 de abril
El martes 25 de abril, nos levantamos para las vigilias a las 4:15 am, seguidas de Misa y Laudes a las 6:30 am. Por la mañana visitamos el monasterio. Los edificios, construidos en la primera mitad del siglo XX, son imponentes. Están construidos en piedra. Desgraciadamente, el suelo arcilloso no permite una gran estabilidad. Los muros presentan grietas progresivas en todos lados. Esto ha dado lugar a importantes y costosas reparaciones.
Hay alrededor de veinte monjes. Están muy apegados a este lugar y desean permanecer aquí, aunque algunos consideran que los costes de mantenimiento son desproporcionados. En cualquier caso, el monasterio está siendo muy bien gestionado, y esperamos que esto permita satisfacer necesidades futuras.
La finca comprende cerca de un centenar de hectáreas, parte de las cuales está cultivada con vides y olivos. El monasterio produce aceite de oliva y un vino excepcional. La bodega se encuentra en los edificios de la antigua granja que existía antes del monasterio, en torno a un primitivo edificio que fue albergue de peregrinos.
Tras un recorrido por el recinto y la Oficina de la Sexta, compartimos el almuerzo con los monjes. La mesa está bien puesta, aunque, como es justo y apropiado, no hay carne; no falta el vino y, de postre, se sirvió en nuestro honor una tarta de nueces.
Después de un largo encuentro con P. Christian-Marie, partimos por la tarde hacia la abadía de Abu Gosh. Al llegar, nos recibió fraternalmente P. Louis-Marie Coudray, actual superior. Pasamos mucho tiempo con él y con P. Christian-Marie dialogando sobre los diversos aspectos de nuestro viaje y el contexto de los monasterios de la familia benedictina en Tierra Santa. Sería interesante reforzar las relaciones entre las distintas comunidades, en particular para coordinar acciones conjuntas, apoyo mutuo consultas o simplemente intercambio de noticias en directo. Desde este punto de vista, nuestra visita puede ser un buen estímulo.
El sonido de las Vísperas nos llama a la iglesia románica, donde nos encontramos con las hermanas de la comunidad unida a la de los monjes: Vísperas cantadas en dos coros (hombres y mujeres); una breve charla con algunas de las hermanas. Junto con la Madre Priora planeamos viajar a Belén por la mañana.
Miércoles 26 de abril
Salimos a las 9 de la mañana hacia Belén con una hermana de la comunidad de Abu Gosh que tenía que hacer un recado allí. Ella nos lleva primero al Campo de los Pastores. El presunto lugar donde los pastores del Evangelio escucharon el mensaje de los ángeles que anunciaban el nacimiento de Jesús. La aldea árabe de Beit-Sahour, situada en medio de los campos de Booz, como se recoge en el Libro de Rut (Rut 3:5), ha sido tradicionalmente identificada con el Campo de los Pastores. No hay demasiados peregrinos aquí, así que pudimos reunirnos en una gruta y admirar el paisaje de montañas y praderas a las afueras de la ciudad de Belén.
Nos dirigimos a la basílica, que ya estaba abarrotada de turistas. En el interior, admiramos los hermosos frescos recientemente restaurados. La Basílica de la Natividad es una de las iglesias más antiguas del mundo, construida según la tradición en el lugar del nacimiento de Jesús de Nazaret. Fue construida en el siglo IV por el emperador Constantino I y restaurada por Justiniano en el siglo VI. Desde entonces ha sufrido numerosas alteraciones. En la actualidad es administrada por ortodoxos, armenios y latinos.
Rezamos un momento, lejos de la multitud, en la iglesia parroquial de Santa Catalina. En mi cumpleaños, pido renacer desde arriba, como Jesús invitó a hacer al viejo Nicodemo. Fue un momento especialmente intenso. Después fuimos a una tienda de objetos religiosos que nos había presentado la hermana de Abu Gosh y que, al final, se ofreció a llevarnos a las monjas benedictinas de Emmanuel. Ellas tienen su sede cerca del muro de separación entre Israel y Palestina; el puesto de control no está lejos y a nadie le gusta venir a esta zona donde los “indeseables” pueden ser amenazados por los policías encargados de los controles. Pero al final todo salió bien y entramos en el patio del monasterio justo antes del mediodía.
Hay una comunidad muy pequeña de cuatro hermanas pertenecientes a la Congregación de María, Reina de los Apóstoles (Rixensart, Bélgica). La comunidad sigue el rito oriental. La historia del monasterio comenzó en Argelia, al final de la Segunda Guerra Mundial, a dos pasos del monasterio de Tibhirine. Como la zona circundante era predominantemente árabe-musulmana, las monjas benedictinas rezaban los oficios en árabe. A petición del Patriarca Máximo V, aceptaron trasladarse a Tierra Santa, donde la vida monástica melquita estaba desapareciendo, a pesar de la presencia de una gran comunidad.
Una familia de Belén les cedió una gran parcela de tierra en una de las colinas que rodean la gruta de la Natividad, con magníficas vistas sobre el valle del Jordán y los montes de Moab y pudieron poner la primera piedra, apoyadas por su Congregación. Tres hermanas celebraron la primera liturgia oriental en la pequeña capilla en 1963.
De las cuatro hermanas de la comunidad actual, una estudia en Francia en el marco del programa STIM. Esto significa que ahora sólo hay tres hermanas en el lugar, y también se benefician de la presencia de una laica que conoce bien la comunidad.
La madre Marthe, la priora, nos recibió con los brazos abiertos. Nos llevó directamente a la iglesia donde se iba a celebrar el Oficio de Sexta. La capilla estaba cubierta de frescos pintados por la hermana Marie-Paul del monasterio del Calvario, en el Monte de los Olivos. El efecto era sorprendente. El servicio se cantó de forma muy sencilla, en un ambiente de oración. Salimos con el corazón lleno de esperanza.
La Madre Marthe preparó ella misma el almuerzo, y tuvimos tiempo para hablar con ella y con la hermana Anna-María, así como con el laico presente en el monasterio durante la comida.
La hermana Bénédicte estaba ausente, acompañando a un grupo de peregrinos franceses, jóvenes estudiantes. Como muchos otros grupos, se alojan en el lugar y duermen en una gran habitación en el suelo. La hospitalidad desempeña un papel importante en la vida del monasterio, además del taller de iconos y la producción de mermelada y otros productos alimenticios.
Su presencia cerca del muro de separación entre Israel y los territorios palestinos da a la comunidad un color especial. Las hermanas no están ni de un lado ni del otro; permanecen en un punto intermedio y rezan por todos.
Tienen vínculos con ambos bandos y siempre intentan trabajar por la reconciliación cueste lo que cueste.
La Madre Marthe nos explicó el significado de la adhesión de la comunidad al ritual greco-católico, por la belleza y el sentido de lo sagrado. Compartimos el hecho de que su misma fragilidad es un testimonio indiscutible.
La hermana Anna-Maria viene de Rumanía. Ha tenido una vida muy plena: era monja ortodoxa en su país y finalmente se sintió tocada por el mensaje de las Hermanas de Belén durante un viaje que hicieron a los monasterios rumanos. La Hna. Anna-Maria acabó uniéndose a ellas. Este momento de gracia nos dejó una impresión duradera. La Madre Marthe nos llevó a visitar el recinto y nos alegró ver que el jardín era tan hermoso como el monasterio, ambos con su diseño sencillo.
La Madre Marthe se encargó de que un amable chófer nos llevara de vuelta a Abu Gosh. Era un cristiano palestino, no hablaba francés y nos costó un poco entablar una verdadera conversación. Nos sorprendió su amabilidad y disponibilidad.
Por la noche, después de Vísperas, compartimos una comida festiva con los hermanos de Abu Gosh, durante la cual hablamos un poco de AIM. Al final de la comida, me sorprendieron con una torta en honor de mi cumpleaños. El ambiente era más que fraternal. Hablamos largo y tendido, ¡fuimos felices!
Jueves 27 de abril
En la mañana visitamos la Casa de los Hermanos. Originalmente era una posada, un caravasar construido sobre los restos de un campamento romano abandonado en el siglo IX durante el periodo árabe. Servía de mirador en el camino que conducía a Jerusalén. Fue en esta época cuando el pueblo tomó el nombre de Karyat el-Anab. En el siglo XII los cruzados, identificando el lugar con el Emaús de los Evangelios, construyeron aquí una iglesia y un monasterio, que fueron repetidamente destruidos por ejércitos musulmanes, turcos y caucásicos. Tras las negociaciones emprendidas por el emperador Napoleón III, la tierra fue ofrecida a Francia en 1875. Las autoridades francesas restauraron gradualmente el lugar y el monasterio fue confiado sucesivamente a los franciscanos, los lazaristas y luego a los benedictinos olivetanos. Estos últimos fueron enviados en 1976 por la comunidad de Bec-Hellouin y pronto se les unieron las Oblatas de Santa Francisca Romana.
Durante la guerra árabe-israelí, el monasterio fue utilizado como enfermería improvisada por la unidad Harel. El pueblo de Abu Gosh alberga una de las mayores mezquitas modernas de la región, que se alza en los límites del monasterio.
Al final de la mañana, nos unimos a la comunidad de hermanas para compartir el almuerzo con ellas en su refectorio. Luego tuvimos una reunión con toda la comunidad. Fue un intercambio muy bueno, con muchas preguntas que nos dieron una idea de la diversidad de los miembros de la comunidad.
Hacia las 4:00 pm, nos llevaron a Jerusalén, al Monte de los Olivos, para reunirnos con la comunidad de las Hermanas del Calvario. Nos acogieron fraternalmente y, casi de inmediato, participamos en las Vísperas. La comunidad era pequeña pero muy fervorosa. Nada más llegar me impresionó la invitación a la intimidad en este lugar donde Cristo se retiró con sus discípulos. Es un lugar apartado, reservado y digno de protección.
Cenamos en el albergue con dos jóvenes voluntarios. Uno, el más joven, lleva allí varios meses, y la otra, una chica acaba de pasar dos meses allí y se está preparando para regresar a Francia. La comunidad está encantada de ofrecer este tipo de hospitalidad, que permite a la gente una experiencia humana y espiritual única, al tiempo que contribuyen a la vida del lugar.
Al atardecer, con vistas al jardín de las hermanas, admiramos el panorama del casco antiguo, con la explanada del Templo, la cúpula de la Gran Mezquita y los diferentes campanarios en el horizonte. Hacia la derecha, bajo nosotros, el cementerio judío, donde los muertos esperan la llegada del Mesías a este valle del Cedrón.
Viernes 28 de abril
Pasamos la mañana explorando los alrededores del monasterio. Visitamos a las hermanas rusas cerca del presunto lugar de la Ascensión. Son unas cuarenta. Su estilo es muy diferente de los monjes y monjas occidentales. Viven en pequeñas casas dispersas a lo largo de sus terrenos y los peregrinos y turistas pueden entrar y salir a su antojo. Es como estar en un pequeño pueblo. Conocimos a una hermana ucraniana que cuida del jardín y de su padre, que va en silla de ruedas, muy anciano y completamente sordo y ciego, nos dicen que es sacerdote. Parece un viejo staretz. Huyeron de Ucrania y se refugiaron en este monasterio de Jerusalén.
También conocimos a la hermana cantora de la comunidad, que es jordana, y a la hermana Myriam, que es francesa. Un hermoso intercambio fraternal que muestra la calidad de su vida profunda.
Pasamos junto a la mezquita que alberga la huella del pie de Jesús (en el momento de la Ascensión). Paseamos por las calles del pueblo árabe que rodea el monasterio de las Hermanas del Calvario. Después de comer, charlamos largo y tendido con las monjas benedictinas. Nos explicaron su situación y lo que está en juego con su presencia aquí. En su último Capítulo General, se dieron de plazo hasta 2024 para encontrar una solución viable. Habrá que esperar a ver si en los próximos meses se abren o no vías concretas que les permitan presentar su situación de una manera positiva en su próximo Capítulo de 2024. Parece difícil que venga ayuda o colaboración de otras congregaciones o comunidades benedictinas, sería mejor recurrir a laicos que estuvieran dispuestos a comprometerse, en comunión con las hermanas, a asumir el reto de una presencia activa en este lugar. De lo contrario, otras hermanas tomarán el relevo, si se pueden encontrar. En cualquier caso, sería importante mantener una presencia cristiana en esta zona protegida del Monte de los Olivos.
A continuación, nos dirigimos a la Casa de Abraham para una reunión de los líderes de las comunidades contemplativas de mujeres de Tierra Santa. Caminamos hasta allí, pasando entre las tumbas del cementerio judío, con una vista increíble del valle, la Ciudad de David y la antigua Jerusalén.
Hay dos matrimonios laicos, incluido el que dirige la casa, y una quincena de hermanas benedictinas, carmelitas, beatas y de Belén. Se reúnen regularmente para tratar temas y asuntos prácticos (administración, obras, finanzas, etc.). Con la ayuda de mis dos compañeras, les presenté a AIM, surgieron muchas preguntas. Planteamos la cuestión de la diversidad de género en el grupo formado por las hermanas, pero sigue sin resolverse.
Este tipo de reunión es un estímulo para considerar la celebración de una reunión de superiores benedictinos una o dos veces al año, esa fue mi propuesta.
Sábado 29 de abril
Ese día, después de comer, partimos hacia la Abadía de la Dormición. Fuimos allí caminando y atravesamos de nuevo el Valle de la Gehena, fuimos a San Pedro de Alicante, luego nos detuvimos en el Muro de las Lamentaciones donde, desde lejos, con la frente apoyada en la reja exterior, recé intensamente por la paz; pasamos por el Cenáculo que, evidentemente, tiene toda una historia arquitectónica. Meditamos un momento con emoción. Luego bajamos a la tumba de David. Me conmueve este lugar, porque San David sigue siendo para mí uno de mis personajes bíblicos favoritos. Por último, llegamos al imponente monasterio de la Dormición.
Encontramos al abad, que acababa de visitar a un grupo. Nos dedicó casi dos horas. Hablamos de todo tipo de temas: la historia y la vida del monasterio, la importancia que tienen para ellos la lengua y la cultura alemanas, que los diferencian un poco de otros monasterios de cultura más francesa; la labor educativa con la facultad de teología desde una perspectiva monástica, con una veintena de estudiantes; las obras de renovación del monasterio, íntegramente sufragado por Alemania, siendo el propietario una asociación de la ciudad de Colonia; el carácter complementario de su fundación Tabgha, que es un verdadero centro espiritual cerca del lago Tiberíades, el lugar de la multiplicación de los panes, y mil cosas más.
Visitamos las obras de renovación del monasterio, que afectan a todos los edificios es, una obra ambiciosa que estará terminada dentro de unos meses. La iglesia tenía que estar lista para la bendición abacial del padre Nikodemus Schnabel el día de Pentecostés.
Participamos en las Vísperas. Sólo hubo tres monjes presentes, ya que algunos de los otros nueve estaban en el monasterio de Tabgha y otros tienen ministerios aquí y allá. La misa tiene lugar en la cripta dedicada a la Dormición de la Virgen. Una impresionante representación de la Virgen está entronizada en el centro de la sala. Durante el periodo de construcción, es aquí donde se celebraban los oficios. Por supuesto, todo es cantado en alemán, de forma muy agradable y con una acústica generosa.
A continuación, almorzamos con tres hermanos y la hermana Gabriele del Monte de los Olivos, que había sido nuestra guía esa tarde. Inmediatamente después nos despedimos, ya que el Abad tenía que prepararse para su partida a Alemania a primera hora de la mañana siguiente.
De regreso, atravesamos el casco antiguo y nos dirigimos al Santo Sepulcro, que, por suerte, estuvo abierto. Hay mucha gente dentro. Veneramos la piedra de la unción que hay a la entrada, de fácil acceso. Rezamos delante de la tumba, que siempre es un momento impresionante, y que nos gustaría seguir. Pero hay mucha gente y es un poco difícil meditar. Luego pasamos a la capilla de Santa Elena, donde cantaba el grupo Harpa Dei, cuya obra musical me interesa. Cantaron Vísperas y me uní a su oración, encantado. Las hermanas conocen a este grupo y pudimos encontrarnos con ellos por la mañana. Caminamos un poco más y regresamos a casa en taxi, agotados.
Domingo 30 de abril
Después de celebrar la misa del Buen Pastor, partimos hacia Jerusalén para la reunión de la tarde que tuvimos prevista con los superiores del monasterio. Esta reunión tendrá lugar en Abu Gosh. Tenemos que llegar en autobús, que nos llevará primero a través de la ciudad vieja de Jerusalén y nos dará una oportunidad para detenernos en alguno de los santos lugares.
Primero, nos detuvimos en el lugar donde Jesús fue traicionado y arrestado. Hay una pequeña basílica al pie del Monte de los Olivos. Me impresiona la intensidad de la emoción que me embarga en este lugar: Me siento como si tuviera ganas de inclinarme hasta el suelo y suplicar perdón por todas nuestras (mis) traiciones. Luego está el Huerto de Getsemaní y la basílica art decó junto a él.
Luego nos detuvimos en Santa Ana, el presunto lugar de nacimiento de la Virgen María. Esta iglesia y los edificios que la rodean están regentados por los Padres Blancos. Fuimos recibidos por uno de ellos, cuya atención y sencillez son particularmente impresionantes.
Luego, nos dirigimos hacia el Santo Sepulcro, empezando por los etíopes en la parte superior. Nos encontramos con dos miembros del grupo Harpa Dei. La conversación fue muy estimulante. El grupo viaja por el mundo, con un aspecto misionero en su música. Tienen previsto venir a la región francesa de Normandía. Estoy pensando traerlos a Ligugé. Tienen mucho que decir para inspirar la oración monástica. El Oficio cantado por ellos es como una revelación, e incluso los no cristianos son atraídos por su belleza.
Luego fuimos a la parte baja de la ciudad y visitamos a los coptos, donde se pueden ver las tumbas excavadas en roca, similares a la de Cristo. Un espectáculo impresionante. A la salida, nos encontramos con el padre Stéphane, un franciscano francés que, “por casualidad”, hizo un retiro en Ligugé antes de unirse a los franciscanos. Forma parte de la comunidad asignada al Santo Sepulcro. Nos explica con entusiasmo cómo este lugar muestra la densidad del Cuerpo de Cristo a través de todas las personas que vienen a visitarlo. Vienen de todas las formas y tamaños, no siempre saben lo que buscan o lo que hacen, pero representan el activo cuerpo de la humanidad salvada por Cristo. Así como como el desierto revela al Padre y Galilea al Hijo, aquí es el Espíritu Santo el que se manifiesta en un Pentecostés permanente.
Comimos una pizza en un restaurante de la ciudad nueva y luego subimos al autobús que nos llevaría a Abu Gosh, donde los superiores de los monasterios de la familia benedictina en Tierra Santa se iban a reunir. La reunión concluyó con algunos puntos dignos de mención:
– Es una buena idea que los superiores se reúnan al menos de vez en cuando, aunque sólo sea para intercambiar noticias sobre las comunidades, para debatir en común ciertas cuestiones relacionadas con la vida de la Iglesia, el mundo, la situación en Tierra Santa, etc.
– Apoyo mutuo a los proyectos de los demás.
– Apoyo mutuo a la formación en todos los niveles.
– La propuesta de organizar estadías para profesores que ya tengan experiencia. Podrían pasar dos o tres meses aprovechando la enseñanza, las visitas y, sobre todo, la experiencia práctica, in situ. Los participantes procederían de Europa, así como de Asia, África francófona y América Latina.
El encuentro parecía abrir una vía: ése era el objetivo. Después regresamos a Jerusalén en autobús, y al Monte de los Olivos en tranvía y otro autobús. Un largo viaje.
Lunes 1 de mayo
Esa mañana tuvimos previsto reunirnos con el Patriarca latino de Jerusalén. Viajamos en autobús por la ciudad hasta el patriarcado. La reunión estaba programada para las 9 de la mañana, pero el secretario del Patriarca nos había pedido por correo electrónico que estuviéramos allí a las 8.30 y se nos olvidó. Así que llegamos tarde y no pudimos vernos con Mons. Pizaballano.
El canciller de la diócesis se puso a nuestra disposición y pudimos hablar con él unos instantes. Nos dio una visión general de la evolución de la vida religiosa desde la Edad Media. Fue sobre todo en el siglo XIX, tras un largo periodo de interrupción, cuando se multiplicaron las fundaciones, sobre todo en la vida religiosa apostólica. Las congregaciones así fundadas se nutrieron del reclutamiento extranjero. Sólo dos congregaciones autóctonas se desarrollaron y siguen muy vivas. Los monasterios, por su parte, florecieron al compás del éxito de la vida religiosa en Europa (sobre todo en Francia y Alemania). Pero hoy, cuando la vida religiosa es menos fácil en el continente europeo, las comunidades contemplativas de Tierra Santa son más frágiles y hay muchos interrogantes sobre su futuro.
Por fin, el Patriarca pudo acompañarnos un rato. Le explicamos el objetivo de nuestro viaje a Tierra Santa. Se mostró atento, pero resumió su posición en dos frases: “Tierra Santa no es Europa; es un lugar frágil y necesitamos comunidades religiosas fuertes y estables. Nada de lo que se busca para el futuro de la vida religiosa en Francia, sobre todo en colaboración con los laicos, es relevante aquí, es demasiado incierto”. La discusión no pudo ir más lejos. Terminamos la conversación con bastante rapidez.
Luego viajamos a Tabgha, el lugar sagrado de la multiplicación de los panes, a orillas del mar de Tiberíades. Allí hay monjes de la Dormición y hermanas de la congregación de las Benedictinas del Rey Eucarístico (BSEK, Filipinas). Nos acogieron en su mesa para el almuerzo. Pasamos un rato muy fraternal con estas cinco hermanas que viven allí al servicio de los peregrinos, en coordinación con los monjes. El lugar es particularmente impresionante.
Como muchos otros, nos conmovió caminar a orillas del lago. Da la impresión de que en cualquier momento podría aparecer Cristo con sus discípulos, allí en el mar. A menudo, en todos estos lugares santos, esa es la impresión que he tenido: Cristo está allí, lo veo, me gustaría estar con él, quedarme con él, escucharle, vivir con sus discípulos y no dejarle nunca.
Después de comer, fuimos al centro de peregrinación y conocimos al P. Joseph, que nos explicó la misión de los monjes allí, en comunión con la comunidad de la Dormición de Jerusalén, a la que pertenecen. El lugar está muy bien acondicionado. La iglesia contiene mosaicos antiguos que ilustran el episodio de la multiplicación de los panes. Nos impresionó la fraternidad de nuestro anfitrión, que nos enseñó la casa. Tiene unos diez años, está en perfecto estado y armoniosamente integrado en su entorno.
Somos conscientes del importante papel que desempeñan estas dos comunidades en este lugar tan visitado. Cuanto más tiempo pasamos aquí, más nos damos cuenta de la necesidad de apoyar a estas comunidades monásticas de Tierra Santa. Sería grave no mostrar solidaridad.
En nuestro camino de regreso a Jerusalén, pasamos por los impresionantes paisajes del desierto de Judá, Jericó y muchos otros lugares.
Martes 2 de mayo
Este martes por la mañana tuvimos una cita en el convento carmelita del Monte de los Olivos. Está muy cerca del monasterio benedictino donde nos alojamos. Celebramos la misa y después visitamos el yacimiento del Pater junto al monasterio. Este es el lugar donde Cristo enseñó a los apóstoles sobre la oración y donde les transmitió el “Padre Nuestro”. Esta oración está inscrita en las paredes en 170 idiomas. La capilla del monasterio está dedicada a esta “devoción”. El lugar ocupa una gran extensión y es propiedad del Estado francés, que es responsable de su mantenimiento, incluida la capilla, la cual necesita algunas obras y una mínima reforma interior. Pero las decisiones del Estado tardan en llegar, y todo queda en suspenso. En cuanto al convento, es independiente. Las hermanas se ocupan de él y lo gestionan lo mejor que pueden.
Conocimos a la comunidad, que es bastante numerosa, con algunas hermanas jóvenes. Presenté a AIM y sus retos. El debate fue muy abierto y las preguntas fluyeron libremente. Me quedé impresionado por el hermoso testimonio de esta comunidad, que ha ocupado el lugar que le corresponde en el paisaje local.
Después de comer, nos dirigimos al aeropuerto. Último control, nos inspeccionan. Uno de nosotros quiso salir del coche, pero inmediatamente, llamando la atención, las ametralladoras le apuntaron. Pronto volvió al coche y esperó pacientemente a que le dieran luz verde, lo que sucedió minutos más tarde.
Estamos listos para embarcar, con la cabeza y el corazón aún llenos de los testimonios de la verdad que recibimos aquí y allá en las comunidades que visitamos. Intentamos fomentar los vínculos mutuos entre las comunidades y escuchamos a todos tanto como pudimos. Ese era el objetivo de nuestro viaje: ¡misión cumplida!
Viaje a la India
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Noticias
Viaje a la India
11-27 de febrero, 2023
Hna. Christine Conrath, OSB
Secretaría de AIM
Con ocasión de la reunión anual de la ISBF (Federación Benedictina Indo - Sri Lanka Federación Benedictina), Hna. Christine Conrath, secretaria de la AIM, y la Madre Anna Brennan, abadesa de Stanbrook y miembro del Equipo Internacional, visitaron la India. He aquí algunos ecos de su estancia.
Sábado 11 - Domingo 12 de febrero
Tras una salida sin incidentes del aeropuerto Charles-de-Gaulle de Roissy y un vuelo directo a Delhi de casi nueve horas, llegamos al aeropuerto de Delhi a las 10:30 am. del domingo 12 de febrero. Tuvimos cinco horas de tránsito para realizar los trámites de visado y recoger nuestro equipaje. A continuación, embarcamos hacia Cochin, donde llegamos alrededor de las 7:10 pm. Nos esperaba el abad Clément Ettaniyil, de Kappadu. y nos dirigimos directamente a Mariamala, Kottayam, donde se iba a celebrar la reunión de la ISBF, dos horas por las carreteras de Kerala. Llegamos a las 9 de la noche para cenar y dormir bien. El padre Bino Tom Cheriyil, superior de la comunidad, nos dio el horario para el resto de nuestra estadía. Varias personas vinieron a saludarnos, entre ellas el P. James Mylackal, presidente de la ISBF.
Lunes 13 de febrero
A las 6:30 celebramos Laudes y a continuación la Misa. Todo se recita o se lee seguido, no hay tiempo para respirar y permanecemos sentados para las doxologías de los salmos. Voraces mosquitos y abanicos acompañan nuestra oración. Notker Wolf, antiguo abad-primado, presidió la misa, acompañado por la señora Gerlinde. Es una gran benefactora de los monasterios de la India. Luego, desayunamos en la mesa principal.
A las 9:30 am, comienza la reunión de la ISBF: ritos de inauguración, encendido de la lámparas de aceite, discursos, distribución de flores, regalos y pañuelos para todos. Siempre hay un miembro de la ISBF para presentar al invitado de honor, y otro para entregar los regalos. Alrededor de 60 personas están presentes: superiores mayores, así como algunos monjes, monjas y hermanas.
La primera ponencia corrió a cargo de un obispo vecino de la familia vallumbrosiana, sobre el tema de la paciencia. A continuación, tomó la palabra el P. Notker Wolf, quien afirmó que, en la actual agitación eclesiástica, los miembros de la Iglesia hemos perdido toda credibilidad. Ya no estamos en el poder, nos preocupa el futuro. Se ha producido un cambio de paradigma, por primera vez desde la Edad Media. En este contexto, ¿cuál es el camino de la inculturación en la India? En realidad, es una tarea que corresponde a los hermanos y hermanas responsables de las comunidades de la India. San Benito es muy abierto. Tomemos como ejemplo la comida: damos esto y aquello para que cada uno encuentre lo que necesita. Y si no hay nada, bendecimos a Dios. Nuestra herramienta más preciosa es la lectio divina.
Basándose en su experiencia durante sus viajes por el mundo, el padre Notker constata que las comunidades son más o menos contemplativas y más o menos apostólicas; pero algo es común a todas: nos sentimos “benedictinos”. El amor a la oración en común, es un criterio de autenticidad. Una comunidad es como un equipo de fútbol: nos apoyamos los unos en los otros y nos queremos. Es una escuela de paciencia. El Espíritu Santo es quien guía nuestro futuro. Con amor ferviente a nuestra comunidad y buen celo, no necesitamos reorganizar nada. Eso no es lo que necesitamos primero. Lo que necesitamos primero es fe, amor y escucha. Nuestra esperanza está arraigada en una vida auténtica. En este sentido, vemos todo lo que Jesús soportó, incluso la negación de Pedro. Ahora nos toca seguirle en este camino.
A continuación, la Sra. Gerlinde dio algunos detalles de su Fundación, que ayuda a las jóvenes del noreste, lucha contra el tráfico de seres humanos y contra la violencia doméstica. También lucha por ayudar a los niños abandonados a su suerte. Llegó a la India en 1997. La pandemia de Covid19 cambió la faz del mundo. Insta a todo el mundo a abrir los ojos ante los niños de la calle.
Después asistimos a un espectáculo organizado por la escuela St. Kuriakose: bailes deslumbrantes, canciones, ritos de bienvenida. Por la tarde, una presentación de AIM. Aunque hubo pocas preguntas, los participantes mostraron gran interés: ¿Cómo me afecta aquello que representamos juntos? ¿Cómo la preocupación por otros mantiene mi mente alerta? ¿Por qué a menudo confino a mis hermanos y hermanas a su fragilidad? Isaac de l'Étoile nos dice que mi hermano y mi hermana no son adversarios; son una ayuda, una oportunidad para que yo trabaje en mi propia conversión. Lo más importante no es lo que hacemos en la Familia Benedictina, sino cómo nos conocemos, cómo nos acercamos unos a otros. AIM trata de fortalecer el vínculo entre todas las comunidades, con paciencia, como nos recordó el obispo en su discurso de apertura, y con la herramienta perfecta que es la lectio divina, como mencionó el P. Notker. En Europa occidental, las comunidades suelen estar envejecidas y las comunidades del Sur son el futuro de nuestra familia religiosa. Pero más que nada, nuestro futuro común es Jesucristo.
El P. Vincent Korandiarkunnel, prior de Makkiyad, dio una conferencia sobre la sinodalidad, desde la perspectiva del P. Peter Dowe, de la Abadía de Douai, sobre los preparativos sinodales para la elección de su nuevo abad: una sinodalidad en acción.
Martes 14 de febrero
La misa fue presidida por el padre Clément Ettaniyil (Kappadu) en rito siro-malabar. La Madre Anna Brennan comenzó las presentaciones del día con una charla sobre Cor orans. Compartió su experiencia en su propio monasterio y en la Congregación inglesa.
A continuación, el abad Clément, de Kappadu, habló de las medidas de restricción en el contexto del Covid y en relación con las medidas recomendadas por la Regla de San Benito en materia de excomunión. Luego se realizó la Asamblea General de la ISBF.
Por la tarde, un informe sobre las actividades de la DIM-MID regional fue presentado por el superior de Kumily, P. John Kaipallimyalil. El 7 de diciembre de 2023 se cumplirá el 50 aniversario de la muerte de Henri Le Saux. La Madre Vandana presentó el informe de la CIB. Luego siguieron los reportes sobre las distintas comunidades. Finalmente, se organizó una visita al monasterio de las Pequeñas Hermanas Vallumbrosianas de San Juan Gualberto.
Miércoles 15 de febrero
El padre Vincent Kundukulam, profesor del Pontificio Seminario de San Joseph de Aluva, nos habla del trabajo de la DIM en la India. El diálogo entre personas religiosas realmente competentes, consistió en compartir cómo experimentan a Dios. Para entablar un diálogo no es necesario tener la misma representación de Dios. El diálogo no es una estrategia para conquistar a los demás, sino una fuente para volver a los orígenes de nuestra fe. Él aplica esta pedagogía a la cuestión de la Encarnación, que representa una realidad muy diferente para cristianos, hindúes y musulmanes. ¿Cómo pueden remontarse visiones tan diferentes a la fuente de la fe en Dios y compartirla? El enfoque pedagógico del Padre Vincent me pareció excelente.
Por la tarde, un viaje en barco lleva a los miembros de la ISBF a la laguna de Kumarakam, un inmenso dique sobre el mar que abre o cierra las aguas de Kerala. Tiene entre 3 y 5 metros de profundidad. Paisajes de extraordinaria belleza, y encantadora relajación fraternal.
Jueves 16 de febrero
Se reeligieron al Hno. James Mylackal como Presidente; el Tesorero es P. Michael Kannala (Vallumbrosiano, Bangalore) y Secretario P. Pinto Irudayaraj (Shantivanam); El Padre Abad Clément será el responsable de las relaciones con AIM. La próxima reunión de la ISBF tendrá lugar del 4 al 10 de febrero de 2024 en Shantivanam.
Por la tarde, salimos hacia el priorato de Santa Escolástica, perteneciente a la congregación Gracia y Compasión. Aquí las hermanas dirigen una residencia de ancianos y una unidad de cuidados paliativos. También regentan un albergue para estudiantes y una granja. A continuación, visitamos a las hermanas de Santa Lioba. Son una comunidad de tres miembros que alojan a estudiantes de medicina.
Después nos dirigimos a Kappadu para cenar. Conocimos el lugar y por la noche tuvimos un encuentro con unas adolescentes que estaban haciendo un curso de alemán online. Su profesor había venido de Alemania para animarlas. Habrá un examen, seguido de una estadía en Alemania. El monasterio de Kappadu es muy atento con los estudiantes y hace mucho por ellos de diferentes maneras.
Viernes 17 de febrero
Misa en rito siro-malabar seguida de una celebración en el cementerio antes de la Cuaresma. Visitamos el monasterio. La granja tiene un establo con 63 vacas, cerca de 20 cerdos, 2.000 gallinas y 200 conejos. Cocinan con biogás generado por el estiércol de las vacas. También hay una piscifactoría y una plantación de caucho. Recientemente, el precio del caucho había caído en un tercio. En total hay 300 empleados en Kappadu; pero los monjes están todos trabajando, y toda la granja la dirigen los aspirantes.
A las 10 de la mañana partimos en coche hacia Kurisumala. Llegamos justo a tiempo para la misa del mediodía con un grupo de seminaristas y su formador. Para comer, nos sentamos en el suelo del claustro; nos habían preparado bancos en la biblioteca contigua al claustro. Una comida sobria en silencio.
Los hermanos sirven a los invitados arroz con salsas, una dieta vegetariana. Después de la comida, saludamos a la comunidad. Visitamos la celda del P. Francis Acharya y todo el monasterio. El monasterio de Kurisumala, OCSO, está ahora vinculado a la Abadía de Tarrawarra, en Australia.
Sábado 18 de febrero
En este día en que celebramos el 90 cumpleaños del P. Anselme Maniakupara, uno de los fundadores de Kappadu, está presente el abad emérito John Kurichianil. Nos alegramos de estar juntos de nuevo. La Madre Nirmala Narikunnel, abadesa de Shanti Nilayam, se une a nosotros para unos días de retiro. Hay unos 300 invitados. Por la tarde, partimos hacia Maduraï vía Jeva Jyothi. Nos reunimos con el obispo emérito que fundó el monasterio, junto con la fundadora, la Madre Lily Thérèse, ya fallecida. Vimos la fragilidad de esta comunidad de tres hermanas con un capellán carmelita.
Llegamos al monasterio de Kumily (priorato de St Michael's Angel Valley, Viswanathrapuram), perteneciente a la congregación de Santa Otilia.
Domingo 19 de febrero
Visitamos una de las actividades del monasterio: alojamiento para jóvenes: 60 niños reciben pensión completa. Aunque las clases se imparten en otro lugar, los hermanos se encargan de la educación de estos jóvenes.
Por la mañana un paseo tradicional en elefante hasta el parque de elefantes, a las afueras del monasterio, después de bañar a estos gigantes, que pesan una media de 2,5 toneladas. Son hembras, con fama de mansas, sin colmillos, y hay tres en total. Los elefantes están domesticados y muy obedientes a las órdenes del guía: “párate, túmbate, camina, detente, saluda”. Fue un corto paseo ¡de una hora!
Visitamos el monasterio al terminar la mañana, así como el centro espiritual. En el jardín, animales salvajes vienen por las noches, el monasterio está al pie de una pendiente, la selva está justo encima. Búfalos o hasta tigres pasan por el jardín, hay una pajarera para p eriquitos y un huerto. Los hermanos cosechan alrededor del 50% de sus cultivos, el resto se lo comen los animales salvajes. Nos dimos cuenta de que todas las flores de los racimos de plátanos habían desaparecido, ¿se las comieron los monos? Almuerzo en Kumily antes de partir a Madurai.
Visita a Madurai por la tarde, incluido un suntuoso templo de 5.000 años de antigüedad. Es muy difícil transmitir la emoción de este lugar, en medio de esta multitud india. Luego los hermanos nos llevaron al aeropuerto de Madurai para volar a Bangalore y a la abadía de Shanti Nilayam.
Lunes 20 de febrero
Visita a Shanti Nilayam, el jardín y el viñedo. Un trabajador dice que hay que poner una valla antes que maduren las uvas, de lo contrario los vecinos seguirán sirviéndose de los productos de las hermanas. El vallado es inexistente. La cerería está equipada con material anticuado. Con la cera reciclada, las mujeres con dificultades (viudas, maltratadas, que han abandonado su hogar, etc.) fabrican velas que se venden o se entregan a la diócesis.
El hotel se ha vuelto insalubre a causa de las inundaciones de los últimos años. Habría que demolerlo y construir uno nuevo, contra el muro de separación, en la calle; de lo contrario, se corre el riesgo de que el terreno sea invadido, con el pueblo amontonándose a lo largo de los muros. En la época de la fundación, las hermanas se asentaron en campo abierto, pero la ciudad les ha alcanzado como consecuencia de la explosión demográfica del país.
Al atardecer, reunión, hablamos con la comunidad. Las hermanas aún mantienen vínculos con la comunidad de monjas benedictinas de Ryde, Inglaterra, que ayudaron a fundar Shanti Nilayam. El monasterio de Shanti Nilayam sigue la tradición monástica de la Congregación de Solesmes, pero adaptada a la cultura india.
Martes 21 de febrero, Mardi Gras
Esta mañana visitamos el taller de hostias. Las hermanas vendieron todas sus vacas menos dos. Debido a las inundaciones, el establo estuvo bajo el agua durante ocho días y las vacas enfermaron. Las hermanas ya habían tenido que renunciar a los gallineros (cuatro edificios con 2 mil gallinas) a causa de la competencia.
La inundación se debió al desbordamiento de la zanja de drenaje de aguas residuales, obstruido por toda la basura que llegaba de las nuevas viviendas del barrio. El sistema de alcantarillado está fuera de servicio. El gobierno aceptó la queja de las hermanas y dijo que tomaría medidas, pero no hizo nada. que tomaría medidas, pero no hizo nada.
Shanti Nilayam acoge a hermanas jóvenes de una fundación de Birmania (Myanmar) para su formación. En la misa de hoy, la hermana Rosa Ciin, de Birmania, renovó sus votos temporales por un año. Las hermanas birmanas harán juntas su profesión solemne este verano, antes de regresar a Birmania. La comunidad recibe muchas aspirantes del noreste. Su edad media es de 18 años y aún no hablan bien el inglés. También visitamos la comunidad vallumbrosiana de Bangalore.
Miércoles de Ceniza, 22 de febrero
En este día, la Madre Nirmala me pidió que diera una breve charla a la comunidad sobre el deseo en la RB, el deseo de Pascua, el deseo de conversión y la discretio, madre de las virtudes. La charla fue seguida de la distribución de los libros de Cuaresma. Cada hermana eligió un libro de la biblioteca; la abadesa leyó los títulos de las obras elegidas, antes de entregárselas a las hermanas.
Nos acompaña la hermana Asha Thayyil (su nombre significa “esperanza” en hindi), la nueva Superiora General de las Hermanas de San Lioba viajará conmigo de Bangalore a Bhopal. Las hermanas de Santa Lioba suelen hacer retiros en Shanti Nilayam durante su formación.
Por la noche, tuvimos un tiempo de relajación en comunidad, con pequeñas animaciones a cargo del noviciado.
Jueves 23 de febrero
Salimos a las 5 de la mañana hacia Bhopal, llegando a media mañana al monasterio de las Hermanas de Santa Lioba. Visitamos el hospital Dev Mata con la hermana Betty, médico que completó su formación en Alemania. Una de las alas del hospital se conoce como “el Vaticano” (¡!), porque en ella se atiende a muchos sacerdotes y religiosas. Los cristianos son menos minoritarios en esta región. Después de comer, nos dirigimos a la comunidad de Misrod, que gestiona un centro de acogida para mujeres de la calle. A menudo discapacitadas, rechazadas por sus familias y por el resto de la gente, aquí hay 37 de ellas, aunque la casa sólo tiene capacidad para 30 personas.
Y la policía sigue llevando mujeres a las hermanas. Los residentes han preparado unas fiestas en nuestro honor. Lo que sigue fue una fascinante conversación con las hermanas de esta comunidad. Las escenas de violencia no son raras al principio de la estadía de estas mujeres, tan heridas por la vida.Luego conocimos los alrededores: visitamos el Museo Tribal de la India, un magnífico logro que atrae a mucha gente. Luego dimos un paseo en bote por la ciudad, que se conoce como la “Ciudad de los Lagos de Bhopal”. Las hermanas planean crear una misión a orillas del lago, ¡lo que me hace soñar! De vuelta a la comunidad, después de la cena, un pequeño espectáculo ofrecido por las candidatas y las hermanas jóvenes, con danzas tradicionales relacionadas con el tiempo de la cosecha.
Viernes 24 de febrero
El padre Antony Dhande, superior de Shivpuri, se reunió con nosotros. Desayunamos con él y el equipo del hospital adyacente a la comunidad. Después, partimos en coche hacia Sanchi, un centro budista declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En el camino cruzamos el Trópico de Cáncer.
Después del almuerzo, tomamos el tren a Shivpuri. ¡Qué experiencia! La estación estaba abarrotada de gente. Conseguimos un asiento en la clase más confortable, donde los vagones tienen aire acondicionado. Sin duda es más cómodo que volar. A la llegada, nos recibió el hermano Shivprakash, que nos llevó al priorato de Jeevan Jiothi (Vida y Luz, Shivpuri). Luz, Shivpuri). A las 9:30 pm, nos recibió una ceremonia muy elaborada: música y canciones interpretadas por los aspirantes.
Sábado 25 de febrero
Por la mañana, celebramos la misa en el convento de las tres hermanas de Notre-Dame du Jardin, justo en el patio del colegio. La casa en ruinas se hunde en el suelo. La capilla está llena de parches, las paredes agrietadas. Según la solicitud que aceptamos en el Comité de AIM se construirá un nuevo edificio.
Pasamos una mañana de ensueño con los niños de la escuela, ¡empezando con un espectáculo! El telón se levanta con una oración, seguida de baile con la bandera india, una demostración de yoga y, por último, el himno nacional. En esta fecha, los niños de primaria tienen exámenes, mientras que los mayores ya han terminado el año escolar.
Vamos a Chattry, donde hay un templo budista de mármol blanco con incrustaciones de piedras preciosas. Una joya, tan bella como el Taj Mahal, que no tendremos tiempo de visitar. Hicimos un recorrido por la antigua ciudad de Shivpuri y descubrimos el templo Skit.
Después del almuerzo, nos encontramos con las dos comunidades de hermanas que trabajan con los hermanos. Una comunidad de ursulinas tiene una pequeña escuela. Su economía es muy precaria; el gobierno ha cerrado su dispensario. A las 6:00 pm, volvemos a la escuela para inaugurar y bendecir el alojamiento de dos familias, después volvimos al monasterio para las Vísperas, seguidas del rosario y la adoración del Santísimo Sacramento.
Domingo 26 de febrero
Tras el oficio de la mañana y el desayuno, nos dirigimos a la iglesia parroquial para la misa de las 8:30 en la iglesia parroquial. Los fieles llegan a las 8 am y rezan el rosario con los jóvenes candidatos, de entre 17 y 23 años, ocho jóvenes muy decididos. La misa se celebra en hindi, en rito romano, y luego nos acoge la parroquia. Me pidieron que dijera unas palabras a la congregación. La joven que traducía era delegada de la JMJ en la India; preparaba el viaje a Lisboa. Al final de la misa, los saludos fluyeron libremente. “¿Qué le parece la India?”, me preguntaba la gente.
Teníamos que partir hacia Delhi en tren. Fuimos recibidos en la Conferencia Episcopal de la India, dirigida por el P. Jervis C. D'Souza, amigo del padre Anthony. Cena hacia las 10 de la noche, lo que es normal en India. Nos enteramos de que está allí el P. Félix Machado, obispo emérito de Bombay, muy activo en el diálogo interreligioso y que pasó seis años en Francia.
Lunes 27 de febrero
Misa con el obispo Félix Machado, seguida de desayuno y animados debates. Pidió noticias de P. Pierre de Béthune (Clerlande) y de P. Benoît Billot. ¿Qué ha sido de la DIM francófona desde la muerte de la Hna. Marie-Bruno de Lieja? Pero tenemos que irnos al aeropuerto.
En el aeropuerto, me encuentro con un cuerpo de soldados de las Naciones Unidas que parten en misión de seis meses al Congo para intentar traer un poco de paz...
Un tranquilo viaje de vuelta a casa, con tantos recuerdos y tantas fotos y vídeos para compartir y enriquecer nuestra mediateca y los archivos de AIM. Estoy muy agradecida a todas las comunidades monásticas que conocí en este maravilloso viaje.