Vida y muerte en el ideal monástico

Dom Jean-Pierre Longeat, OSB

Presidente de AIM

Muerte y vida en la regla de San Benito

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Lectio divina

Humberto Rincón Fernández, OSB

Abad del Monasterio de la Epifanía, Guatapé (Colombia)

Eucaristía y servicio, una misión de acogida en nuestros monasterios

Jn 13, 1-15

Meditación

«Consideraba amigos a los ángeles que acudían a él»

La muerte de san Antonio

San Athanasio

Testimonios

Nathalie Raymond

El cementerio del monasterio benedictino de Thiên Binh

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Testimonios

Monique Hébrard, periodista

El cementerio de los siete monjes de Tibhirine

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Testimonios

Madre Pascale Fourmentin, OCSO

Abadía de Koningsoord, Arnhem (Países Bajos)

La naturaleza, entre el cielo y la tierra.

Koningsakker, el cementerio natural

de una comunidad monástica

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Testimonios

Dom Jean-Pierre Longeat, OSB

Presidente de AIM

La empresa de ataúdes New Melleray

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Abrirse al mundo

Profesor Roger GIL, neurólogo

Director de un grupo de reflexión ética (Francia)

Las lecciones de vida de Pablo ante la enfermedad y la muerte

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Liturgia

Suor Marie-Pierre Như Ý, OSB

Priorato en Lôc-Nam (Vietnam)

Liturgia de los difuntos :

Tradiciones vietnamitas y ritos monásticos

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Meditación

Hermano Irénée Jonnart, Abadía de Chevetogne (Bélgica)

Renunciar al sueño de la muerte

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Una página de historia

Padre Nicolas Stebbing, osb anglicano

Comunidad de la Resurrección (Zimbabue)

Anglicanos y benedictinos

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Trabajo y vida monástica

Hno Bernard Guékam, OSB

Abadía de Keur Moussa (Senegal)

La oración de las manos

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Monjes y monjas, testigos para nuestro tiempo

Dom Armand Veilleux, OCSO

Abadia de Scourmont (Bélgica)

Dom Ambrose Southey

(1923-2013)

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Monjes y monjas, testigos para nuestro tiempo

Suor Maria Maddalena Magni, OSB

Benedictina de la isla de San Giulio (Italia)

Madre Anna Maria Cànopi

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Monjes y monjas, testigos para nuestro tiempo

Madre Nirmala Narikunnel, PSB

Abadesa de Shanti Nilayam (India)

Madre Teresita D’Silva

Fundadora y ex abadesa de Shanti Nilayam (India)

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Noticias

Dom Mauro-Giuseppe Lepori,

Abad General de la Orden Cisterciense

Ser útiles a todos

la Carta caritatis

Ver la carta de Dom Lepori, Navidad 2019 (ocist.org)

Noticias

Éric Delaissé,

CERCCIS, Cîteaux

Conferencia internacional

Collège des Bernardins, París, 16 y 17 de octubre de 2019

La Carta de Caridad (1119-2019):

un documento para preservar

la unidad entre las comunidades

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Noticias

Padre Enrique Contreras, OSB

Presidente de la Congregación del Cono Sur y EMLA

Portal de ingreso al

XII° Encuentro Monástico Latinoamericano (EMLA)

Al cabo de seis años desde el último Encuentro Monástico Latinoamericano (EMLA), realizado en México[1], pudimos efectuar una nueva reunión de la vida monástica de nuestro continente.

La organización le correspondía en esta ocasión a la Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur (SURCO), ya que la tarea se va rotando entre las tres Áreas o Regiones en que se encuentra dividida la Unión Monástica Latinoamericana (UMLA)[2]. Las dos restantes son ABECCA (Asociación Benedictina – Cisterciense del Caribe y de los Andes)[3], que incluye a UBC (Unión Benedictina y Cisterciense de México); y CIMBRA (Conferencia de Intercambio Monástico del Brasil).

Encuentro Monástico

La costumbre de “encontrarse” es muy antigua en el monacato cristiano. Desde sus mismos inicios hallamos testimonios sobre esta práctica. Así, en la Carta fundacional de nuestra vida monástica, la Vida de san Antonio, escrita por Atanasio de Alejandría a mediados del siglo IV, leemos:

«En cierta ocasión los monjes le rogaron que bajara a visitarlos y les observara atentamente durante un tiempo a ellos y los lugares (donde vivían); y emprendió camino con los monjes que habían venido a buscarlo. Un camello transportaba para ellos los panes y el agua.

Porque todo este desierto es muy seco, y no había en absoluto agua potable, salvo en aquella solitaria montaña, de donde la habían sacado y en la que él se entregaba a la ascesis. En el camino se acabó el agua. Hacía muchísimo calor, y todos estaban en peligro.

Recorrieron los alrededores y no encontraron agua, no podían caminar más, entonces se acostaron en el suelo; desesperados, dejaron marchar al camello.

El anciano viendo que todos estaban en peligro, profundamente afligido y gimiendo, se alejó un poco de ellos, se arrodilló y extendiendo sus manos, rezó. Al momento el Señor hizo (brotar) agua en el lugar en que se estaba orando.

Y así todos bebieron y todos se recuperaron. Tras llenar los odres, buscaron al camello y lo encontraron. Porque se habían enredado las cuerdas en una piedra y allí estaba retenido. Lo agarraron, le dieron de beber, y cargaron en él los odres y siguieron el camino sin daño[4].

Cuando llegó a los monasterios exteriores[5], todos, viéndolo como un padre, lo abrazaron. Y él, como si hubiera traído de la montaña las provisiones, los nutría con palabras y les repartía un beneficio espiritual.

Y de nuevo en las montañas (había) alegría, el celo por progresar, y el consuelo por medio de la confianza mutua (cf. Rm 1,12)»[6].

El texto citado nos transmite algunas enseñanzas importantes. Ante todo, el deseo de compartir con un gran santo anciano la experiencia de vida y sus enseñanzas.

Sin embargo, para que ese anhelo se pudiera llevar a la práctica era necesario hacer un largo viaje, no exento de peligros y graves dificultades.

Una vez superados los obstáculos, el encuentro les permite gozar, con gran alegría, de un muy feliz intercambio.

EMLA

A lo largo de los años los Encuentros Latinoamericanos han confirmado una y otra vez la importancia, el feliz deseo, de compartir entre monjas y monjes las penas y alegrías de nuestra común vocación monástica. Y esta es la principal finalidad de nuestros EMLAS[7][7].

Agrego en seguida que por cierto no ha sido una historia fácil, todo lo contrario. Pero siempre primó la necesidad de fortalecernos mutuamente mediante un fructífero intercambio de nuestras vivencias del carisma monástico.

La Vida de san Antonio nos muestra que los viajes, aunque no entrañan hoy en día los mismos riesgos que antaño, no deben ser tomados a la ligera: grandes distancias, largas horas de travesías en avión, ómnibus o automóvil, prolongados tiempos de espera que ponen a prueba la tan mentada paciencia monástica, peligros hodiernos a veces mayores que los que encontramos en nuestras fuentes primitivas.

Las dificultades, sin embargo, resultan siempre ampliamente superadas por los estupendos beneficios de los que disfrutamos en nuestros Encuentros. Y que podemos sintetizar con las palabras del Salmista: “Vean, qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos” (Sal 132 [133],1).

Los frutos de los EMLA

La Vida de san Antonio sintetiza de modo admirable los frutos del encuentro fraterno.

En primer término, compartir el alimento de las palabras que nos procuran un jugoso beneficio espiritual.

Luego, el gozo y el deseo ardiente de progresar en la vida espiritual.

En tercer lugar, el consuelo que brota de la confianza mutua.

Así, en nuestros Encuentros nos alimentamos con el pan de la palabra y el pan de la Eucaristía. Este era justamente el tema central del XII° EMLA: Eucaristía y vida monástica. Y, feliz casualidad, comenzó el día en que se celebra la memoria de san Jerónimo, un auténtico enamorado de la palabra de Dios.

Compartimos además el alimento que nos suministraron las conferencias, los paneles, las reuniones de grupo, los plenarios, los intercambios personales. Y todo ello con la certeza absoluta de que nos beneficiábamos espiritualmente.

Pudimos advertir, pero no solo en este EMLA sino también en los precedentes, la profunda alegría que nos procura saber que no estamos solos en el camino del seguimiento de Cristo. Deseamos renovarnos en en el sincero y ardiente deseo de progresar en la vida según el Espíritu.

Algo especial

La Vita Antonii hablaba de consuelo por medio de la confianza mutua. En nuestro XII° EMLA ello se tradujo fundamentalmente en dos palabras: sencillez y armonía. En efecto, una armónica sencillez revistió como de un manto invisible todas nuestras acciones, nuestros movimientos, nuestras reuniones y también, de un modo especial, nuestra peregrinación al santuario del santo Cura Brochero.

Las comparaciones no son apropiadas. Por lo tanto me resisto a cualquier forma de expresión que se traduzca en: fue mejor que…

Por el contrario, luego de participar en varios EMLA pude advertir una vez más cómo nos guía el Espíritu Santo a través de un camino de progreso espiritual, que ha sido continuo, incluso a pesar de nuestras muchas humanas limitaciones.

El XII° Encuentro nos confirma en la necesidad de viajar para estar juntos, reunirnos, participar, dialogar. Para poder sostener con alegría nuestro progreso espiritual, beneficiándonos de las palabras que nos fortalecen y renuevan, para así seguir a Cristo con una mayor entrega.

Un anhelo y una preocupación

Me parece que un deseo brotaba casi espontáneamente de nuestro XII° EMLA: profundizar nuestra vivencia de la lectio divina. El tema apareció una y otra vez, de forma esporádica o casual, pero merecería un tratamiento más amplio, con mayor profundidad y que abra el camino a una renovación de esta práctica esencial para la vida monástica cristiana.

Una preocupación, puede que demasiado personal, que siento en cada EMLA: ¿qué pasa con nuestro retorno a las fuentes, a las enseñanzas de los padres monásticos? Es verdad que son muchas las solicitaciones de nuestro tiempo, y los desafíos que debemos enfrentar ante la realidad de una época tan compleja. Pero, ¿nos exime ello de revisar con solícito cuidado las  enseñanzas que nos legaron nuestros antecesores en la vida monástica?

En todo caso, los EMLA una y otra vez nos confirman, cada uno de ellos con mayor y renovada urgencia, en la necesidad que tenemos de encontrarnos para seguir creciendo en la confianza y la alegría de saber que Dios Padre en su Hijo nos ama hasta el extremo (cf. Jn 13,1); y que nos sostiene en nuestra común vocación monástica. Tal como lo enseñaba la Vita Antonii apoyándose en la enseñanzas de san Pablo: Sentir entre ustedes el mutuo consuelo de la común fe, la de ustedes y la mía (Rm 1,12).

[1] Cf. http://archive.osb.org/abecca/.

[2] Cf. https://www.emla2019.org/quienes-somos-umla/.

[3] Cf. https://abecca.org/.

[4] O también, pero menos literalmente: sanos y salvos.

[5] O: ermitas exteriores.

[6] ATANASIO DE ALEJANDRÍA, Vida de san Antonio § 54; ed. G. J. M. BARTELINK en: Athanase d’Alexandrie. Vie d’Antoine, Paris, Eds. du Cerf, 1994 (Col. Sources Chrétiennes 400).

[7] Cf. https://www.emla2019.org/emla-anteriores/

Noticias

Dom Jean-Pierre Longeat, OSB

Presidente de AIM

Viaje a Argentina,

octubre 2019

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