P. Cyrill Schäffer, OSB

Monasterio de Sankt Ottilien (Alemania)


«Por ti, contigo»

Viktor Josef Dammertz, OSB:

Archiabad, Abad Primado, Obispo, Monje

(1929-2020)

 

Damertz2Josef Dammertz nació el 8 de junio de 1929 en Schaephuysen, en la zona del Bajo Rin. La familia de su madre era originaria de los Países Bajos. Su padre, Wilhelm Dammertz, creció en una granja en Schaephuysen hasta que, tras su matrimonio con Engeline Schepens, se hizo cargo de una panadería que había montado su suegro, ya fallecido. Tenían dos hijos, Josef y Marga.

Josef, fuertemente vinculado a la asociación católica de jóvenes de Neudeutschland, donde profundizó su fe y desarrolló el arte del servicio, cuando llegó al último año de la educación secundaria anunció a sus padres que quería ser sacerdote.

Así fue como en el segundo semestre de 1950 ingresó en el Collegium Borromaeum, el seminario de la diócesis de Münster. Prosiguió sus estudios en Innsbruck, donde se alojó en el colegio de los jesuitas, el Canisianum. En la universidad tuvo la oportunidad de asistir a conferencias de reconocidos profesores como Andreas Jungmann y Hugo y Karl Rahner. Ya en ese momento, en el tercer año de estudios, habiendo conocido el monasterio misionero de St Ottilien en la Alta Baviera, se sintió atraído por el espíritu de la Iglesia universal y la vida religiosa que allí reinaba.

El 12 de septiembre de 1953 entró en St Ottilien, donde se le dio el nombre de Viktor, en memoria del antiguo mártir cristiano Víctor de Xanten. Después de su primera profesión prosiguió estudios teológicos en la universidad benedictina de San Anselmo en Roma. Al termino de los cuales, fue ordenado sacerdote en 1957.
Su lema como Abad Primado expresa claramente su visión del servicio sacerdotal, 'Sacerdote de Jesucristo, al servicio de la humanidad'.

Se le pidió que estudiara derecho canónico, pues el abad de ese momento, Dom Suso, necesitaba un secretario con conocimientos en esta materia. Obtuvo su doctorado summa cum laude con una tesis sobre 'El Derecho Constitucional de las comunidades monásticas benedictinas en la historia y en el presente'. Obviamente con esta tesis y en vista de su capacidad intelectual se le podría haber ofrecido una carrera académica, pero parece que nunca se lo planteó seriamente.

En el sexto Capítulo General de St Ottilien en 1960, el P. Viktor fue llamado al cargo de secretario de la Congregación, y al mismo tiempo el Archiabad Suso lo nombró su secretario personal. Incluso si el papel de secretario abacial parece algo secundario, P. Viktor pudo ejercer una influencia moderadora en muchos aspectos sobre su superior y equilibrar las tensiones entre el archiabad y la comunidad. Como experto en derecho canónico de la Congregación, P. Viktor desempeñó un papel esencial en la revisión de las Constituciones de los Misioneros Benedictinos, adoptadas en 1970. Su colaboración consultiva también fue muy apreciada por otras Congregaciones benedictinas y no benedictinas. Participó notable e intensamente en la elaboración de las Leges Propriae posconciliares de varias Congregaciones benedictinas.

A principios de 1975 el Archiabad Suso se vio obligado a dejar su cargo a causa de un grave cáncer. No fue una sorpresa cuando el P. Viktor fue elegido para sucederlo. Como nuevo abad del monasterio, el P. Viktor continuó prodigando su servicio personal a su predecesor, quien se había mantenido hasta la elección, pero murió pocos días después, el 12 de febrero.

El Archiabad Dammertz eligió como lema 'Iter para tutum', una frase programática tomada del 'Ave Maris Stella'. Por una parte, expresa su piedad mariana, pero también su conciencia de vivir en un tiempo de tumultuosos cambios en los que es necesaria la guía de una estrella.

Al asumir sus funciones, el Archiabad Viktor contrajo todo un entramado de obligaciones y especialmente de reuniones, de asistencia a los actos de la Diócesis de Augsburgo, como Misas solemnes, confirmaciones, todo tipo de manifestaciones, en el propio monasterio con sus numerosos anexos como la escuela, las parroquias, las cinco casas dependientes, y por supuesto en las demás casas de la Congregación que esperaban indicaciones del Presidente de la Congregación, especialmente en las Iglesias jóvenes. Aunque el mandato del Archiabad Viktor iba a durar sólo dos años y ocho meses, pudo aportar cierta estabilidad a la Congregación en el turbulento mundo posterior al Concilio. En su propio monasterio pudo poner en marcha un Liceo para la diócesis de Augsburgo, lo que aseguró la permanencia de la escuela.

En septiembre de 1977, el archiabad Viktor participó en el Congreso de Abades de la Confederación Benedictina en Roma, donde durante algunos años fue secretario de la Comisión Canónica y desempeñó un importante papel en la revisión del Derecho propio. Además del asunto del futuro del Colegio de San Anselmo, el congreso trabajó sobre la nueva ley religiosa de los benedictinos. El archiabad Viktor como canonista dio una contundente y novedosa conferencia sobre el tema. Un poco más tarde, el 20 de septiembre, el abad primado Rembert Weakland sorprendió a los abades reunidos al anunciar que había sido nombrado arzobispo de Milwaukee y que renunciaba a su cargo con efecto inmediato. Se organizaron nuevas elecciones para encontrar un sucesor. A partir del 22 de septiembre las voces de los abades se centraron en el archiabad de St Ottilien que no sólo era el jefe de uno de los más grandes monasterios de la orden benedictina, sino que poseía la competencia que tanto se necesitaba en materia de derecho religioso. La comunidad de St Ottilien fue informada de las operaciones en curso en Roma, pero cuando el Prior Paulus Hörger envió un fax en nombre de la comunidad, diciendo: 'No aceptes bajo ningún pretexto', el arzobispo ya había respondido favorablemente al voto del Congreso y abandonaba así su función de abad del monasterio y de presidente de la congregación de Sankt Ottilien.

Dammertz3En los años siguientes, el abad primado Viktor logró calmar un poco las agitadas relaciones dentro del Colegio Benedictino. Tuvo a su lado colaboradores altamente calificados como el Rector Magnus Löhrer (1928-1999) y el prior Gerhard Békés (1915-1999). A pesar de la disminución del número de estudiantes de la Orden, la Universidad experimentó un período de prosperidad académica gracias a un número de profesores de alta calidad que elaboraron juntos, entre otras cosas, la obra de referencia posconciliar Mysterium Salutis.

El Abad Primado Viktor pudo ser de gran ayuda en muchas ocasiones en el momento de la necesaria revisión de las Constituciones de la Congregación; participó en la revisión de la ley religiosa y fue miembro de la Comisión para la interpretación auténtica del derecho canónico. En el transcurso de los 14 años que pasó al frente de la Confederación Benedictina, dos veces reelegido, el abad Viktor visitó más de 750 comunidades masculinas y femeninas en el curso de innumerables viajes por todo el mundo. Uno de los puntos fuertes de su mandato fue la organización del gran jubileo de san Benito en 1980, durante el cual el 1500 aniversario del nacimiento del padre de la Orden benedictina. En esta ocasión se reunieron en Roma 500 abades de la familia benedictina. En San Anselmo, la biblioteca situada en la antigua cripta de la iglesia abacial es el principal legado arquitectónico de la actividad del Primado.

En una entrevista de 1992 expresó su concepción de su ministerio diciendo que el Abad Primado debería promover en los monasterios benedictinos la conciencia de que todos formaban parte de una 'gran comunidad mundial'. Enfrentándose a las fuerzas centrífugas en el seno de la Orden, el Abad Primado trató de promover la unidad sin menoscabar la legítima y vital diversidad en el seno de la Orden. Su servicio de mediación incluyó también la construcción de puentes entre las hermanas y las monjas de la Orden que, en la concepción de la época, estaban separadas en mundos diferentes. En su mediación el Abad Primado prefirió el reconocimiento mutuo de los legítimos principios benedictinos, que comparó con Marta y María. Sugirió que las dos secretarías separadas para monjes y monjas benedictinas deberían unirse.

En el congreso de abades de 1992, el abad de Collegeville, Jerome Theisen (1930-1995) fue elegido para sucederlo. Después de la expiración de su mandato el 20 de septiembre de 1992, el P. Dammerts esperaba una jubilación más tranquila en su monasterio, aunque se cuestionaba su nombramiento en la Congregación para los Religiosos del Vaticano. Sin embargo, en medio de un retiro privado antes de la Navidad de 1992, el Nuncio Apostólico lo llamó para decirle que el papa Juan Pablo II lo había nombrado 78° obispo de Augsburgo.

En su residencia oficial, el palacio episcopal frente a la catedral de Augsburgo, el obispo Viktor instaló una pequeña comunidad doméstica con su secretario, el doctor Christian Hartl, su hermana Marga y dos hermanas franciscanas de María, con quienes celebraba el Oficio y la Eucaristía. Él mismo describió la situación como 'un pequeño convento' y encontró agradable continuar algo de vida comunitaria monástica en el episcopado.

Damertz JPIIEntre los acontecimientos que marcaron su mandato, conviene mencionar algunos que el mismo obispo Viktor Josef tuvo especial aprecio. Entre ellos, la firma de la 'Declaración Común sobre la Doctrina de la Justificación', el 31 de octubre de 1999 en Augsburgo, el gran día de la fe con motivo del Año Santo 2000 en el Rosensaustadion de Augsburgo, y la canonización de Crescentia von Kaufbeuron en Roma el 25 de noviembre de 2001, y justo al final de su mandato el 'Año Vocacional' que proclamó en diciembre de 2003, en el transcurso del cual era ciertamente importante rezar por las vocaciones sacerdotales, pero sobre todo descubrir todos los modos de vida como vocación y don. Como muestra una diversidad tan amplia de eventos, el obispo Viktor quería tocar y logró tocar en diferentes registros que incluían tanto la piedad popular como los nuevos desarrollos teológicos y eclesiásticos en el mundo.

El 8 de julio de 2004, al cumplir 75 años, el Papa Juan Pablo II aceptó su solicitud de retirarse del cargo de obispo y pudo retirarse a un lugar que se había convertido para él en un lugar familiar de descanso luego de muchas vacaciones allí: el convento de las hermanas benedictinas y el pueblo de los niños de St Alban, donde sirvió a las hermanas como director espiritual. Su hermana Marga lo acompañó a su retiro en St Alban. Muchos amigos y compañeros lo visitaron allí hasta que en enero de 2015 las crecientes enfermedades de la vejez le sugirieron trasladarse a la enfermería de St Ottilien. Allí, se lo podía encontrar con frecuencia en la gran sala común, donde revisaba una pila de libros y reseñas colocadas a su lado.

Una repentina pérdida de fuerzas le impidió asistir a la ordenación episcopal de su segundo sucesor y, después de varios días de creciente debilidad, se despidió con plena conciencia. Su funeral tuvo lugar en la catedral de Augsburgo, presidido por el cardenal Reinhard Marx, mientras su sucesor, Bertram Meier, pronunciaba la homilía. Ahora yace en la cripta de la catedral.

 

Tras esta semblanza biográfica debemos examinar más de cerca la impronta benedictina de este obispo religioso. En su primera entrevista después de la ordenación episcopal, se le preguntó de manera algo provocativa si una vida monástica en clausura era una preparación útil para las vastas responsabilidades de un obispo. El nuevo obispo coincidió en que el espacio de una vida monástica era muy diferente al de una pastoral diocesano. Sin embargo, mencionó también las ventajas vinculadas a la experiencia. Entre ellos la importancia de la profundización del espíritu para el futuro de la Iglesia, y la valoración de la diversidad en la unidad, ya que esto exige la aceptación mutua y el diálogo. Al final de su mandato, el obispo Viktor subrayó estas ventajas aún más masivamente:

“La vida monástica según la Regla de San Benito me ha marcado profundamente, y los valores y actitudes fundamentales que me han sido transmitidos me han ayudado igualmente como obispo. La imagen que da Benito de un abad se puede adaptar a un obispo con bastante facilidad. La búsqueda del equilibrio entre ora y labora, entre oración y trabajo, es también un desafío permanente para un obispo. La virtud de la sabia moderación –Benito la llama discretio y la considera la madre de todas las virtudes (RB 64.19)– impide al obispo adoptar posiciones extremas”.

Sobre la base de la imagen benedictina del abad, Viktor-Josef pudo establecer un espejo de un obispo benedictino, e incluso estimar que la dirección de una parroquia no era, por cuestiones fundamentales, tan lejana a la de un monasterio.

El estilo de vida del obispo, siempre en torno a la meditación, atrajo a un cierto número de detractores, que consideraban que carecía de energía y decisión. Pero en general el portavoz del consejo de sacerdotes de la diócesis expresó el sentimiento de todos con estas palabras: 'La vida según la sabia Regla de san Benito es para nosotros un ejemplo y un estímulo, especialmente en su espiritualidad y estilo de guía.'

En lo que sigue me gustaría retomar esta apreciación aun cuestionándola suavemente: ¿debería un funcionario benedictino de los siglos XX y XXI seguir efectivamente las indicaciones de san Benito o entrar en el campo abierto de una reinterpretación creativa y personal?

El obispo Viktor describe así su concepción del ministerio:

'Es una de las tareas más importantes de un abad preservar, promover y recrear incesantemente la unidad de la comunidad contra toda oposición. Esto no es menos cierto para un obispo diocesano en una Iglesia que sufre cada vez más la polarización. Diferentes grupos rápidamente llegan a acusarse unos a otros de no ser más 'católicos' o de constituir una 'secta'. La tarea del obispo es refrenar los excesos de ambos lados y para el resto mantener unidos a los grupos que se desvían y llevarlos a la mediación´.

De esta declaración se pueden sacar dos conclusiones. En primer lugar, para describir la tarea del liderazgo de la Iglesia, Mons. Viktor recurre a la imagen benedictina del abad del capítulo 2 de la Regla, según la cual el superior de una comunidad debe estar al 'servicio de temperamentos muy diversos' (2, 31). Por otra parte, valora la sabia consideración de la diversidad humana por un deseo fundamental de unidad y mediación, ya sea en las comunidades monásticas o en la Iglesia local y universal. Aunque esto corresponda enteramente a la actitud benedictina, tal servicio de la verdad nunca se expresa explícitamente en la Regla.

Otro marcado rasgo del obispo Viktor Josef que a menudo se elogia es su capacidad de trabajo en equipo. Los involucrados destacan su capacidad de escucha, su paciencia y el tiempo que dedicaba a los demás. Así podían explicar su punto de vista y experimentar su valoración, incluso en casos de persistente divergencia. Es bien sabido que la Regla comienza con una invitación a la escucha. Recomienda a los monjes escuchar las palabras del Maestro, es decir, las palabras de Cristo, y estar abiertos a ellas. Sobre este principio básico se invita al abad a escuchar los consejos de los hermanos (RB 3.1). Más adelante se establece que él mismo debe decidir cuál es el camino correcto. Por tanto, hay que reconocer que la Regla de Benito tiene ciertos rasgos de decisión democrática, aunque su modelo de autoridad sigue siendo esencialmente el de una monarquía. Las restricciones actuales sobre el poder abacial por parte del Capítulo y el Consejo son desarrollos posteriores. Las imágenes de la búsqueda de la verdad por medio del diálogo que nos parecen tan obvias no corresponden a los reflejos del monacato primitivo.

Damertz1Estas breves reflexiones no pretenden negar el innegable sello benedictino del estilo de vida y de la dirección del obispo Viktor Josef, que él mismo subrayó. Pero sí invitan a una aplicación reflexiva de la fórmula tantas veces estereotipada de 'espiritualidad benedictina'. La Regla ofrece posibilidades de interpretación casi ilimitadas. Los círculos tradicionalistas e integristas se refieren a ellos tanto como cristianos liberales y abiertos al diálogo. En el caso del obispo Viktor Josef se trataba de una aplicación muy personal del carisma benedictino que resultó de su propio carácter, experiencia y de su vida y sabiduría. Quizás esté más relacionado con Viktor Dammertz que con San Benito. Tal vez más de acuerdo con la tradición benedictina. Al obispo Viktor le gustaba caracterizar esta tradición con la expresión 'diversidad en la unidad'. Ambos son importantes, tanto la diversidad como la unidad, pero como subraya Viktor Dammertz al poner la diversidad en primer lugar: la diversidad tiene una pequeña prioridad.