Madre Nirmala Narikunnel, osb
Abadesa de Shanti Nilayam (India)
El cielo y la tierra proclaman
la gloria de Dios (Sal 18A)
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Podríamos comparar al salmista con un pastor cuidando su rebaño y admirando la creación de Dios. Sin el conocimiento científico ni tecnológico que estaban por venir, podía maravillarse ante la creación y cantar este hermoso salmo.
Por su Palabra poderosa, Dios creó y organizó todo el universo, y sus planes son irreversibles. En el salmo se manifiestan la gloria, la magnificencia, el esplendor de Dios. Dios es el creador de los cielos y del sol que ilumina el mundo. Los cuerpos celestes y la sucesión regular del día y la noche manifiestan la gloria de Dios y transmiten su mensaje, llamándonos en silencio a alabar a Dios. Para nuestro bien, Dios ha dispuesto maravillosamente el universo y todo lo que hay en él. El cielo y la tierra manifiestan su gloria. Proclaman en elocuente silencio las perfecciones de Dios por el mundo creado. El salmista medita sobre el silencio perfecto de la naturaleza. Es solo en el silencio que podemos disfrutar de las maravillas de la naturaleza. Como el profeta Elías, encontraremos al Creador en una brisa ligera. La creación nos habla de la gloria de Dios sin palabras ni voz. Sigue perfectamente la ley de la naturaleza. El sol no dejará de salir o de ponerse porque Dios Creador ha puesto orden en la creación, y sigue perfectamente el orden que no cambiará, a menos que Él quiera.
San Benito dedica un capítulo entero de la Santa Regla al silencio. Solo en el silencio podemos encontrar a Dios y a nuestros semejantes. Cuanto más penetra el espíritu del Hombre en el mundo que lo rodea, más nos asombra este testimonio por su grandeza y su gloria. Dios maravilloso de un mundo maravilloso que merece gran honor y gloria. La gloria de Dios representa su manifestación y comunicación, suscitando una respuesta de alabanza. En numerosos salmos, el salmista invitará a toda la creación a celebrar la grandeza del Creador, el Salmo 148 es ejemplo de esto.
La noche es la ausencia de la luz del sol. Noche y día cantan la gloria de Dios. El día proclama el esplendor de Dios, y la noche su carácter oculto y su misterio. Ni el día ni la noche pueden hablar como los seres humanos, a pesar de ello, transmiten su mensaje como “sacramentos” del poder y de la majestad de Dios. Su elocuencia es silenciosa. La alabanza que se rinde a Dios día y noche cubre toda la tierra; se entiende universalmente. Es poéticamente concebido como ocultándose en una tienda en el cielo del oriente antes de que aparezca al amanecer, y se lo compara con un esposo vestido con espléndidos vestidos por a la fuerza de su calor y de su luz, con un héroe militar.
El salmista quedó muy impresionado por el cielo, la secuencia ininterrumpida de días y noches, por el amanecer y el atardecer. Compuso un poema y lo cantó en presencia de los fieles. El mundo de la creación es un reflejo de Dios en un espejo, y todos los que tienen fe como el salmista, podrán ver el reflejo de Dios en el mundo natural. La extraordinaria grandeza y el poder de Dios resplandecen en el santuario celestial, la inmensidad de los cielos y en toda la tierra.
"Orgullo de las alturas es el firmamento límpido, espectáculo celeste en una visión espléndida. El sol cuando despunta proclama: “¡Qué admirable es la obra del Altísimo!”. Al mediodía reseca la tierra, ¿quién puede resistir su calor? Para los trabajos de forja se atiza el horno: pero tres veces más el sol que abrasa las montañas; despide vapores ardientes, ciega los ojos con el resplandor de sus rayos. Grande es el Señor que lo ha credo, y cuya palabra dirige su rápida carrera" (Eclesiástico 43).
“Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas. Especialmente el hermano Sol, que es el día y por quien nos alumbras; es hermoso y radiante con gran esplendor, y se parece a ti, Altísimo” (San Francisco de Asís).
Dios creó el cielo y la tierra, y la corona de la creación es el Hombre. El Hombre es un poco menos que Dios (Sal 8). El salmista, un hombre común con una vívida imaginación y un profundo sentido del asombro, proclama la majestad y el poder del Creador. Pero el Hombre ha estropeado la belleza de la creación por el pecado. Cristo, como la luz del sol, vino a disipar las tinieblas de este mundo. El Creador del vasto y maravilloso universo es tan grande y poderoso, pero se preocupa por los seres humanos.
Cuando el Hombre abusa o trata mal a la creación, la naturaleza reacciona. Recientemente nuestro monasterio y los alrededores se inundaron, y el motivo fue que algunas personas arrojaron desechos al desagüe, que se bloqueó con la lluvia incesante, dañando la mayor parte de nuestra granja y la mayoría de nuestros cultivos por la contaminación del agua potable. Sufrimos grandes pérdidas. No pudimos hacer nada hasta que el agua lentamente retrocedió, y eso tomó más de una semana. Cuando la naturaleza reacciona, no podemos hacer otra cosa que confiar en el Dios trascendente presente en la creación.
Mientras rezamos este salmo, nos sorprendemos de la maravilla de la creación: ¡con qué sabiduría y con qué amor Dios ha planeado y organizado todo! Damos gracias a Dios, el soberano del universo, todo sabio y todopoderoso, por crear todo tan bueno y hermoso. Toda alabanza y toda gloria a Dios por su infinita sabiduría, poder, belleza, creatividad y amor. Alabamos a Dios en nombre de toda la creación. Alabar y glorificar al Creador y Sustentador del universo es el objetivo final de todas las criaturas y seres humanos. Señor Dios, te alabamos en nombre de toda la creación. La belleza y bondad de todo lo que has creado, y el sistema y orden perfecto en la naturaleza manifiestan tu sabiduría y amor. Todo lo que has hecho es maravilloso. Acepta las alabanzas y la adoración que te ofrecemos, y haz que todos los seres humanos puedan reconocer la bondad y la sabiduría que están activas en la creación, y alabarte de todo corazón.