Las monjas benedictinas de Citerna
Perugia (Italia)
Madre Maria Ildegarde Sutto, OSB
Retrato
La Madre Ildegarde Sutto (1920-2010) es una de las figures descollantes del monacato italiano del siglo XX. Este somero retrato no hace justicia a su larga vida, a su fuerte personalidad y sus múltiples focos de interés.1
Brunetta Sutto obtuvo su Licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad de Florencia en 1942. El 8 de diciembre de 1944 ingresó al monasterio de Santa Catalina en Perugia, donde vivió los primeros años de su vida monástica, haciendo su profesión temporal el 21 de noviembre de 1946 y sus votos solemnes tres años más tarde. Fue nombrada asistente de maestra de novicias y luego maestra de novicias, cargo que ejerció hasta su elección como abadesa el 26 de abril de 1963. Durante esta primera etapa de su vida monástica, ella procuró adquirir una formación teológica y espiritual adaptada a su situación, apoyada por su abadesa y por Dom Isidoro Tell que llegó a ser abad de Praglia. Él la inició en el conocimiento de la Biblia, en la teología y la tradición monástica. Este periodo de estudio en conjunto con la lectura de ciertos periódicos como Vie spirituelle e Informations Catholiques fueron la preparación para su futuro ministerio abacial.
Llegó a Citerna el 3 de junio de 1963 y recibió la bendición abacial el día 6. Durante el ministerio que ejerció durante casi cuarenta años, ayudó a que la comunidad asimilara la renovación que el Concilio Vaticano II demandó de toda la iglesia y las Órdenes religiosas. Su director espiritual durante este periodo fue Fray Bartolomeo Sorge SJ, quien además fue un apoyo y un amigo en su camino. Abrió una verdadera cantera donde la comunidad pudiera revisar sus valores y las estructuras de la vida monástica a la luz de la Iglesia, de la antigua literatura monástica y los textos del Concilio.
El Opus Dei, la vida comunitaria, la lectio, el estudio, la hospitalidad, el claustro y el hábito fueron objeto de su estudio, reflexión y revisión con valentía y moderación. De la fiesta de la Transfiguración ella derivó la imagen de la tienda de campaña, un verdadero ícono del monacato, para señalar la primacía de la dimensión contemplativa en la vida monástica, presente en el Prólogo de la Regla de San Benito. Esta reflexión y la evolución post conciliar de la vida religiosa tan en crisis de identidad, dio origen al nacimiento de un proyecto de vida urbana religiosa en la diócesis de Palermo, a la cual una hermana se asoció con la comunidad.
En forma paralela a esta actividad interna de la comunidad, se añadió otra no menos importante o fructífera enfocada a mejorar la educación cultural y espiritual de las monjas, de manera que ellas no fueran consideradas ni tratadas como menores de edad en la Iglesia. La madre Ildegarde echó a andar con otras abadesas, un Estudium Theologicum para hermanas benedictinas italianas y una reunión anual para la formación y re-formación de las abadesas italianas que sigue juntándose hasta el día de hoy.
En 1956 se formaron seis federaciones en Italia para establecer la ayuda mutua entre monasterios, de la que la Madre Ildegarde fue presidenta por dieciocho años. No puede olvidarse su aporte al trabajo de la Comisión Internacional de Mujeres Benedictinas en sus inicios, que en años recientes ha llegado a ser la Communio Internationallis Benedictinarum que reúne en amistad a todas las comunidades femeninas asociadas con la Confederación Benedictina. La Madre Sutto contribuyó a extender la acogida monástica no sólo a la Oración Litúrgica sino a compartir el carisma monástico con la iglesia local (laicos, sacerdotes y religiosas), al punto de organizar por muchos años reuniones semanales de catequesis bíblicas y litúrgicas, las que tuvieron buena acogida del público. Lo anterior se expandió rápidamente más allá de la diócesis para tratar una variedad de temas
El tercer período de su vida monástica no fue menos activo. Una vez liberada de sus responsabilidades abaciales continuó aconsejando a mucha gente que venía al monasterio en busca de acompañamiento espiritual. También le debemos sus investigaciones históricas sobre la comunidad que están guardadas en el archivo del monasterio.
La Madre Ildegarde Sutto amó la vida en todos sus aspectos. Disfrutó la belleza de las creaturas, la música, los cánticos, el arte y la lectura que le aportaron riqueza espiritual y cultural. Solíamos verla pasar con su paso rápido con un libro recientemente publicado bajo el brazo. Esta es la imagen de ella que atesoramos.
1 Cf. M. C. De Magistris, Madre Ildegarde Sutto. Protagonista de la renovación monástica, Àncoraeditrice, 2013.