Marie-Laure Durand
Teóloga
RELIGIOSOS Y RELIGIOSAS,
MISIONEROS DE ESPERANZA
Intervención en la Reunión Anual de Religiosos Jóvenes de Francia, Hermanos y Hermanas, realizado el 29 de enero de 2012, en Passy-Buzenval.
No voy a dar un curso de teología. Quiero responder a algunas preguntas que me fueron planteadas sobre el tema “Religiosos, misioneros de esperanza”, que se estudió en el encuentro.
La esperanza cuando nuestra humanidad está complicada
Antes de entrar en el tema, quisiera hacer un desvío por la Biblia. El título que me propusieron fue: “Religiosos y Religiosas misioneros de esperanza” con respecto a la vida religiosa. Sin embargo, cuando hablamos de esperanza, normalmente es cuando estamos pasando por un momento difícil. ¡Raramente se habla de esperanza cuando todo va bien! Así, la esperanza generalmente está ligada a un tiempo de crisis y, por lo tanto, de elección. Al mismo tiempo, hablar de esperanza sugiere que la situación no es irremediable. En estos días la situación es sombría, pero también algo está naciendo en la noche. En la esperanza “algo está siendo preparado”. Noten la doble implicación de esta expresión. “Algo está siendo preparado” sugiere que algo necesita ser hecho. También sugiere que algo viene en el camino a pesar de nosotros mismos. Busqué en la Biblia algún pasaje que pudiese ilustrar esto con fuerza. Escogí hablarles de José de Arimatea.
“42 Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado, 43 vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. 44 Se extrañó Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. 45 Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, 46 quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro” (Mc. 15, 42-46).
En este pasaje José está solo, con seguridad profundamente desesperado. El Mesías en el que él creía acababa de morir en una cruz. En el momento exacto en que José evita la Teología y la Filosofía. No importa lo que está pensando o por lo que está pasando en este momento; ese no es el problema; debe ocuparse del cuerpo y esta realidad inevitable. José se responsabiliza de actuar más allá de sus sentimientos de desilusión, de bloqueo. Toma el cuerpo y lo deja en la tumba porque es la única cosa que puede hacer en este momento y le presenta sus respetos al cuerpo de quien había amado.
Este comportamiento expresa un acto de esperanza, ciertamente oscuro para el mismo José. El sicoanálisis ha demostrado que no somos transparentes con nosotros mismos. La esperanza en contra de toda esperanza humana comienza con este gesto. Y es porque José pone el cuerpo en la tumba que es posible afirmar la Resurrección en la mañana del domingo. El cuerpo ha desaparecido porque en la noche más negra, José se ha hecho cargo. Volveremos a esto. La esperanza nunca es tan problemática como cuando la situación es difícil y parece encontrarse en un callejón sin salida. El Nuevo Testamento nos enseña que la esperanza está actuando, que “algo se está preparando”.
¿De qué modo la vida religiosa es una misión de esperanza? ¿Se puede ser testigo de la esperanza en el mundo de hoy? A la luz de lo que he escuchado este fin de semana, me gustaría acentuar algunos puntos.
El encuentro entre la Religiosidad y la Modernidad
Aceptación de la Modernidad
Esta evidencia ha permeado el fin de semana. Muchas de sus propuestas consisten en tomar en serio la modernidad, su complejidad, su novedad, su carácter desestabilizante. Esta aceptación es un punto de partida con el que trabajar. La esperanza no es escapar de la realidad para refugiarse en ideas o sentimientos. La realidad no puede ser evitada, pero la pregunta es la diferencia entre aceptación y aprobación. Aprobar algo es equivalente a decir ¡de acuerdo! La aceptación es decir “esto es así, podría ser diferente, pero no lo es”, José de Arimatea podría haber tomado el camino de la desesperación o la rabia, pero no lo hace.
Sus propuestas muestran una tensión, un desafío humano: ¿cómo debe uno reaccionar al mundo, a la gente que está en una situación o elección de vida que no han escogido, de la cual no están necesariamente de acuerdo, que tal vez no comprenden? Ésta es una pregunta real y sus respuestas diferirán de acuerdo con sus carismas y personalidades.
Cambios Antropológicos
¿Cómo se toma una postura en una situación de cambios antropológicos? ¿Cómo deben ser leídos? De hecho, la antropología de hoy está cambiando y creando confusión con nuestras concepciones y relaciones.
Tenemos una actitud diferente frente a muchas cosas:
• Una relación diferente con nuestros cuerpos: nutridos, vitaminados, calentados, sin dolor, más grandes, nuestro cuerpo es diferente. Nos comunicamos con el mundo a través de nuestros cuerpos; si el cuerpo cambia, nuestro acceso a la realidad cambia.
• Una relación con la naturaleza diferente: el 50% de la humanidad vive en ciudades. Hay consecuencias de este alejamiento de la naturaleza que nos enseña paciencia y humildad.
• Una diferencia en la relación con la tecnología, mucha información a mano y el mundo virtual.
• Relaciones sociales diferentes, especialmente en el rompimiento de las familias.
Estamos todos sobrepasados por esta nueva antropología: ¿cómo darle sentido? Si resumo un poco a la rápida todos estos cambios, estamos cada vez más en una sociedad sin lazos de sangre y en un mundo sin lazos territoriales. Esto los puede impresionar, pero ¿qué expresa mejor una sociedad sin lazos sanguíneos y sin lazos territoriales que la vida religiosa? El argumento clásico para darle sentido a los votos religiosos era la solidaridad: con el pobre, el solo, el cautivo. En este tiempo debemos ir más allá con este argumento y modernizarlo. Ustedes son una familia que ha pasado por un quiebre. Acepten ser guías para las familias que han tenido un quiebre y viven sin lazos filiales, ser guías para familias homoparentales, ¡Éste es un tremendo acto de despojo, hacerse significativos para personas totalmente inesperadas!
Tienen que explicarnos cómo y tal vez a qué precio, es posible vivir sin lazos filiales. ¿Cómo puedes convertirte en un hermano sin elegirlo? ¿Cómo puedes explicarle esto a una familia reconstruida? ¿Cómo puede tener un sentido permanente esta nueva familia? ¿Cómo puedes decirle hermana a alguien que podría ser tu madre? También deben explicarnos la disposición para vivir una vida sin una condición estable. ¿Qué precio tiene la movilidad? ¿Cómo puedes pertenecer a un lugar en el que no naciste? ¿Qué hace que uno sienta que pertenece a un lugar? ¿Qué hace que uno pertenezca a un grupo? También sería interesante mirar la vida religiosa para descubrir lo que es la fidelidad.
Esto trae un desafío real. ¿Cómo puede la relación en la que viven explicar los nuevos lazos de la familia? Esto trae algo de lo cual no hablan mucho, la vida en comunidad. Este silencio hace que me pregunte como en la arqueología: las ausencias hablan tan fuerte como los hallazgos.
• Si funciona, el éxito debe ser compartido.
• Si no funciona, deben descubrir por qué. La sociedad necesita de su iluminación en este tema porque trabajan en las relaciones. Deben decirnos en qué circunstancias funciona cuando ponen a hombres y mujeres juntos. ¿Cómo debe comportarse uno cuando tiene algo que decirle a alguien y quiere evitar ser hipócrita o dañino? En lenguaje antiguo, un hermano diría “Los conventos están atravesados por el individualismo” ¿Cómo manejan la interculturalidad? ¿Cómo lo hacen con el interculturalidad? ¿con la mezcla de generaciones?
La sociedad se está preguntando todas estas cosas y ustedes son los vanguardistas, a la cabeza del rebaño, como los primeros exploradores de la Tierra Prometida. ¡Es lo mejor del grano lo que interesa! Es donde molesta que esperamos una respuesta de ustedes. Si les molesta a ustedes, también lo hace a nosotros, en nuestros colegios, nuestras familias, nuestras empresas, nuestra vida en común. Es precisamente aquí donde pueden ser testigos para los hombres y mujeres de hoy. Ustedes pueden hacerlo porque tienen la capacidad de analizar lo que están viviendo, y tienen las palabras para ello.
Me gustaría añadir un tercer estado a los de una vida sin lazos de sangre y sin lazos territoriales. Me gustaría añadir sin prejuicios. Nuestra Iglesia necesita personas firmemente arraigadas en Cristo, pero sin prejuicios. Para muchos, la vida religiosa es portadora de esta esperanza. Por ejemplo, el decir “voy a rezar por ti” sin añadir “siempre y cuando cambies” o “para que cambies”; es acompañar en algo que es un don gratuito. ¡Solo comencemos a darle a la gente su libertad, reconociéndolos como adultos! El mundo difícil y perjudicial está sediento de algo diferente: ustedes pueden tocar corazones. La sociedad no quiere una Iglesia que suma exclusión a exclusión, familiar y social o que añade sufrimiento a sufrimiento a través de juicios personales. Sólo Dios conoce los secretos de los corazones y parte de la credibilidad de la Iglesia descansa en esto.
Frecuencia evangélica
Otro punto que ha sido acentuado durante este fin de semana y que es un testigo de la esperanza entra en el juego: ustedes son portadores de una antropología arraigada en el Evangelio. Ustedes enfatizan que la sociedad moderna es apasionada, pero que está generando una celeridad, una movilidad que genera estrés y que al final, tiende a destruir a las personas.
También enfatizaron que a través de su elección de vida son portadores de una fuerza- sean apostólicos o contemplativos- que está trabajando en el silencio, la oración y el retiro. Alguien podría decir “Es vital estar injertados en Cristo”, otro diría “Tenemos un horario que nos sujeta irrevocablemente, la Liturgia de la Horas”. Con esto ustedes dan testimonio de que la vida se puede vivir a diferentes ritmos. Al enraizarse en el Evangelio, hacen que su vida siga una frecuencia que no está disponible en la sociedad moderna. En una sociedad en la que siempre es un tema ser más fuerte, más hermoso, más veloz; en una antropología que cambia con rapidez y que nos aleja de lo que la naturaleza puede enseñarnos (especialmente paciencia y humildad) ustedes son los garantes de esta frecuencia. En esto ustedes poseen lo que muchos están comenzando a buscar en nuestra sociedad: saben cómo encontrarse consigo mismos a través de la vida interior. Tienen un preciado savoir-faire espiritual: saben cómo desprenderse, trabajar en su ego, en sus deseos, en la noche oscura del alma. Todo este conocimiento en la vida interior que somos nosotros mismos, es una fuente de la que mucha gente está sedienta.
Al mismo tiempo, hay espacio para la desazón ¿Cómo se puede compartir esta frecuencia con los otros sin caer uno mismo en el otro lado? Alguien dijo una vez “La fragilidad del otro me muestra mi propia fragilidad”. Ciertamente que este diálogo con la modernidad es un riesgo porque han aceptado ser testigos de Cristo en sus vidas, sus cuerpos, sus relaciones. ¡Todo lo humano es frágil! Estamos, como Japón, construidos sobre una falla. Tenemos que inventar casas a prueba de terremotos, personalidades a prueba de terremotos, capaces de moverse un metro o dos sin colapsar. Esto crea un área de construcción interesante: ¿Cuáles son las normas para una vida religiosa a prueba de terremotos? Esta pregunta nos pone en una situación concreta. En un foro de internet alguien preguntó: ¿cuánto tiempo antes de Vísperas tengo que desconectarme de Twitter para estar en el estado mental correcto? Es una excelente pregunta que muchos padres preguntarían para la comida de la noche. Nuevamente las respuestas y los límites que ustedes ponen interesarían a todos, porque ustedes usan este cambio antropológico sobre un ropaje espiritual del buen juicio.
Revisando el cambio
Suficiente de cambios en la sociedad. Quisiera preocuparme ahora por los cambios en la vida religiosa puesto que estoy asombrada por el relativo silencio en esta materia. Ustedes saben mejor que yo los cambios que se centran en la caída del número de religiosos. Esto ha traído cambios profundos: inter-noviciados, inter-congregación, fusión de comunidades que comparten el mismo carisma, creación de nuevas comunidades. En un mundo que depende cada vez más en marcas de identidad, ustedes aceptaron renunciar a ellas para poder vivir mejor.
La gran pregunta para nuestra sociedad es cómo mantener la esperanza frente al cambio y la desestabilización. Pero ustedes, en el más profundo silencio, están en el camino de cambiar colectivamente frente al mundo. Tienen la oportunidad de estar a la cabeza. La misión de la esperanza consiste en explicarnos cómo esto se hace posible sin perder la serenidad.
Ustedes tienen una segunda ventaja en este cambio: no son una institución. Están hechos por elementos individuales y colectivos sin transformarse en una institución, aunque son parte de una institución, la Iglesia. Hoy todas las instituciones están en un estado de colapso (políticas, universitarias, sindicatos, la Liga de Fútbol de Francia); la gente ha perdido la confianza debido a un exceso de rigidez, de autoprotección, de inhabilidad para ser creativos. Las instituciones se protegen a sí mismas en vez de servir al propósito para el cual fueron creadas. Por otro lado, la vida religiosa puede ser creativa donde la institución eclesial, una institución, no puede. Esto significa que ustedes son objetivamente la parte de la Iglesia que más se mueve. ¡Gracias!
Cerrando establecimientos para reestructurarlos y repensando la vida religiosa, contradicen la idea de un futuro perdido. Esperar es dejar el pasado de lado. José, bajando el cuerpo de Cristo, sabe que nada volverá a ser lo mismo. El objeto de la esperanza nunca puede ser uno que ya conozcamos. Esto no es esperanza, es expectación. Por lo tanto, la esperanza presupone ponerse al lado. Algo ha sido preparado: Dios está en proceso de tratar de avanzar, para construir algo desde lo que dejamos, de lo que le entregamos. El poder de Dios excede nuestra comprensión.
¿Deberíamos buscar ser testigos?
Actualmente hay un gran debate de cómo ser cristiano: hemos sido la sal de la tierra: debemos ser la luz del mundo. Me parece que lo que está en juego no es elegir entre sal y luz; lo que está en juego es ser lo que se debe ser.
Miren el pasaje en Génesis 20. Abraham presenta a Abimelek a Sara como su hermana. Abimelek es advertido en sueños del engaño de Abraham y le reprocha diciéndole “Te has comportado mal frente a mí”. Abraham le responde que Sara es su esposa y también su hermana, pero que no lo hará de nuevo. En el capítulo siguiente Sara finalmente queda embarazada. Abraham y Sara tienen un hijo porque son lo deben ser. Ser lo que debemos ser en las relaciones humanas permite la creación de una familia. En la carta a los romanos Pablo nos dice que la esperanza es un tiempo para tener hijos. Uno no se convierte en testigo simplemente por el hecho de querer serlo; lo importante es ser lo que se debe ser, y en el lugar correcto en el que uno entrega testimonio. Si uno está en la frecuencia correcta, todo funciona bien. Entonces la pregunta es: ¿Estoy en el lugar correcto? ¿El lugar en el que estoy es realmente el que me corresponde? Y también ¿Puedo estar en el lugar correcto sin meterme entre medio o no siendo indiferente? En uno de los foros una hermana dijo “¿Cómo podemos hacer que las hermanas francesas comprendan que tenemos riquezas propias? ¿Estoy dejando espacio para otros?
¿Qué es la Esperanza?
¿Debemos ser misioneros de nuestra propia esperanza o de la esperanza de la Iglesia? Lo segundo: ¡pero esto no es todo! Aquí también debe haber una inversión. Para ser un misionero de la esperanza, uno debe ser testigo de la esperanza de los otros, esto es, ser capaz de inspirar esperanza en otros. No se trata de pasar tu esperanza como si fuese un objeto ajeno, sino de ayudar a los otros a encontrar su propia esperanza. Al estar contigo, algo de su propia esperanza puede renacer, cosas que han abandonado porque la vida los ha maltratado. El centro no es tu propia esperanza; el título “misionero de la esperanza” indica algo bastante diferente. Es un asunto de la esperanza de otro, y esto presupone al menos dos cosas:
• Que ustedes deben estar firmemente cimentados en la esperanza. Si ustedes esperan, esto será obvio, no se preocupen.
• Que no hay un testigo de la esperanza sin una relación. Cada encuentro con Dios está mediado por un encuentro con el mundo.
Lo que ustedes son puede ser despertado, que levante (como resucitar de entre los muertos) algo que viva, algo divino en la gente con que se encuentran. Para ser testigo de la esperanza para otros deben tener un amplio espacio en su interior para que los otros puedan esperar a través suyo. La esperanza requiere paciencia. Muchos de nuestros errores, nuestros quiebres de relaciones vienen de la impaciencia, de querer ir demasiado rápido. ¡No pueden hacer que una planta crezca tironeándola hacia arriba! La vida se está acelerando, pero debemos aceptar que no todo está yendo más deprisa.
En un mundo que se acelera y se pone más complicado, en un mundo en busca de autenticidad, la vida religiosa puede ser garantía lo esencial. ¡Gracias!