Dom Mauro-Giuseppe Lepori
Abad General OCist

¿SOMOS FIELES A NUESTRA VOCACIÓN?

 

MGLeporiEste año, recuerdo con una gratitud particular las visitas a Vietnam, Brasil y Etiopía, como también a los Estados Unidos y Europa. En el Capítulo General de 2015, tuvimos una semana de cursos para superiores, en Roma, con cincuenta participantes, entre otros, todos los superiores de Africa, Vietnam y casi todos los brasileros. Fue un momento de fraternidad y de compartir impresionante, favorecido por el hecho de comenzar cada día nuestro trabajo con un buen momento de una puesta en común bíblico en grupos.

Una pregunta me preocupa cada vez más, ¿somos fieles a nuestra vocación? Elegimos este tema para el Capítulo de la Congregación Brasileña, y decidimos profundizar en la pregunta también en el Sínodo de la Orden en julio de 2017, asegurándonos de que todas las comunidades trabajaran sobre este asunto. Es también una preocupación que me acompaña en las visitas a comunidades por todo el mundo. Tengo la impresión de que prácticamente en todas partes nos engranamos en actividades para lograr proyectos, incluso muy buenos y generalmente costosos, pero no nos preocupamos en ser fieles a nuestra vocación. ¿Estamos cómodos con esta importante pregunta? ¿Estamos cómodos con nuestra vocación fundamental y con lo que significa ser fiel? Esta inquietud puede ser algo positivo, el hecho de que nos lleve juntos a investigar el tema lleva consigo signos de esperanza.

Por ejemplo, cuando nos damos el tiempo y las oportunidades de formación que nos ayudan a profundizar nuestra vocación y mejorar nuestra comprensión de las exigencias que ésta ejerce sobre nosotros, aumentan nuestros momentos de amistad en los que compartimos la búsqueda de tal fidelidad, el deseo de profundizar y purificarla. A menudo grupos de superiores que comparten un lenguaje común se unen espontáneamente, y estos grupos se reúnen periódicamente para trabajar juntos la amistad cisterciense.

Es también una señal de esperanza cuando buscamos ocasiones para compartir experiencias en lugar de estudiar. Es raro que el mero estudio ayude a profundizar nuestra vocación monástica. El estudio es más bien una distracción, o incluso un vuelo (a veces sin ningún retorno), a no ser que se ofrezca dentro de un marco que también forme los elementos esenciales de nuestra vocación. Esto es lo que el curso anual de un mes de formación monástica en Roma (con estudiantes cistercienses, benedictinos, trapenses, bernardinos y camaldulenses), en el Colegio San Bernardo en la Casa General de nuestra orden busca ofrecer. Pero es una tarea difícil.

Un semillero para esto será el curso para superiores y formadores que hemos planeado para febrero de 2017 en Vietnam, para unos 80 monjes y monjas, cistercienses, benedictinos y bernardinos. Ha de ser una ocasión para que asiáticos y europeos participen en profundizar la fidelidad a nuestra vocación, centrados en el tema del acompañamiento. Otro sutil signo de esperanza es cuando las variadas debilidades de la comunidad son vividas como oportunidades para poder concentrarnos en nuestra vocación fundamental, que es siempre posible hasta el final. “Sé fiel hasta la muerte” (Ap 2.10).

Tal vez la profecía más fragante de Pascua que podría ser dada a la Iglesia y al mundo de hoy es la de tomar el riesgo, loco pero resplandeciente de amor, de ayuda incondicional a comunidades frágiles.