Prior Peter Eghwrudjakpor OSB,

Ewu-Ishan, Nigeria

El estado de las fundaciones monásticas hoy

 

PPeterEl concepto tradicional de una fundación es aquel que sigue el movimiento misionero clásico del hemisferio norte hacia el sur, desde Europa a África, Asia y América Latina. Hoy, el movimiento es más sur-sur, y en algunos casos sur-norte, debido a que hoy el mayor número está en el sur.

 

El movimiento sur – norte

Los números muestran que en algunos casos monjes y monjas se están trasladando del sur al norte, especialmente hacia Europa, ya sea para unirse a los monasterios o para simplemente proveer apoyo y ayuda a comunidades que han envejecido, o alternativamente para ser formados y ayudados por los monasterios europeos. A veces la intención es tomar posesión (ocupación) de estos monasterios o incluso iniciar una nueva fundación con personas traídas desde el sur: africanos, asiáticos y sudamericanos. Hay varios monasterios de este tipo en Italia, rebosantes de africanos, asiáticos (especialmente filipinos e indios) y latinoamericanos. Esto se ha replicado por toda Europa.

 

ZambieStLucieEl movimiento sur – sur

Cuando los números son suficientes las fundaciones a menudo se hacen en el sur desde el sur. Esto es una expansión natural, cuando las comunidades se fundan dentro de las propias fronteras del país. Sin embrago, en algunos casos, las fundaciones se hacen fuera de las fronteras e incluso en otro continente. Por ejemplo, hay un nuevo monasterio de monjas benedictinas fundado recientemente en Zambia desde Santa Lucía en el Caribe y otro en Angola fundado desde Nigeria. Se trata de fundaciones muy recientes.

 

Estilos de fundaciones

La naturaleza de la fundación de monasterios difiere una de otra. Habitualmente decimos que es la comunidad la que hace la fundación. Sin embargo, hay casos de individuos que simplemente salen a hacer una nueva fundación, algunos con el beneplácito de sus comunidades, otros no. Hay algunos que solicitan permiso para ausentarse o un indulto de exclaustro para iniciar una nueva comunidad, también hay casos de ex monjes o monjas que se reúnen para formar una nueva comunidad monástica.

 

Motivaciones

“Que en todo sea Dios glorificado”. Desafortunadamente, sin embargo, la glorificación de Dios no es a veces una razón clara para fundar un nuevo monasterio. Hay algunas comunidades que desesperadamente requieren realizar una nueva fundación para reducir el número de monjes concentrados en un solo lugar. Esto hace sentido en la medida que la comunidad se hace demasiado grande, muy apretada y sobrepoblada. Hay comunidades que se ven forzadas a nuevas fundaciones por un líder excesivamente celoso o ambicioso, o una parte potente del grupo que ve esta nueva aventura como una nueva joya para su propia corona. Hay también monjes o monjas cuya única ambición es tener un monasterio fundado en su diócesis, ciudad o pueblo natal, y por ello lo hacen.

Hay algunos ex monjes que, habiendo sido dispensados de sus votos monásticos por cualquier razón que ello sea, no se adaptan a vivir fuera de un monasterio. Ello es muy común en Nigeria entre ex monjas puesto que allí tiene sus raíces culturales. La asociación Nigeriana de Monasterios Benedictinos y Cistercienses escribió a la Conferencia de Obispos Católicos Nigerianos, para hacer ver esto a los obispos y solicitarles hacerse cargo del florecimiento espontáneo de monasterios que crecían como callampas en muchas de las diócesis. La mayoría de estas fundaciones espontáneas eran iniciadas por ex monjas y unas pocas por ex monjes de ambas tradiciones. Algunos obispos no le dan importancia a la forma en que las fundaciones se producen. Lo que parece importante es que el monasterio se establezca en la diócesis, ya que es visto como algo que da prestigio. Una nueva fundación, también obtendrá rápida aprobación si no implica demandas económicas para el obispo o la diócesis. De esta manera se convierten en premios gratuitos para la diócesis.

 

El cuadro general

DSC00850Las comunidades europeas están envejeciendo y declinando en número en forma rápida. En los países del mundo en desarrollo hay muchas fundaciones que funcionan muy bien y que asumen el reto de arraigarse en una auténtica cultura monástica, y podrían ser descritos como actores de un sano progreso. Pero en otros lugares se encuentran las comunidades igualmente repletas de vocaciones jóvenes, pero cuyo estado de cosas es bastante precaria a causa de su fragilidad e inestabilidad. A menudo, los números son grandes, pero las comunidades son muy pobres, de modo que la supervivencia se convierte en la primera y principal prioridad. En consecuencia, todo lo demás es secundario, y esto compensa lo que debería ser el sano equilibrio entre el tiempo asignado para el trabajo, la oración, los estudios y otras actividades de la comunidad, necesarios en un monasterio que florece. A menudo, en estas comunidades también se dedica mucho tiempo al trabajo manual y a deambular por las calles en busca de benefactores y benefactoras.

Algunas de las peculiaridades asociadas a estas fundaciones son:

1. A veces demasiada gente para muy poco espacio habitable, lo que significa que las pequeñas habitaciones disponibles son compartidas por dos o más internos.

2. Por lo general, es difícil llenar los puestos de responsabilidad en estas comunidades.

3. Falta de personas competentes para asumir posiciones de liderazgo. Esto a veces conduce a que la autoridad y el poder se colocan en manos de personas incompetentes que administran imprudentemente y se convierten en herramientas o instrumentos de control y destrucción.

4. La falta de personas competentes también significa que los ingresos no tienen control, lo que conduce a la falta de responsabilidad y compromiso, como a la inexistencia de registros.

5. La falta de buenos formadores también lleva a que la formación se deteriore, que la transmisión de la vida monástica no pueda ser garantizada, y a que no existan programas de formación adecuados para los jóvenes monjes.

6. Un problema constante en estas fundaciones es cómo establecer proyectos que generen ingresos adecuados y viables.

7. A menudo, en estas comunidades hay mucho tiempo invertido en la agricultura de subsistencia, lo que conduce a la falta de tiempo para alimentar el crecimiento espiritual, falta de tiempo para la oración personal, la lectio divina, la lectura, el acompañamiento, etc.; incluso la liturgia se sacrifica para dejar más tiempo para el trabajo.

Yo creo que la fortaleza numérica es una bendición. Sin embargo, al final, es obvio que el crecimiento en número es uno de los puntos más débiles de la cadena de valores monásticos. No se traduce automáticamente en el crecimiento de una auténtica comunidad o en el compromiso monástico. Además, los números no necesariamente traen la independencia en la ideología o la autonomía económica; tampoco son una señal clara de la madurez de vida de la comunidad. Una vez que se han alcanzado los números, el verdadero trabajo, el verdadero desafío, tal como lo veo, es cómo transformar los números en verdaderos monjes y monjas.