Dom Jean-Pierre Longeat OSB,
Presidente de AIM
En la última reunión de la AIM la discusión principal se centró en las fundaciones y los cierres de los monasterios en la tradición benedictina. Fue útil para resumir la situación y para medir los movimientos que se estaban produciendo. Se presentaron cuadros estadísticos, así como análisis de las diferentes congregaciones representadas. A fin de cuentas, era posible observar un definitivo menor ritmo en las fundaciones y una aceleración de los cierres de los monasterios en el transcurso de los últimos cinco años.
Sin embargo, esta conclusión se produce en un contexto mundial caracterizado sobre todo por los cambios institucionales. Esto plantea muchas preguntas hoy sobre el futuro de nuestras comunidades: la búsqueda de adecuados superiores y responsables de la formación, el manejo o incluso para el despliegue de los que son capaces de asumir las responsabilidades de una manera adecuada y duradera; el ejercicio de discernimiento cuidadoso en la recepción de postulantes; el proporcionar un ambiente apropiado para los recién llegados, ya sean pocos o muchos; la ayuda a cada uno después de los votos solemnes, lo que les permite vivir en condiciones adecuadas para el cumplimiento de la vida religiosa, la estabilidad y la obediencia, la creación de un equilibrio entre la expresión de los individuos y el servicio de la comunidad, fomentando los lazos de feliz fraternidad entre hermanos de diferentes generaciones, nacionalidades, etnias y culturas, la estabilidad económica de las comunidades en lugar de la dependencia exclusiva de benefactores, determinada planificación de cierres necesarios, tal vez en vista de los nuevos proyectos dirigidos por otros. Frente a la disminución de la población –sobre todo en Occidente– y al cada vez más alto perfil de edad de las comunidades, con el nuevo desarrollo de la ayuda mutua en el hemisferio sur, con los derroteros morales, económicos y sociales de nuestro tiempo, los monasterios necesitan prepararse para el mundo que está a punto de nacer. El padre Peter Eghwrudjakpor pretende mostrar cómo este contexto da lugar a nuevos desarrollos, no solo en su país, Nigeria, donde es prior, sino también en el resto del mundo.
Es de vital importancia que se sigan haciendo nuevas fundaciones, pero también es saludable que el ritmo de éstas se haya vuelto menos vigoroso que en los últimos cincuenta años. Esto hace que sea posible apoyar de forma más completa, y –es de esperar– producirá una fundación más sólida, tal como describe este tema la abadesa de Vitorchiano, basándose en la experiencia de siete nuevas fundaciones establecidas por este monasterio italiano de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia. Nuestras comunidades no deben perder nunca el deseo de crear. Una nueva fundación corre el riesgo de intentar simplemente duplicar la situación de la casa matriz en circunstancias a menudo muy diferentes y menos cómodas que las del monasterio fundador. Una nueva fundación no es una cuestión de duplicar el estilo de vida del monasterio fundador, sino de participar en el nacimiento de una nueva realidad, un nuevo mundo, una señal de la venida del Reino y de convertirse, como los primeros discípulos, en apóstoles de la Buena Nueva. Monseñor Carballo, Secretario de la Congregación para las Instituciones de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, comenta precisamente acerca de estos nuevos contextos. Su artículo es a la vez claro y desafiante. El artículo de Elena Lasida, una economista nacida en Uruguay, residente en Francia, puede ayudar a la comprensión del alcance de los cambios institucionales que tienen lugar en el mundo contemporáneo con respecto a las realidades de la vida religiosa.
La presentación de varios monasterios en diversos contextos y además, proyectos de formación en diferentes regiones del mundo, la ayuda dada por los expertos como la Asociación Mundial de Electricistas, o la publicación de las grandes obras espirituales tradicionales en un lenguaje accesible a muchos – son todos ejemplos de la forma en que la AIM acompaña los esfuerzos de nuestras comunidades individuales por formar el mundo que muchos de nuestros contemporáneos anhela. La reciente encíclica de Francisco, Laudato Si, describe las características de este mundo a la vez que presenta una verdadera hoja de ruta para alcanzarlo.
Como un puente entre las dos órdenes, los Cistercienses y la Confederación Benedictina, la AIM puede desempeñar un papel positivo en esta renovación y desarrollo. Es un organismo cuyas ramificaciones ahora son numerosas en todo el mundo. Cada año apoya un gran número de proyectos presentados por los monasterios y proporciona un cierto número de visitas fraternas. Continuamente la AIM intenta adaptarse para aceptar los cambios en su propia organización; este es nuestro objetivo para el futuro. La presentación de la Secretaría de Estados Unidos de la AIM (AIM - EE.UU.) nos proporciona una visión de esto. El Boletín de la AIM se hace eco de los diferentes organismos internacionales monásticos, tales como la Communio Internationalis Benedictinarum (CIB) y el Diálogo Interreligioso Monástico (DIM / MID); todo lo cual se refleja en la edición actual.
Nos dirigimos resueltamente hacia la venida del Reino. A nada tememos que nos pudiera desviar de nuestra determinación. En el corazón de las tormentas de este mundo tenemos que mantener nuestra paz en Jesucristo, para morir y resucitar con Él. Este es testimonio más hermoso y más inspirador de los discípulos, resumido en el primer anuncio de Juan el Bautista y de Jesús mismo, “El Reino de Dios está cerca; arrepentíos y aceptad el Reino.”