Dra. Elena Lasida, Francia

Cuando la fragilidad llega a ser una fuente de renovación.

 

 

Elena Lasida economista, profesora en el Instituto Católico de Paris, encargada de la misión de Justicia y Paz en Francia. El texto de este artículo está tomado de una presentación que dio en Marzo de 2015 en el seno de una conferencia de institutos religiosos que estaban en dificultades. Abre inesperadas vías al futuro, que pueden ser aplicadas a la totalidad de la vida religiosa y de las cuales nuestros monasterios pueden beneficiarse.

 

stephaneouzounoff.ciricLa expresión “faible effectif ” se refiere a fragilidad e incertidumbre sobre el futuro.

Sin embargo la fragilidad es parte inherente de la experiencia de la existencia humana. Es a partir de mi propia experiencia de fragilidad, que reacciono frente a la disminusión de los integrantes de las instituciones. Mi propia fragilidad estructural está marcada por una experiencia “entre dos realidades”, una situación que siempre es incómoda y que me mueve a la búsqueda de algún tipo de equilibrio. En mi caso esto tiene tres formas.

• Entre dos realidades culturales: el hecho de mi doble pertenencia a Uruguay, mi país de origen y a Francia mi país de acogida. Yo atravieso la frontera entre estos dos países todos los días aún sin moverme. En cada país soy en parte una extranjera: en Francia porque su historia nunca será la mía y en Uruguay porque ya no comparto su presente.

• Entre dos realidades disciplinarias: soy economista, estoy interesada en el diálogo interdisciplinario y especialmente en el diálogo con la teología. Estar entre las dos disciplinas significa no pertenecer completamente a ninguna de las dos, encontrándome frecuentemente en los márgenes de los cuerpos teóricos.

• Entre dos realidades profesionales: estoy entre el mundo de la universidad y aquel de la gente que veo en mi búsqueda en Justicia y Paz. Entre pensamiento y acción, entre teoría y práctica, estoy entre dos mundos que desconfían el uno del otro.

Voy a compartir mis reflexiones sobre fragilidad en base a esta experiencia personal, porque uno siempre se siente un poco ajena. Esta alienación produce un sentido especial de “lo otro”.

Propongo tratar este tema en base a tres diferentes subtítulos:

• Una aproximación positiva a la fragilidad.

• Fragilidad y las instituciones.

• Fragilidad y la vida religiosa.

 

Una aproximación positiva a la fragilidad.

La idea de fragilidad siempre conlleva asociaciones negativas. Se conecta a la idea de debilidad, y en nuestra sociedad lo que se busca por el contrario es fuerza, independencia y autosuficiencia. Conecta con la idea de necesidad y en nuestra sociedad tratamos de compensar nuestras necesidades. En breve, la fragilidad es percibida como algo negativo que evoca más muerte que vida.

Me gustaría proponer un aspecto diferente de fragilidad. Mi reflexión se alimenta en la experiencia del Arca de Jean Vanier. Estoy conduciendo un estudio con ese organismo con el fin de evaluar el valor social de la asociación. Uno podría creer que su valor social es evidente desde el momento en que el Arca acoge gente con alguna deficiencia mental. Pero la utilidad social es normalmente evaluada no por su capacidad de cumplir con fines sociales, sino por la forma en que una asociación contribuye al bien de la sociedad en su conjunto. Uno de los pilares del proyecto del Arca es poner a la fragilidad en el centro de la vida en común. No hay ningún intento de esconderla o curarla –y por supuesto– es una cuestión de una fragilidad irreparable. ¡Lejos de esto! La comunidad está basada en la fragilidad y no existe a pesar de la fragilidad. Así se hacen visibles los aspectos positivos de la fragilidad. Me gustaría subrayar algunos de ellos:

croix• La fragilidad desarma a la violencia. Un ejemplo: en un hospital psiquiátrico había un paciente grande y muy violento. Siempre estaba cuidado por enfermeras musculosas. Un día una enfermera pequeña y delgada se ofreció a cuidarlo. El paciente que siempre había reaccionado violentamente no sabía cómo reaccionar frente a alguien que se veía mucho más frágil. La fuerza provoca fuerza. La debilidad cambia la lógica.

• La fragilidad constituye la base de la interdependencia y en base a este hecho se crea una verdadera relación. Entre dos personas que son autosuficientes, la interdependencia es posible. La autosuficiencia crea o dependencia o rivalidad pero nunca interdependencia. En el Arca la gente no cuenta con habilidades particularmente apropiadas para tratar a aquellos que tienen alguna deficiencia mental. Esto pertenece a profesionales. Lo que se requiere de los voluntarios es que se ocupen del día a día de los minusválidos mentales.

• Su fragilidad hace que los voluntarios expresen su propia fragilidad porque lo que se requiere no es ser competente, sino estar presente. De aquí la transición de dependencia a interdependencia.

• La fragilidad lleva a las necesidades básicas. Las necesidades son permanentes. La fragilidad nos recuerda que somos radicalmente incompletos y esta carencia nos empuja a ir más allá. Llenar esta necesidad es parar y morir. Las necesidades básicas son lo que nos mantiene siempre en movimiento. En un mundo en que creemos que podemos controlar y comandar todo, la fragilidad nos recuerda en forma permanente que hay algo más grande que nosotros, que nos trasciende y que nos guía hacia adelante.

Dos actitudes se hacen posibles al confrontarnos con la fragilidad. Si vemos sólo su lado negativo,tratamos de darle una solución, es decir de suprimirla. Pero si creemos que puede generar una innovación radical, es cuestión de hacer que la carencia sea fructífera. Estas dos actitudes están asociadas con dos términos usados por Hannah Arendt[1]: fabricación y creación. La primera incluye el concepto de “reparación”: uno sabe de antemano el resultado que desea y usa los medios necesarios para lograr este objetivo. Creación está relacionado con “fertilidad”: uno no sabe de antemano qué va a pasar y por lo tanto deja espacio para la generación de una innovación radical.

 

merFragilidad e Institución.

En base a una aproximación positiva al concepto de fragilidad es posible pensar nuestra institución desde cero. En una sociedad como la conocemos, las instituciones que ordenan nuestra vida en sociedad están en crisis: el Estado, la escuela, la familia, etc. La amenaza de desaparición que se cierne sobre las congregaciones religiosas afecta también a la generalidad de nuestras instituciones. Repensar la institución en nuevas bases es un desafío generalizado en nuestras sociedades. Si las congregaciones religiosas toman la iniciativa en este movimiento y optan por la fecundidad en vez de la reparación de las instituciones, esto podría ser profético para el mundo.

Las congregaciones han sido pioneras en educación y salud. Tal vez podrían ser pioneras en imaginar radicalmente nuevas formas de institución. En Justicia y Paz, hemos empezado una reflexión sobre la institución basada en la fragilidad. He aquí unos cuantos factores que surgen de la reflexión y que podrían tal vez servir para renovar las congregaciones religiosas.

En toda institución debería haber tres funciones:

• Continuidad: un proyecto debe durar, tener permanencia.

• Legitimidad: dar al proyecto una identidad común.

• Estructura: dar al proyecto una organización de las rutinas en la acción común.

Cuando estas tres funciones son concebidas en términos de poder, pueden tener efectos opuestos:

• Si la permanencia no deja espacio para la innovación, la institución corre el riesgo de morir por rigidez.

• Si la identidad común no deja lugar para la diversidad, la unidad se vuelve uniformidad.

• Si la estructura no deja posibilidad de individualidad, la institución se transforma en un ente automático: “esto es lo que hacemos porque siempre lo hemos hecho”.

Para evitar esto, hay que inyectar un poco de fragilidad en la lógica de las instituciones.

• Pensar en permanencia en términos de continuidad y renovación, presupone una transición de la lógica del poder a la de la fecundidad. En vez de preguntarnos cómo puede ser preservada la institución, debemos preguntar cómo la institución puede dar vida. Más que preservar y proteger se trata de elegir engendrar y crear nueva vida.

• Pensar en legitimidad en términos de identidad común y diversidad presupone una transición de la lógica de control a la de cambio. En vez de rigidizar las diferencias para meterlas en un molde, es cuestión de ponerlas a dialogar para construir unidad en vez de uniformidad. En vez de definir identidad en base a un pasado en común es cuestión de concebirla en base a un futuro a construir en común, futuro que no será la repetición del pasado en común, sino la aparición de una innovación radical.

• Pensar en estructura en base a una rutina de funciones individuales, presupone la transición entre la lógica de imposición a la de adaptación. En vez de imponer una manera de actuar precisa, es cuestión de que cada miembro ponga sus propios talentos en juego.

Esta estructura es necesaria para desarrollar la individualidad de cada miembro frente a un proyecto común.

Estos ajustes introducen fragilidad en una institución, pero al hacerlo abren la posibilidad de que emerja una innovación radical. Una institución que se caracteriza por la repetición del mismo modelo, es una institución muerta. Al confrontarla con los cambios en el mundo, la institución está llamada a recuperar cierta flexibilidad para seguir organizando la vida colectiva. Es la fragilidad y la vida religiosa son las que pueden proveer esta necesaria flexibilidad.

groupeLas instituciones débiles están haciendo frente hoy en día a una extrema fragilidad. Pero esto les da más libertad para “hacer la pérdida” dejando espacio para algo nuevo. Estas son instituciones que están todavía funcionando efectivamente y siguen presionadas a mantener su continuidad, mientras las débiles pueden hacer la pérdida y concentrarse en inventar. Para ayudar este proceso, propongo tres preguntas que podrían ayudar a desarrollar una perspectiva que imagine una nueva posibilidad de vida religiosa.

• ¿Qué es lo que se está tratando de hacer permanente, la institución o lo que le da su fuerza vital? El intento debiera hacerse enfocando a qué hace que la institución viva hasta ahora y qué debería salvarse al darle una nueva forma. Al hacer esto no es suficiente enfocarse solo en el carisma. El carisma está descrito en términos del lenguaje y los desafíos de una época particular. ¿Cómo puede un carisma ser expresado en el lenguaje y con los retos de hoy?

• ¿Qué se puede dejar de lado? La vida religiosa está basada en la vida en comunidad y los votos. ¿Cómo puede ser subrayada la importancia de la comunión de acuerdo a las formas de la vida actual? ¿Cómo podría concebirse la fidelidad a una opción de vida, de manera que corresponda a las diferentes formas que va tomando la vida humana en sus distintas etapas?

• ¿Cuáles son los lugares donde se pueden ver las semillas innovadoras hoy? ¿Qué espacios, sociedades, relaciones entre personas presentan hoy día signos de una nueva posibilidad?

A manera de conclusión y sobre todo de invitación, especialmente teniendo en cuenta la incertidumbre del futuro de nuestras instituciones yo adopto este bello proverbio turco: “Las noches están embarazadas y nadie sabe cómo será el día que va a nacer”. Si nos ponemos frente a la noche, volvemos a lo que nos es familiar, seguramente vamos a desaparecer junto con la reliquia a la que estamos atados. Si por el contrario podemos “dejarlo ir” y de ahora en adelante trabajar en la génesis de algo nuevo, vamos a desaparecer en el conocimiento de que lo nuevo, que será totalmente distinta a lo que hemos conocido y que ciertamente no llegaremos a ver finalizada, ha sido sembrada con los elementos esenciales que nos han dado vida.

 

[1] Hannah Arendt nació en Hannover el 14 de Octubre, 1906 y murió en Nueva York el 4 de Diciembre de 1975. Filósofa conocida por sus trabajos sobre política, totalitarismo y modernidad.